Las carreteras de Marruecos están sembradas de radares con los que se intenta ‘cazar’ al conductor que acostumbra a burlarse de los límites marcados en las señales. Cada vez son más los radares colocados al otro lado de la frontera, que van complementando la tradicional función de los agentes de tráfico que tiran de multa aplicando un sentido de la seguridad vial y de las normas viarias cuando menos curioso. Pero la sorpresa en todo este cúmulo de acciones, normas y medidas la está dando el radar que se ha colocado justo a la salida de la frontera con Ceuta y que está convirtiéndose en la pesadilla de esa bolsa de ceutíes, cada vez más numerosa, que acude todos los fines de semana al vecino país para llenar la bolsa de la compra y el tanque de gasolina.
Al conductor despistado le sorprende la llegada de la multa en cuestión en plena frontera, viéndose obligado al abono de la misma para poder regresar a casa. ¿Pero cuándo he superado el límite de velocidad? Se pregunta más de uno. El agente no entiende de excusas y pone por delante la ristra de conductores ‘cazados’ con el radar y obligados a pasar por caja si quieren seguir sorteando el filtro fronterizo sin problema alguno. Marruecos impone en 120 kilómetros por hora el límite de velocidad y sus agentes de tráfico se apostillan en las carreteras ejerciendo controles, proponiendo sanciones y cobrando multas que en ocasiones lleva el sello de ‘a lo marroquí’; así que si el conductor no se había enterado de que había cometido la infracción propuesta por el agente, termina abriendo su cartera y cumpliendo religiosamente con su deber.
Marruecos ha encontrado así en el radar colocado a pie de frontera en el más rentable de todos. La sorpresa se la puede encontrar usted en plena frontera.