Sin pena ni gloria. Para la mayor parte de los comerciantes “esta huelga ha sido como un día normal y corriente”. Los que trabajan por cuenta ajena, han ido en su mayor parte a sus puestos de trabajo “y los que somos autónomos, la verdad, un día de trabajo que perdamos en un dinero que no entra en casa y como están las cosas no podemos permitírnoslo”.
Otros, eso sí, lamentaban que las informaciones y la acción de los sindicatos llegara más allá de la frontera del Tarajal “porque se ha notado que ha venido menos gente del país vecinos a comprar y eso en negativo para nosotros en las ventas, pero por lo demás, normalidad aunque con miedo a los piquetes como es lógico, echando el cierre si venían y abriendo las puertas a los pocos minutos”. Algunos comercios secundaron la huelga, pero los menos, a pesar que desde los sindicatos hicieron una campaña en la que el “quieren acabar con todo” repiqueteaba en las cabezas de toda la ciudadanía. En los centros de educación, también fueron los menos los que la secundaron. En la Facultad de Humanidades, una de las trabajadoras explicaba que “es un derecho y es mi manera de manifestarme en contra de una reforma y de unos recortes que el gobierno actual criticaba a todas horas cuando el gobierno saliente pensaba aplicarlos y ahora lo están haciendo ellos incluso mucho peor y saldremos más perjudicados los de siempre, los trabajadores”. Y los más veteranos, miraban todo de lejos y no per´dian detalle. “En esta ciudad es todo distinto. Dicen que no afecta la crisis pero hay muchas personas en paro que no saben ni qué hacer ya desesperados, pero los que tienen trabajo ahí están, mirando por lo suyo, pero por lo de los demás no mira nadie”, decía mientras tras el paso de la manifestación todo volvía a ser “como siempre”.