Este año el Ejército de Tierra celebra una importante efeméride pues se cumplen 500 años desde la llegada de Pizarro, en el año 1524, al territorio de la actual Perú.
El turbulento período de la conquista española del Imperio Inca dio paso a un largo periodo virreinal, de progreso cultural y económico y de mestizaje humano y cultural, en el que el Virreinato del Perú constituyó una de las partes más valiosas, más avanzadas, cultas y prósperas de la España en América.
Desde la llegada de los españoles hasta la instauración del Virreinato, Perú fue regido por autoridades nombradas por el rey de España. Francisco Pizarro fue el primero (1533–1542), con el título de Gobernador y Capitán General del Perú.
Pero para fortalecer su poder, el rey Carlos I de España instauró el Virreinato del Perú en 1542. Este era un sistema de gobierno a cuya cabeza se hallaba un Virrey, que además ostentaba los cargos de Capitán General, Presidente de la Real Audiencia de Lima y el de Presidente de la Junta Superior de la Real Hacienda. Para controlar las acciones del virrey, así como para evitar el abuso de los conquistadores contra los indios, el Rey Carlos I de España promulgó las Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los Indios, comúnmente conocidas como Leyes Nuevas.
El Virreinato se creó como una unidad político-administrativa para controlar la enorme extensión de las tierras conquistadas y para evitar conflictos entre los conquistadores.. Entre 1542 y 1821, su capital fue la ciudad de Lima, fundada por Francisco Pizarro con el nombre de Ciudad de los Reyes, en 1535. El territorio virreinal estaba dividido para su administración en provincias, llamadas corregimientos, al mando de un corregidor.
El Virreinato abarcó los territorios de las actuales repúblicas de Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Colombia, Ecuador y Panamá, además de regiones del oeste y sur de Brasil y sur de Venezuela. Pero a partir de la llegada de los Borbones en 1717 se creó el Virreinato de Nueva Granada, que abarcaba de las actuales Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guayana, y en 1776, se creó el Virreinato del Río de la Plata, integrado por los actuales territorios de Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y parte de Brasil y de Chile. De ese modo, el virreinato del Perú quedó reducido aproximadamente al actual territorio peruano y el norte de Chile.
El territorio se organizó en provincias llamadas corregimientos. La cabeza política de estas de estas eran los corregidores, quienes también impartían justicia, presidían los cabildos y se ocupaban de la seguridad de las ciudades. Además de los corregidores de españoles, existía la figura de corregidor de indios. Este funcionario se ocupaba de los asuntos relacionados con los pueblos originarios. La justicia estaba a cargo de las Audiencias, se fundaron 6.
El virrey Francisco de Toledo (1569-1581) fue quien sentó las bases del Virreinato peruano, pues logró la ordenación administrativa y política de todo el amplio territorio del Perú. A partir de su obra, los virreyes que siguieron lograron hacer del Perú el más importante Virreinato de América.
La economía del virreinato estaba rígidamente controlada por la metrópolis y se sostenía sobre todo en la explotación minera y en el comercio con España. Las minas de plata de Potosí, en la actual Bolivia, fueron una de las fuentes de metales preciosos más importantes de América. Cuando, a partir de la creación del virreinato del Río de la Plata, el Perú perdió el control de Potosí y la economía del virreinato perdió su principal fuente de ingresos.
Durante los primeros tiempos, el puerto de El Callao, en Lima, fue junto con el de Veracruz en Méjico y el de Sevilla, en España, uno de los más importantes del Imperio.
La actividad agrícola en algunas áreas era importante, pero se destinaba en su mayor parte al consumo interno del Virreinato. Estas actividades fueron profundamente transformadas con la introducción de las nuevas técnicas, especies y herramientas importadas por los conquistadores.
La sociedad la integraban españoles peninsulares, indígenas, criollos y mestizos con distinto grado de consideración y privilegios y, finalmente, por africanos esclavizados. Los españoles eran quienes ocupaban el lugar más privilegiado en la sociedad y quienes ostentaban los cargos políticos más importantes.
Los indígenas, sobre todo durante el siglo XVI y las primeras décadas del XVII, pudieron conservar las jerarquías sociales previas a la conquista. Sin embargo, era el único grupo social que pagaba tributo.
Durante los primeros años de la conquista, los constantes abusos sobre la población indígena llevaron a la Corona a establecer políticas destinadas a su protección. Con ese objetivo, se fundaron reducciones o “pueblos de indios” en las áreas rurales de la región andina.
Los criollos eran hijos de españoles nacidos en América. A pesar de su posición privilegiada, muchas veces estaban impedidos para acceder a los puestos más altos de la administración virreinal.
Los mestizos nacidos de la unión de españoles con indígenas pertenecían a un espacio social ambiguo y participaban de ambos mundos dependiendo de su condición económica y su pertenencia familiar. En el último lugar de la escala social se ubicaban los esclavos africanos que se fueron introduciendo como fuerza laboral a medida que disminuía la población indígena.
La iglesia católica tuvo presencia en el nuevo mundo desde los primeros días de conquista. Los soldados se encargaron de extender la fe cristiana, pues ellos mismos se consideraron agentes de evangelización frente a los indígenas. No pasaron muchos años para que la Iglesia se convirtiera en una de las instituciones más poderosas del virreinato peruano.
España tiene el ilustre privilegio de haber fundado la primera universidad en dos continentes distintos, en América y en Asia. En América fundó la universidad de San Marcos de Lima en 1551, un siglo antes que la primera inglesa o francesa en ese continente, la de Harvard en 1636, y la de Quebec en 1663. Cuando la universidad de Harvard se fundó, ya existían 14 universidades españolas en el Nuevo Mundo. La Universidad de San Marcos fue erigida tan solo a los dieciséis años de la fundación de Lima, ocurrida en 1535.
El establecimiento de la red de Hospitales Mayores y Menores se inició en el Virreinato del Perú, desde 1533 en adelante, para atender las necesidades sanitarias de la población, hacer frente a las pestes y epidemias frecuentes, dando especial atención a los indígenas. En enero de 1549 se inauguró el Hospital de Santa Ana de los Naturales. La enseñanza de la medicina se remonta al siglo XVI con la creación de las cátedras clásicas de medicina en la Universidad de San Marcos.
Para la defensa del territorio, en 1765 el Virrey Amat dictó unas reales ordenanzas para la organización de las milicias provinciales en el Perú. Más adelante el Virrey José Fernando Abascal organizó el Ejército Real del Perú para proteger al Virreinato del Perú de las revoluciones independentistas que a principios del siglo XIX convulsionaron el Imperio español. Este ejército estuvo compuesto en un 80% por criollos e indígenas peruanos.
Una de las grandes aportaciones del Virreinato del Perú fue la exploración del Pacífico Sur y el descubrimiento de nuevas tierras que fueron bautizadas con nombres españoles. La exploración española del Pacífico llevó al descubrimiento y conquista del archipiélago filipino y de muchas islas que forman parte de este gran océano, como la Micronesia, las Islas Filipinas o las islas Salomón, entre otros territorios.
Durante las guerras de emancipación de las nuevas naciones americanas, el Virreinato del Perú constituyó en todo momento la parte más leal a la Monarquía Hispánica. Tras la batalla y capitulación de Ayacucho en 1824, el Perú obtuvo la independencia.