Pocos estudios reconocen que Ceuta es una economía colonizada que no puede organizarse por tanto de manera independiente. Hay organismos nacionales o internacionales con o sin influencias del exterior que le organizan la vida a los empresarios, trabajadores y otros ciudadanos ceutíes.
Ya comenzó lo que parece una estrategia negativa inducida, cuando nos aplicaron el régimen autonómico con 13 años de retraso, lo que produjo graves perjuicios por ejemplo en la sanidad pública la cual, a diferencia de otros territorios, sigue dependiendo de Madrid. Continuaron los detalles importantes que terminan influyendo en la economía al dejarnos fuera de la OTAN, lo que parece al menos sospechoso, dadas las circunstancias.
Comerciar con el resto del mundo nos lo impide la Unión Europea, ya que los productos de Ceuta no pueden pasar a Algeciras sin pagar derechos como Japón y necesitan además control sanitario específico. Como a Marruecos tampoco se puede exportar al no existir Aduana Comercial, estamos aislados en este aspecto. Incluso, cuando comenzó a verse la luz al final del túnel con las llamadas Reglas de Origen. En este caso, enseguida actuó una especie de mano negra y la oportunidad despareció por actuaciones comunitarias o nacionales. Y la básica industria local había desaparecido mucho antes dadas las circunstancias, como la mítica fábrica de cervezas África Star y otras simplemente emigraron.
Y como el puerto que llegó a ser el segundo de España no ha sido desarrollado lo suficiente en lo comercial, resulta que perdimos el liderazgo en el abastecimiento de combustibles y otros productos a buques y tampoco se relanzaron las instalaciones para crecer al mismo ritmo que Gibraltar, Algeciras o Tánger.
Hablando de puertos, Ceuta disponía de una flota pesquera importante, una magnífica Lonja y una tradición en este aspecto. También decidieron que ello no procedía al aplicar los acuerdos comunitarios y nos vemos obligados a importar el pescado desde la Península a una ciudad rodeada de mar por los cuatro puntos cardinales.
Y cuando fue necesario refugiarse en el turismo, resulta que a pesar que se consiguió anular gracias a ciudadanos particulares el pool del Estrecho por el que las compañías, según acuerdo entre ellas, imponían precios y horarios, resulta que los costos del transporte marítimo son disuasorios para atraer turistas, lo que se pretende solucionar en parte con subvenciones que pagamos todos y en resumen, impide la llegada masiva de esos turistas.
Resulta que nos hicieron distintos también al resto de países europeos al aplicarnos sin consultar una excepción al Acuerdo de Schengen por el que podían entrar en Ceuta sin visado los residentes en la provincia de Tetuán, con lo que se produjo un falso relanzamiento que pronto demostró que era contraproducente y ha quedado en suspenso, sin noticias sobre su futuro.
Como algunos de los temas enunciados nos vienen de Bruselas aunque estén inspirados desde Madrid, resulta que no podemos hacernos oír en la Unión Europea porque seguimos sin representación en la citada Bruselas, al contrario que el resto de las Comunidades Autónomas, lo que tiene una influencia económica evidente.
Quizás para callarnos nos mantuvieron unas ventajas fiscales que al operar sobre beneficios son eficaces cuando realmente hay beneficios, lo cual es difícil en las circunstancias descritas, aparte de los recortes puntuales que se producen.
Y aquí seguimos sin que el Gobierno de turno decida que nos visite por fin el Rey Felipe VI como al resto de España y además, esperando los retoques a nuestra economía que decidan en cada momento desde el exterior. Porque los ceutíes no tenemos arte ni parte en el tema.