La magia de la predicción He estado toda la semana en un curso de técnicas predictivas de series temporales en el Instituto de Estudios Fiscales. El curso en cuestión lo había recibido en otras ocasiones. Pero estas técnicas son bastante complejas y si no las practicas de forma continua, se olvidan. Lo impartía mi antiguo profesor de estadística en la Universidad Complutense César Pérez, con el que he realizado diversas investigaciones para presentar en Congresos y revistas científicas. César es también el responsable de la unidad de estadística en el servicio de investigación de la institución que organiza el curso. Lleva muchos años efectuando predicciones e impartiendo clases. Es un verdadero maestro. Casi un mago. Para envidia y enfado de algunas personas, cuando se comparan sus predicciones con la realidad, se corrobora que había acertado. Es lo que ocurrió durante el COVID, tanto con sus predicciones de ingresos, como de desempleo y empleo. Y sigue ocurriendo.
Como explicaba en un artículo anterior, es difícil deslindar la diferencia entre los conceptos de profecía y de predicción. En el primer caso, estaríamos hablando de algo cuasi divino. De un “don sobrenatural” para conocer las cosas distantes o futuras. En el segundo caso, según define el Diccionario de la lengua española de la Real Academia de la Lengua, predecir significa «anunciar por revelación, ciencia o conjetura algo que ha de suceder». Es decir, mientras que la profecía se reserva a lo “divino” y “sobrenatural”, en la predicción, aunque también se admite la “revelación”, sin embargo, se deja un espacio para la intervención de la ciencia.
Si nos vamos al campo científico, lo que está claro es que la predicción es un intento de anticipar el futuro. En el área de la economía y la estadística, que es lo que más conozco, esto se incluye en el campo específico de lo que se denomina “econometría”, que no es más que la disciplina científica destinada a la “medición económica”. Aunque hay predicciones en otras áreas, como la meteorología, la psicología…etc.
Pues bien. Lo que ha hecho César durante este corto, pero intenso y fructífero curso, ha sido recurrir a las series de datos reales hasta mayo de este año, referidas a las principales magnitudes económicas y fiscales del país, para ponerse a elaborar predicciones con todos nosotros, utilizando para ello las mejores y más punteras técnicas y softwares estadísticos. Poco a poco, como por arte de magia, han ido surgiendo los datos del desempleo, el empleo, la recaudación de los distintos impuestos, los ingresos fiscales, el PIB, la deuda pública.
De la bondad de nuestra situación económica, ya se ha informado ampliamente en distintos medios. Pero de lo que no se ha dicho casi nada es del panorama que se espera para los próximos años y de las predicciones de dichas variables. Es lo que yo iré haciendo en sucesivos artículos. Pero hoy toca hablar del empleo y el desempleo, que es la serie en la que veníamos trabajando César y yo desde el comienzo de la pandemia, y de cuyos resultados hemos ido dando cuenta de forma sistemática.
En concreto, lo que desde el Gabinete del primer sindicato del país, CCOO, se dice es que el paro ha descendido en nuestro país hasta los 2,6 millones, 131 mil menos que hace un año, y 59 mil personas menos que en abril. Y respecto a la afiliación a la Seguridad Social, también se alcanzaba un máximo histórico con 21,32 millones de afiliados en mayo (220 mil más que el mes anterior y 506 mil más que hace un año. Y además el empleo neto ha sido indefinido, alcanzando su mínimo en personas de 16 años y en mujeres.
En lo que a previsiones se refiere, se confirma una tendencia descendente para los próximos tres meses meses, que bajaría a 2,56 millones en agosto, para el total de desempleo, a 87 mil desempleados en agricultura, y poco más de 1,8 millones en servicios, aunque habría un ligero repunte en industria, que alcanzaría los 2 millones y otro tanto en construcción. Y respecto a la afiliación total a la Seguridad Social, obtendríamos un incremento sostenido que podría alcanzar los 21,41 millones en julio y los 21,25 millones en septiembre.
Es decir, si estas cifras se confirman en los márgenes estadísticos de confianza fijados por el modelo, sería un rotundo éxito del gobierno progresista de España, en este caso confirmado por la magia de la ciencia.