Organizaciones como ADESC luchan, precisamente, para conseguir que la habilitación de unos canales que permitan actuar con agilidad ante situaciones como las que ya han vivido muchos ceutíes. “Siempre hemos pensado que deben existir canales que promuevan soluciones rápidas para este tipo de casos. Defendemos que Marruecos debería ser más receptivo a los problemas que aquejan a los ceutíes, sin ningún tipo de excepción, y siempre hemos dicho que se hace necesario promover las condiciones necesarias para solicitar un Estatuto Especial para todos los ceutíes, un marco en el que deberían establecerse derechos y obligaciones que en estos momentos se hace muy difícil concretar”, aclara su presidente, Abdelmalik Mohamed.
Pegar en las puertas de las instituciones para que te reciban y ayuden no es fácil. Sobre todo cuando quienes creen en la inocencia del detenido terminan siendo los propios familiares, que se ven en la obligación de tener que convencer al resto de que su hijo, hermano o padre ha sido víctima de una detención injusta. En Marruecos primero te detienen, luego ya aclaran si realmente dicha detención ha sido un error. De entrada, el hueco en la cárcel se busca al momento.
“Nos consta que los responsables de Bab Sebta mantienen su voluntad sincera para ayudar en lo posible y que hacen cuanto pueden para buscar soluciones, cosa que deberíamos aprovechar para que desde ahí se marque el inicio de un camino hacia nuevos horizontes de cooperación que hagan la vida más fácil y agradable para todos”, sentencia Mohamed. De sus palabras se deriva la conveniencia de poner en marcha una oficina de atención para los ceutíes en Bab Sebta. Un debate que ha quedado en el aire ya que, de momento, nadie parece querer meterle mano.
Un ramillete de historias
Quienes han sufrido una detención injusta, quienes han sido víctimas de una agresión al otro lado o quienes, en definitiva, han sufrido un calvario al ser acusados por otras personas de delitos nunca cometidos han dado forma a un sin fin de historias que han cobrado protagonismo en este medio y cuya difusión ha ayudado a que las propias instituciones se enteraran de lo que estaba pasando. Las familias de estas víctimas, desesperadas, han tenido que buscar por su cuenta los recursos para poder ayudar a quienes se quedan atrapados en un círculo en el que muchas veces el dinero pesa más que las leyes y sin éste las puertas se terminan cerrando engordando más aún la injusticia.