¿Habéis prestado dinero alguna vez? Yo, aunque he sido más pobre que las ratas durante gran parte de mi vida, lo he hecho en múltiples ocasiones a amigos, compañeros y familiares. También he pedido prestado pero mi madre nos inculcó que hay que devolverlo y agradecerlo a quien nos lo deja.
Son muchas historias que guardo en ese anecdotario que duerme en el baúl de los recuerdos y muchas lecturas psicológicas que he podido hacer al respecto; aunque, dicho sea de paso, soy un ateo de la psicología, no creo en una disciplina que te suele decir lo que tú sabes o lo que la gente que te conoce sabe de tí; pero eso es harina de otro costal.
Teniendo 18 años una amiga me pidió 2.000 pesetas. Después de tres años recordándoselo cada dos por tres siempre me decía: “ A ver si está semana te puedo devolver algo”. La veía fumar, consumir sus cervezas y no privarse de nada. Curioso resultaba que a uno de corte pedir lo que ha prestado esperando su devolución.
Hace poco tiempo, una señora del servicio de limpieza del trabajo, con voz misericordiosa me pidió 100 euros para final de mes: “Te lo devuelvo cuando cobre”. Pues tardó 8 meses y fui anotando todas las excusas por aquello de mi pasión por la literatura del realismo mágico: me cortan la luz, el agua, debo al de la tienda 200 euros y ya no me fian, he tenido que comprar un medicamento, ayer me vino un recibo los muertos, mañana sin falta, espérate unos días, no creas que me he olvidado, patatín patatán. Y yo, veloz por los pasillos, haciendo del cobrador del frac pero sin frac. No eran los 100 euros sino el engaño, la mentira y el trato de gilipollas que uno recibe. Me hubiera salido más rentable dárselo pero uno tiene su orgullo.
Las peticiones de una amiga iban en progresión aritmética. Déjame 100, déjame otros 100 y te devuelvo los 300 pasado mañana. Pero pasado mañana no era nunca. Un día me invitó a comer en un bar y volvió a la guerra. Necesito 800 urgentemente, pido un préstamo mañana y te lo devuelvo todo. Y así una y otra vez. Un día le dije : “No me debes nada pero no voy a poder dejarte más”. Uno se tiene que inventar urgencias para concienciar al prestatario; pero el prestamista es más cuco y te da cien vueltas en estos menesteres.
Para cobrar una deuda de unos inquilinos, esta vez eran 10.000 euros sufrí todas las fases.
Mes a mes ponían una cadena de desgracias, luego me bloquearon, después no me abrían la puerta, más tarde rompieron el interfono, a lo último que me dijeron que tenían dos niños pequeños y que no les molestara más.
Contraté al famoso cobrador del frac, que también me estafó 800 euros. Gané el juicio pero no tenían un duro. Los gastos de mi abogada fueron 2.000 euros.
Más vale perder que seguir perdiendo.
Cuando he prestado una cantidad importante, más de 2.000 euros, las condiciones de pago han sido cambiadas una y otra vez: te lo devuelvo en 6 meses, te lo devuelvo en un año, te voy pagando 100 en vez de 200, ahora me es imposible devolverte nada, esperaré a que empiece a trabajar.
Eso sí, llegaban los plazos y era yo el que tenía que pasar ese “apuro social de llamarlo y recordarle”
Al final le dije, dame la mitad y estamos en paz; sólo con quitármelo de la cabeza me sentía pagado.
Vendiendo papeletas de Lotería de Navidad tengo para escribir un Quijote: te las pago mañana, ¿Tienes cambio? Recuérdamelo.
Pero en este tema no he perdonado ni una papeleta. De hecho, una vez seguí a una compañera al desayuno pues siempre la cogía sin cartera. ¡ Y lo logré! Eran 10 euros pero no me daba la gana.
También existen los que tienen que mantener un nivel de vida a tu costa: “ Me dejas 250 euros para tabaco, este mes he tenido muchos gastos”, pedir para un viaje o para comprar los Reyes a los niños.
Hoy voy a mandar 300 euros a Marruecos para la compra un borrego a una señora a la que aprecio muchísimo, pero la persona sí es legal pues te lo pide como una donación y no como un préstamo.
Mucha gente abusa, pues piensa que te va a costar decirles que te lo devuelvan, otros juegan con el convencimiento de que no lo necesitas y también están los que tienen más cara que espalda.
En esas estamos. No tengáis aprieto alguno, insistir, no abandonar el karma de “devuélveme lo que te dejé, que me voy al bingo y no puedo entrar”. No es menester dar pena con el moroso profesional.
Y os recuerdo que el Ayuntamiento sigue sin arreglar los baños del parque de perros, lo mismo le deben dinero y está sin blanca. Nosotros tenemos la negra con el consistorio.