La noche del 24 al 25 de marzo de 1954 está marcada en negro en la historia de Ceuta. Esa trágica fecha ocurrió el naufragio del dragaminas Guadalete, murieron 34 de los 78 tripulantes que iban a bordo.
En Ceuta reside uno de aquellos supervivientes, Eumenio Prieto Fernández. A sus 91 años ha abierto las puertas de su historia a FaroTv para contar cómo recuerda ese suceso y cómo ha sido su vida desde entonces. Este jueves se le rendirá un tributo a los desaparecidos con la celebración de una Misa Homenaje en el Santuario de Nuestra Señora de África el próximo jueves 4 de abril, a las 19:00 horas.
El Guadalete zarpó de Ceuta, donde tenía su base, para realizar un servicio de vigilancia entre este puerto y el de Melilla. La dotación estaba formada por cuatro oficiales, diez suboficiales, trece cabos y cincuenta y un marineros.
A causa de un fuerte temporal de levante y después de doce horas de lucha de su dotación por salvar el buque, el dragaminas se hundió a unas 30 millas al sur de Marbella.
“En cuanto llegamos a los isleros del cementerio ya empezó a entrar agua por los atmosféricos de arriba, tanto así que el cuadro eléctrico empezó a arder. Hubo un marino que fue arriba al puente rápidamente para avisar al capitán y este le dio un guantazo para que se callara y no alarmara a la tripulación”, recuerda Eumenio.
Explica con gestos, como si hubiera ocurrido ayer, cómo estaba achicando agua, así como la agonía con la que vivió aquellas horas en la que su vida corría tanto peligro.
“Estuve toda la noche recogiendo cosas, amarrando cosas y achicando agua. Se fueron todos los botes y las balsas salvavidas, nos quedamos con una sola. Todo se lo fue llevando la mar. Estábamos con cubos achicando agua que entraba en la cubierta. Nos mandaron a coger colchonetas para intentar cerrar las puertas, pero era imposible, eso no tenía esa holgura”.
Eumenio estuvo más de tres horas en el mar antes de ser rescatado junto a otro compañero por un barco italiano. Recuerda que un buque intentó salir de Algeciras, pero el fuerte temporal hizo que no pudiera llegar hasta ellos y lo único que pudo hacer fue rescatar cadáveres en el mar.
“Los relojes se pararon, pero fue sobre las cinco y media cuando se hundió. Yo no me tiré al agua, pero me vi en el mar. No me tragó, fui a parar con otro muchacho, los dos agarrados, a un enjaretado. Él iba con una camiseta y yo con un pantalón de deporte, caía el viento brutal. Por fin, después de tres horas en el agua, vimos un barco italiano y para allá fuimos. Al llegar en seguida nos echaron un cabo, me amarré, pero estaba aterido y el cuerpo empezó a pesar. Al final, como pude, me salvé. Estaba temblando”, prosigue.
La comida del barco que le rescató era escasa, solo tenían para ellos, por lo que su capitán le exigió que fueran dejados en algún puerto para evitar que todos murieran de hambre. “Me encontré con otros supervivientes en ese barco, no había comida para tanta gente por lo que nuestro capitán pidió que nos dejara en algún puerto, que no podían llevarnos así hasta Italia. Le dijo que es que con el temporal estaban todos los puertos cerrados, Algeciras, Málaga y Ceuta, que lo único que podía hacer era dejarnos en Gibraltar. Allí le dijo que nos dejaran bajo la responsabilidad del Gobierno español”.
Prieto aclara que no fue únicamente el fuerte viento de levante y el estado de la mar los causantes de aquella desgracia. El superviviente de este naufragio recuerda que el barco no cumplía las condiciones y que tuvieron que callar por órdenes de los superiores.
“El barco se hundió porque no estaba en condiciones. No solo es pintarlo y tenerlo limpio. No había un chaleco salvavidas disponible. Me tuve que tirar a cuerpo y en aquel entonces había mucha gente que no sabía nadar. Nos dijeron bien claro que no podíamos contar nada de aquella noche y mucho menos hablar con periodistas”.
Además, Prieto ha señalado que gracias a él y su insistencia todavía se recuerda aquella desgracia ocurrida en el año 54. Todavía acude en muchas ocasiones al cementerio, en donde se colocó una placa en recuerdo a este hecho. “Había 5 compañeros enterrados, pero ahora solo quedan 4, ya que uno de ellos vino su familia y se lo llevaron al País Vasco”.
Eumenio Prieto Fernández vive junto a su mujer María Luisa Expósito Sánchez en la barriada de O’Donnell. Tras estar 8 años de marino decidió salir e ingresar en la Policía Local.
“Llegaba de viajes muy largos y mi hija ni me daba un abrazo. No se acordaba de mí y dije esto no está hecho para mí. Por eso ingresé en la Policía Local para estar cerca de mi familia. Nunca he parado en todos mis años, incluso me dedicaba a llevar el tabaco a los distintos estancos donde me sacaba mi dinero”.
Increible !! un superviviente del naufragio del barco "Guadalete" del 1954 ,me creía que de aquel naufragio no quedaba nadie ,que sorpresa más agradable , le deseamos larga vida !
Da gusto escuchar las historias de nuestros abuelos, padres … y sus vivencias…..