La pequeña tienda de Los Rosales ‘Hermanos Rico’, más conocida como “la tienda del Nani”, es un negocio familiar que ha pasado de padres a hijos y que cuenta con una historia de 50 años en este barrio de Ceuta.
Este pequeño lugar fue la tercera tienda en abrir sus puertas en la barriada y vio crecer los edificios junto a ella. Además, es la única que mantiene la persiana levantada de todas las que había en el barrio.
Fue en los años setenta cuando Antonio Rico, procedente de Málaga, y Josefa Gómez, de La Línea, decidieron emprender.
Antonio llegó a Ceuta siendo un niño, por lo que según cuenta su hija Maribel, “él se sentía caballa”. Josefa llegó joven a la ciudad, y fue aquí donde se conocieron y tuvieron a sus tres hijos, Maribel, Nani y José Luis.
Trabajaron en Marruecos hasta su independencia, tras ella vinieron a la ciudad caballa, viajaron a Francia para trabajar y finalmente emprendieron en Ceuta, volviendo a casa para no irse nunca más.
Fue entonces cuando crearon esta pequeña tienda de barrio en los años setenta, donde comenzaron de alquiler. Cuando sus hijos se hicieron con el negocio decidieron comprar el local y hacerlo suyo.
A partir de ese momento, “la tienda del Nani” fue propiedad total de la familia. Estos dos hermanos decidieron continuar con la empresa de sus padres juntos.
El paso a "la tienda del Nani"
“Él trabaja más que yo, yo estoy como una señorita, para eso soy la mayor, me tiene que cuidar”, dice entre risas Maribel.
A pesar de hacer el negocio suyo en 1994, ya ayudaban en la empresa familiar desde sus inicios, donde aprendieron para continuar su andadura de empresarios en solitario, sin sus padres, pero los dos hermanos unidos.
Ellos han sido testigos de la desaparición de todos los negocios del barrio, mientras veían construirse grandes supermercados alrededor.
La única tienda de Los Rosales debe su vida a sus clientes. “Por ejemplo, a esta muchacha (dice refiriéndose a una clienta presente durante la entrevista) la he conocido desde pequeña, es hija de una clienta de toda la vida”.
Ella es Pepi Andrade, que, a pesar de ser clienta ya habitual, sigue haciéndole la compra a su madre en el mismo lugar. “De pequeña venía aquí, imagínate si deben de ser buenos para llevar aquí toda la vida”.
Andrade cuenta que cuando era pequeña iba a comprar a la tienda de los hermanos Rico y Maribel sacaba el álbum de fotos de su boda y le mostraba todas sus fotos. Juntas han compartido momentos muy bonitos y llenos de risas.
La relación de estos hermanos con sus clientes ha sido la clave para mantenerse en el tiempo, pero no solo eso, también la relación entre ellos.
“Nos llevamos muy bien, bueno, de vez en cuando me echa una bronca, pero ya está”, dice entre bromas.
Ambos hermanos pretenden continuar en el negocio hasta la jubilación de Nani, pues la de Maribel llegaría antes, ya que es la mayor, pero ella ni se ha planteado dejar solo a su pequeño y Nani no tiene pensado jubilarse hasta “que se vaya al infierno”, traslada bromeando este empresario.
A la tienda de barrio de ‘Hermanos Rico’ todavía le queda historia por delante, y menos mal, pues este tipo de locales están desvaneciéndose en el tiempo.
En este lugar todavía se fía, se hacen “las cuentas” de cabeza o con papel y boli y el ambiente familiar que transmite es de envidiar.
Maribel Rico tiene claro que algo que jamás tendrá un gran supermercado es la familia que se crea con la gente del barrio, donde se ve crecer a distintas generaciones.
“Los conozco de toda la vida, mi abuela se vino a vivir aquí cuando dieron los pisos y yo la recuerdo como una de las primeras tiendas del barrio. Me acuerdo mucho de su padre, ya dejó la herencia a Nani que es un encanto y a Maribel, que es nuestra psicóloga, venimos a contarle nuestra vida”.
Todos los clientes coinciden en que estos empresarios son considerados familia en la barriada.
Anécdotas
Tantos años en el mismo lugar, algunas anécdotas tenían que contar. “Estaba cogiendo un bote de tomate de una estantería delante de todos y ni se dieron cuenta porque estaban charlándose y riéndose”, cuenta Maribel con gesto de entre indignación y broma, haciendo referencia al buen ambiente que se respiraba en la tienda.
“Le poníamos el desayuno a los obreros de los pisos, había un grupito de trabajadores que se traía una puerta, le calentábamos fabada y comían aquí, como en un bar”, narran estos hermanos.
También repartieron suerte desde Hermanos Rico hace más de 30 años. “Nos tocó un cupón de la ONCE, a nosotros y a los vecinos. Nos dejaban unos cuantos números para nosotros y los clientes y nos tocaron dos millones y medio de pesetas a cada uno”.
Además, antes de hacerse con las riendas del negocio familiar, estos hermanos tuvieron que aprender a “envolver los fideos, la harina, el azúcar, ya que todo se vendía a granel”.
Maribel Rico, de 69 años, tiene cuatro hijos y dos nietos. “Mi madre me echaba una mano”, dice en relación a la dificultad de ser empresaria y madre al mismo tiempo.
Nani Rico tiene 12 años menos que Maribel y un hijo, además de un bigote muy peculiar.
Es así, como hemos contado, que esta pequeña tiendecita se sigue manteniendo en el barrio a pesar de haber visto desaparecer una a una a todas las que con ella surgieron.
Yo nací frente a esa tienda en octubre/1958 cuando no había tantos coches tantas motos tanto ruido el barrio era un campo a través que conducia a playa Benítez.
Os felicito por haber mantenido ese local año tras año y alguna vez he tomado algunas cervezas con Joaquín Cosme, pepito de la agencia de viajes,Fernando Asenjo y otros más aquel barrio era un dulce con sus cuatrillizos que nacieron detras del Matadero.
Mi abuela tenía la barraca justo en la tienda del frente donde hacía costura a todos los vecinos.
Villena otro de los que nacieron allí.
Llido y el puesto del carbonero Salas.
Los mezquini que eran muchos.
El bar de crespo.
La hueveria cerca de la prisión.
Habéis podido manteneros a pesar de los centros comerciales, cosa que no se valora por los vecinos de ese barrio.
Las personas son diferentes y la humanidad y el respeto y la educación se fueron.
Los jóvenes son de algodón
El Taxista el lejía que se marchó.
Miguel el conductor de los autobuses
Y más más y más que ya no vuelven aquellos tiempos mucha inseguridad y poca solidaridad ñ.
Muy buenos de toda la vida