La Biblia nos anuncia la segunda venida del Mesías. Nadie sabe cuándo; ni Nostradamus, ni la pitonisa Lola, ni la sabia de Ronda, que preguntes lo que preguntes siempre tiene una respuesta.
De la segunda venida, cierto es, ha tenido hipotéticas fechas, concretamente 35, pero los chascos y los plantones del hijo de Dios forman parte del deseo colectivo de que esto se arregle de una vez por todas. De ahí el dicho: “esto no hay Cristo que lo arregle”. Ayer, siendo las 7:30 A.M y estando en la parada de taxis de Azcárate muchos opositores habían llamado al servicio de taxis. Estaban convocados a las 8:30 para comenzar el proceso selectivo (oposiciones) de maestros.
Yo, que conocía el panorama, lo pedí en la puerta del Lope de Vega pues al parecer los taxistas no suelen acudir a las paradas si no les pertenecen.
Toda Ceuta sabe que si te cogen el teléfono en la centralita te puedes dar con un canto en los dientes. Mándeme un taxi al “Lope de Vega. No cuelgue, y empieza la música. Le irá a recoger el taxi número X”. No te dicen ni el tiempo de espera estimado, solo tienes la esperanza que su llegada no tarde tanto como esa segunda venida en que serán juzgados los vivos y los muertos.
Pues hete aquí que todos los usuarios se arremolinaban en el kiosco de Azcárate esperando la promesa de la Centralita. Los nervios comenzaron a fluir como la fuente que anunció la Virgen de Lourdes a Berdardette. Pero Bernardette no esperaba un taxi.
Comenzaba a pasar el tiempo: cinco minutos, diez, quince..... Otra vez intentando contactar con la centralita: “Hoy hay un examen y tenemos la mitad de la flota".
Algunos opositores eran de fuera, no sabían llegar a sus sedes y, si no estás de cuerpo presente, eres excluido del proceso.
Lo que yo vi ayer roza la temática de una película de terror. Ver a opositores correr de acá para allá, unos con tacones, otros con maletas; parecía que se mascaba una tragedia. La Plaza Azcárate, la Plaza de los Reyes, el mercado, el Revellín, la estatua de Sánchez Prados, el Cristo del Puente, el jardín de la Argentina. Cientos de examinandos como pollos sin cabeza. Parecía la carrera de la Legión esperando llegar a la meta.
Gritos, maldiciones, insultos, improperios, amenazas con denuncias y un largo etcétera de exabruptos salían de las bocas de los aspirantes a maestros en Ceuta.
Lo más trágico fue el de una compañera que rodó por los suelos pues las calles estaban regadas e ignoraba que la primera causa de muerte en Ceuta son los batacazos.
¿Por qué la mitad de la flota en una jornada señalada para este evento? ¿Puedes un taxista anular un servicio y que no te avisen de la centralita? ¿Puede hacer otro servicio mientras tiene uno pendiente?
Vaya imagen de la ciudad nada más pisar el suelo patrio.
Y así, los tribunales comenzaron a llamar a los dolientes en una imagen que parecía el Guernika de Picasso: caras desencajadas, bocas dobladas, sudores varios, tacones rotos, ropas descolocadas, faldones arrugados, temblores a la hora de decir “ presente”... Lo mismo que pasará en la anunciada sine díe durante la segunda venida.
En mi segunda llamada a la centralita me dijo el buen señor: “ya le dije que tardaría un rato”. Lo que yo no sabía que un rato puede ser una eternidad.
Si usted va a llamar a un taxi llévese espuma de afeitar y cuchilla, no sea que le crezca la barba antes de ver a ese ONVI con cuatro ruedas.