Antonio Ríos es un escritor y doctor en Filosofía nacido en Ceuta que ya tiene cuatro libros publicados. El último de ellos es ‘El oído a los cirios. Doce senderos musicales de espiritualidad cristiana’, del cual nos habla en esta entrevista.
‘El oído a los cirios’, ¿sobre qué trata este libro?
El subtítulo de la obra ‘Doce senderos musicales de espiritualidad cristiana’ da una pista sobre el asunto tratado en el libro. Es un libro sobre música y espiritualidad, y lo he escrito sin ser ningún maestro de espiritualidad y sin ser músico. Mis campos son la Filosofía y en menor medida la Literatura, pero sí me considero un lector constante de libros de espiritualidad, tanto clásicos como actuales, y soy también, desde niño, un gran aficionado a la música clásica. Así, pues, la música y la espiritualidad son los dos pilares del libro.
Acercándome más a su pregunta, permítame ir al título de la obra para responderle con más precisión. En un mundo como el nuestro, tomado por el ruido de todo orden, externo e interno, he tratado de acercar el oído (y con él va necesariamente todo el cuerpo) a una llama espiritual, de ahí que haya tomado el cirio como símbolo y meta de ese acercamiento corporal. Es decir, se trata de vencer el ruido que nos cierra los poros espirituales, que nos tapona el oído para la escucha atenta.
La gran música, las grandes composiciones de la música clásica nos ofrecen una fuente inagotable de trascendencia. Y no sólo en composiciones estrictamente religiosas. De las doce piezas seleccionadas hay algunas que, en principio, no son música religiosa, así el Adagio del Quinteto en Do mayor de Schubert o la pieza Canctus Articus del compositor finlandés Rautavaara.
"La gran música, las grandes composiciones, nos ofrecen una fuente inagotable de trascendencia"
Sin embargo, estas piezas contienen sin duda una altísima espiritualidad. Schubert escribe ese adagio considerando la muerte inminente, joven aún, con treinta y un años y es fascinante la luz que se percibe en esta pieza, llena de conceptos espirituales como desasimiento, entrega absoluta a la voluntad de Dios, etc... La pieza de Rautavaara, por ejemplo, describe el vuelo de las aves en el ártico. En esa pieza se esconde una enorme riqueza que rebasa lo meramente natural y conduce a la espiritualidad. El vuelo, el frío, lo desértico e inhóspito, el ciclo migratorio…son asuntos que nos remontan necesariamente a mirar mejor y a escuchar mejor.
¿Por qué ha elegido doce piezas?, ¿qué ha querido transmitir en ellas?
La selección podría haber sido infinita. Todo dependía de la extensión y profundidad que quería dar a cada una de las piezas; eso condicionaba, evidentemente, el número de piezas. Creo que el número doce es suficientemente simbólico para ser el número elegido, y también la extensión de los capítulos hacía que doce fuera el número ideal. El verdadero problema fue elegir las doce piezas entre un repertorio enorme.
Y ciñéndome a la segunda parte de su pregunta, le diré que en cada una de las piezas he pretendido transmitir un asunto diferente de la espiritualidad cristiana. No quiero detenerme en todas las piezas, sino, no acabaríamos y no invitaría a leer el libro
Por lo que me explica, la música la entiende como un arte conectado con la religión. ¿Es así?
Me formula usted una pregunta fundamental. Le contesto en primer lugar que no necesariamente. No en vano hay ateos o agnósticos que disfrutan y entienden estas piezas igual o a veces mejor que personas religiosas. Pablo Casals, por ejemplo, sin ser creyente, conocía perfectamente y gozaba el Quinteto en Do mayor de Schubert.
"Creo que el número doce es suficientemente simbólico para ser el número elegido"
Yo mismo he sido más de veinte años ateo, y en esa etapa no he disfrutado menos de la música, pero sí es verdad que la música ha hecho mi vida menos seca, más luminosa, y al fin y al cabo, en mi vida -pero en las de otros puede ser perfectamente distinto- la música me ha acercado a Dios. Cuando descubrí la música clásica, casualmente, con ocho años (esto lo explico en la introducción del libro) se me dio a entender directamente una fuente de trascendencia. Yo desconocía con ocho años lo que era la trascendencia, pero fue una vivencia fuerte.
¿Cómo ha sido el proceso de creación del libro?
Pues mire, lo primero del proceso es su gestación. Yo no pretendía en un principio escribir nada sobre música, pero varios amigos, cuando conversábamos sobre música, cine, literatura y filosofía, me animaron a escribir sobre música. Si hubiera escrito sobre música hace diez o quince años habría escrito desde una perspectiva no espiritual ni religiosa sino puramente material. Ahora no ha sido ese el caso. La vida nos cambia. Y sobre el proceso de creación le diré que ha sido distinto en cada capítulo. Cada capítulo tiene una forma propia.
"Ha sido la música misma, las piezas mismas las que me han ido guiando en el proceso de creación"
Otro asunto del proceso es que, como es lógico, he leído mucho para poder escribir este libro, pero la mayoría de los libros mencionados, citados, ya estaban leídos. Ha sido la música misma, las piezas mismas las que me han ido guiando en el proceso de creación. Tengo que decirle que con cada una de ellas he hecho silencio, meditación, oración, escucha atenta… Y cada capítulo me iba guiando por caminos distintos a los que en principio esperaba. Esto pasa sobre todo en la novela, donde los personajes toman vida propia y rompen el esquema inicial del novelista, pero también pasa en el ensayo cuando trata de un tema tan rico como es la música y la espiritualidad. La música ha ido indicando el camino, y con la música, igual, Dios ha ido guiando ese camino. Eso deseo creer.
¿Presentará en Ceuta este libro?
Sí, será en la ermita de san Antonio, gracias a la generosidad y acogida de Carlos Orozco, pero como vivo en Segovia y no podré ir a Ceuta hasta el mes de febrero, os emplazo a que estéis atentos a esa fecha aproximada de febrero, y si Dios quiere allí nos veremos.