El resultado de Podemos en las elecciones generales en Ceuta se puede calificar de excelente. 4.630 votos. Nunca antes un partido político anclado en los principios de la izquierda había alcanzado una cuota de representatividad tan significativa. Es una inequívoca señal de que estamos ante una oportunidad cierta de cambiar las cosas en nuestra ciudad.
Hay una verdad que la fuerza de los hechos ha convertido en axioma: la Ceuta del bipartidismo ha tocado fondo. El arrinconamiento histórico hasta la envilecida condición de ‘cuestión de estado’ ha ido consolidando un modelo de ciudad absurdo en el que los problemas estructurales no tienen solución alguna. Todas las decisiones políticas de una mínima envergadura están supeditadas al ‘derecho de veto’ del que goza Marruecos en aras a la ‘indestructible amistad’ que une a los dos países (muy fortalecida en la actual coyuntura por la cooperación en matera de lucha contra el terrorismo y contención de la inmigración). Los compromisos alcanzados por PP y PSOE con el reino de Marruecos son tan férreos que para estos partidos forman parte de su ADN político, y son irreversibles. El único futuro de Ceuta en manos de PP y/o PSOE es una lánguida decadencia sin más horizonte que una estremecedora incertidumbre que el tiempo (y las circunstancias) se encargarán de despejar.
Por eso, la solución de Ceuta está en un cambio radical de paradigmas. No es suficiente con modestos retoques dentro de las líneas marcadas por la vieja política. Es necesario encontrar el lugar de Ceuta en un contexto de futuro, marcado por el fortalecimiento de un nuevo concepto de soberanía española y basado en la redefinición de las relaciones con Marruecos, insertándolas en el ámbito de la construcción europea, en lugar de practicar una ‘bilateralidad’ amortizada, asfixiada de antemano y nociva para Ceuta por naturaleza.
Este planteamiento sólo es posible desde la nueva concepción de la política que propone Podemos. Aún hay demasiadas personas que, empeñadas en reducir el fenómeno Podemos a la condición de “un partido más”, no comprenden su verdadero alcance. Lo que estas mentalidades desfasadas consideran dudas, ambigüedades, contradicciones, inestabilidades o cosas similares no es más que la consecuencia (sana) de estar construyendo un nuevo modo de hacer política. En este proceso, también Ceuta puede (y debe) tener su participación activa, incorporándose al cambio. Ceuta debe definir bien sus reivindicaciones a corto, medio y largo plazo, y buscar el acomodo necesario para los nuevos tiempos.
El buen resultado de Podemos representa, indudablemente, una magnífica oportunidad para Ceuta. Tanto por su dimensión cuantitativa como cualitativa. Se adivina una incipiente, pero esperanzadora ruptura con obsoletos clichés que han dominado la conciencia colectiva hasta ahora con nefastas consecuencias. Pero, de momento, es solo eso. Un hermoso camino por recorrer. Los ceutíes estamos ante un nuevo reto. Los anteriores los hemos perdido, enredados en interminables luchas cainitas alimentadas por un egoísmo sin límites, una envidia exacerbada y un enfermizo desapego a esta tierra. Debería ser tan fácil como aprender de los errores y cambiar nuestra actitud. Quizá sea pedir demasiado, en una ciudad acostumbrada a hacerlo todo al revés.