Otea el horizonte, devuelve la mirada a la plaza de África y descubre a su alrededor a los más de doscientos paisanos que se han embarcado, desde América, a la aventura de fe, a la fiesta de la Jornada Mundial de la Juventud. Pasan unos segundos y, cuando la algarabía de cánticos, guitarras, panderetas concede una tregua, proclama: “Llevo aquí, en esta linda tierra de Ceuta, menos de veinticuatro horas, y ya me siento caballa”. Juan Víctor Moreno es uno de los 211 peregrinos venezolanos que llegaron el viernes doce a Ceuta, en barco desde Algeciras, en avión desde Caracas, la capital de Venezuela, impulsados por la tecnología de la aeronáutica, por el buen manejo humano, pero sobre todo por el amor al Dios al que aman, a ese Jesús del madero representado en la tierra por el Santo Padre.
¿Se puede ser de un lugar sin apenas conocerlo, ignorando su historia, una ciudad en donde sólo se ha dormido una noche? “Se puede”, dice Winfred, venezolano de Anzoátegui, para preguntarse a continuación: “¿No es ése el dogma de Jesucristo, el de amar a todos los hombres con independencia de su forma de ser y de su procedencia?”. Cumpliendo este credo, Winfred mantiene que “igual que Dios, yo amo por igual a un anzoatiguense que a un ceutí, a un hermano de sangre que a un hermano político”.
Sucede, como en este caso, que la opinión individual es la misma, sin fisuras, que la opinión social: cualquiera de los peregrinos firman la opinión de Winfred. También la secundan los miembros que componen la segunda expedición, llegada del mismo país, de Venezuela y con idéntica ilusión.
Son otros cien peregrinos que cumplieron con la misma agenda que sus paisanos, al igual que el último de los grupos de católicos que visitaron la ciudad, “nada menos que cien peregrinos de Oriente Medio”, se complace Juan de Mena, responsable de la diócesis neocatecumenal en Ceuta y parte fundamental para que éstas jornadas previas a la visita del Papa a Madrid hayan resultado un éxito rotundo, para las que se han realizado actividades “orientadas a cumplir con tres pilares básicos del catolicismo que son la oración, la catequésis y la participación del anuncio por las calles de la ciudad”.
Juan de Mena puso rumbo a la capital en el mediodía de ayer; allí se reencontrará con los peregrinos venezolanos, de Oriente Medio, todos ellos, siguiendo la teoría de Winfred, ceutíes de adopción y de sentimiento, así como con los caballas de nacimiento, ese entusiasta grupo que roza la centena.
Algunos de ellos, nada menos que sesenta y cinco, cruzaron a mediodía de ayer la frontera de Portugal con España, tras realizar ofrendas eclesiásticas por la capital lusa, Lisboa, durante los último días, y por Fátima. Ya en territorio español, lo peregrinos ceutíes se dirigieron a Ávila para almorzar. Uno de ellos, Agustín Recio, no podía disimular la emoción que le embargó al unirse en la plaza principal de la capital abulense “con decenas de peregrinos filipinos y sevillanos, tan conmovidos y nerviosos por la cercanía de ver al Papa”.
No obstante, el autobús de dos plantas que transporta a los jóvenes diocesanos de Ceuta, no llegarán a tiempo de unirse a la fervorosa masa de peregrinos en la plaza Colón de Madrid para dar la primera bienvenida popular al Santo Padre: “No pasa nada, nuestro alma está allí, además nosotros podremos disfrutar del Papa en el Escorial”.
De alguna manera, será éste de hoy el segundo encuentro del Papa Ratzinger con peregrinos de nuestra ciudad, después de que ayer, desde primera hora del día veintinueve católicos de la orden de San Agustín en Ceuta, se unieran a la fiesta de la JMJ.
“Esto es impresionante, sabíamos que iba a ser una fiesta pero creo que las previsiones se han superado porque aquí hay más de un millón de personas”, dice con orgullo, el Padre Isidro, que relata, a modo de chispazos, lo que los agustinos ceutíes han hecho desde que llegaran a Madrid: “El martes hicimos una catequésis con el arzobispo de Granada, esa misma noche, ya en Madrid, vimos un documental del Papa Juan Pablo II; ayer madrugamos, rezamos y salimos de nuestro hogar –los agustinos ceutíes se han alojado, junto a 850 peregrinos pertenecientes a la misma orden y oriundos de diversas partes del mundo, en el Polideportivo de San Agustín, junto al Estadio Santiago Bernabéu– para ir a las calles del centro y palpar el buen ambiente reinante”. Fernando Ramos, agustino ceutí, lo explica de manera muy gráfica: “De la ilusión por ver al Santo Padre, no he dormido”.
Por Sol, Gran Vía, Alonso Martínez, bien pudo Fernando y sus compañeros de orden encontrarse con los paisanos diocesanos que, dirigidos por el Padre Andrés, disfrutaron de un día extraordinario, “acompañados de los peregrinos de Cádiz –juntos, gaditanos y ceutíes, suman 250–, con los que hemos realizado el viaje desde el sur”. Pasearon por el Retiro, almorzaron, rezaron y se colocaron en un lugar privilegiado para, al menos por una gigantesca pantalla colocada en la calle para la ocasión, poder ver, sentir, palpar con el alma al Santo Padre: así hasta quinientas almas caballas que, en realidad y por encima de todo, son quinientas almas humanas, vengan de donde vengan.![alt](images/stories/fotosceuta/2011/08/19/pag18/18-19-2.jpg)
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¿Se puede ser de un lugar sin apenas conocerlo, ignorando su historia, una ciudad en donde sólo se ha dormido una noche? “Se puede”, dice Winfred, venezolano de Anzoátegui, para preguntarse a continuación: “¿No es ése el dogma de Jesucristo, el de amar a todos los hombres con independencia de su forma de ser y de su procedencia?”. Cumpliendo este credo, Winfred mantiene que “igual que Dios, yo amo por igual a un anzoatiguense que a un ceutí, a un hermano de sangre que a un hermano político”.
Sucede, como en este caso, que la opinión individual es la misma, sin fisuras, que la opinión social: cualquiera de los peregrinos firman la opinión de Winfred. También la secundan los miembros que componen la segunda expedición, llegada del mismo país, de Venezuela y con idéntica ilusión.
Son otros cien peregrinos que cumplieron con la misma agenda que sus paisanos, al igual que el último de los grupos de católicos que visitaron la ciudad, “nada menos que cien peregrinos de Oriente Medio”, se complace Juan de Mena, responsable de la diócesis neocatecumenal en Ceuta y parte fundamental para que éstas jornadas previas a la visita del Papa a Madrid hayan resultado un éxito rotundo, para las que se han realizado actividades “orientadas a cumplir con tres pilares básicos del catolicismo que son la oración, la catequésis y la participación del anuncio por las calles de la ciudad”.
Juan de Mena puso rumbo a la capital en el mediodía de ayer; allí se reencontrará con los peregrinos venezolanos, de Oriente Medio, todos ellos, siguiendo la teoría de Winfred, ceutíes de adopción y de sentimiento, así como con los caballas de nacimiento, ese entusiasta grupo que roza la centena.
Algunos de ellos, nada menos que sesenta y cinco, cruzaron a mediodía de ayer la frontera de Portugal con España, tras realizar ofrendas eclesiásticas por la capital lusa, Lisboa, durante los último días, y por Fátima. Ya en territorio español, lo peregrinos ceutíes se dirigieron a Ávila para almorzar. Uno de ellos, Agustín Recio, no podía disimular la emoción que le embargó al unirse en la plaza principal de la capital abulense “con decenas de peregrinos filipinos y sevillanos, tan conmovidos y nerviosos por la cercanía de ver al Papa”.
No obstante, el autobús de dos plantas que transporta a los jóvenes diocesanos de Ceuta, no llegarán a tiempo de unirse a la fervorosa masa de peregrinos en la plaza Colón de Madrid para dar la primera bienvenida popular al Santo Padre: “No pasa nada, nuestro alma está allí, además nosotros podremos disfrutar del Papa en el Escorial”.
De alguna manera, será éste de hoy el segundo encuentro del Papa Ratzinger con peregrinos de nuestra ciudad, después de que ayer, desde primera hora del día veintinueve católicos de la orden de San Agustín en Ceuta, se unieran a la fiesta de la JMJ.
“Esto es impresionante, sabíamos que iba a ser una fiesta pero creo que las previsiones se han superado porque aquí hay más de un millón de personas”, dice con orgullo, el Padre Isidro, que relata, a modo de chispazos, lo que los agustinos ceutíes han hecho desde que llegaran a Madrid: “El martes hicimos una catequésis con el arzobispo de Granada, esa misma noche, ya en Madrid, vimos un documental del Papa Juan Pablo II; ayer madrugamos, rezamos y salimos de nuestro hogar –los agustinos ceutíes se han alojado, junto a 850 peregrinos pertenecientes a la misma orden y oriundos de diversas partes del mundo, en el Polideportivo de San Agustín, junto al Estadio Santiago Bernabéu– para ir a las calles del centro y palpar el buen ambiente reinante”. Fernando Ramos, agustino ceutí, lo explica de manera muy gráfica: “De la ilusión por ver al Santo Padre, no he dormido”.
Por Sol, Gran Vía, Alonso Martínez, bien pudo Fernando y sus compañeros de orden encontrarse con los paisanos diocesanos que, dirigidos por el Padre Andrés, disfrutaron de un día extraordinario, “acompañados de los peregrinos de Cádiz –juntos, gaditanos y ceutíes, suman 250–, con los que hemos realizado el viaje desde el sur”. Pasearon por el Retiro, almorzaron, rezaron y se colocaron en un lugar privilegiado para, al menos por una gigantesca pantalla colocada en la calle para la ocasión, poder ver, sentir, palpar con el alma al Santo Padre: así hasta quinientas almas caballas que, en realidad y por encima de todo, son quinientas almas humanas, vengan de donde vengan.
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