Los inmigrantes que se concentraban en la plaza de los Reyes llevan desde la primera detención haciendo gala de una actitud ‘rebelde’ frente a la autoridad y sin mostrar conato alguno de colaboración. La maquinaria judicial se trasladó ayer desde las ‘precarias’ instalaciones del Palacio de Justicia hasta las ‘modernizadas’ salas de la Audiencia Provincial con el fin de facilitar la celebración del juicio contra los 35 inmigrantes detenidos el día 10 de septiembre por sus concentraciones en la plaza de los Reyes. Un esfuerzo previsiblemente estéril, dados los precedentes, aunque acertadamente lógico por lo impredecible de la actitud de los extranjeros. Una vista oral que en forma de símil con una historia bíblica llevaría el nombre de ‘David y Goliat’ por lo descompensado de los elementos que se dieron cita en el juicio. Treinta y cinco acusados para un sólo testigo, cinco abogadas de la defensa para un sólo representante del Fiscal (acusación) e incluso cinco medios de comunicación para cubrir una única noticia. Toda una muestra de lo importante y delicado que es el fenómeno de la inmigración en la ciudad, aunque en términos judiciales se trata como cualquier otro caso.
Desde que se produjera la primera de la detenciones, el día 8 de septiembre, se han vivido diferentes capítulos que han ido haciendo crecer la tensión entre los extranjeros y las autoridades. Tres detenciones, la comunicación de la resolución del delegado, los paseos por las calles de Ceuta a cartonazo limpio, el desplante a la Policía, su ausencia en los juzgados, los fallos judiciales a su favor y, por último, su falta de colaboración continua. En total, treinta y siente días de retos directos al delegado del Gobierno que, de momento, se viene saldando con un 2-0 a favor de los inmigrantes y la sensación generalizada de que se podía haber hecho algo más por intentar poner una solución a este conflicto.
La actitud de los inmigrantes, según fuentes cercanas a ellos, ha sido de ‘rebeldía’ ante cualquier tipo de manifestación, comunicación y actuación que se ha desarrollado con ellos. “Se han negado a firmar todas las comunicaciones que se les ha hecho llegar al CETI”, aseguraban desde diversos frentes. En esta línea, no se han presentado ninguna de las veces que se les ha citado para comparecer ante los jueces e incluso han rehusado la posibilidad de adaptarse y preocuparse por asegurar su futuro en España. Según ha podido saber este medio, de los más de 40 inmigrantes implicados en este grupo sólo unos siete -como máximo- habrían mantenido unos contactos iniciales con las personas que les pueden ayudar a regularizar, de alguna forma, su situación, aunque en ningún caso habrían colaborado para facilitar documentos y papeles que son necesarios. Fuentes cercanas a los inmigrantes señalaron que estas personas, con su actitud, son las que están “generando problemas” en el centro de internamiento. Lo normal, es que los extranjeros internados en el CETI aprovechen los medios que se ponen a su disposición para que puedan aprender el idioma, las costumbres y puedan adaptarse e integrarse, por lo que este grupo no es representativo.