Opinión

Día de las Fuerzas Armadas

Los españoles gozamos del privilegio, a veces inadvertido, de haber edificado un gran País a lo largo de los siglos. No siendo novedoso, que el almanaque aglutine numerosos días, acontecimientos o conmemoraciones ciertamente puntuales que vienen a rememorar, distinguir o elogiar páginas ilustres o aspectos destacados, desembocados de la riqueza cultural, histórica o patrimonial, o quizás, por identificarnos como ciudadanos de España.

Esta evidencia es tan absoluta, que nos diferencia de otras naciones sin que por ello dejemos de tomar parte en realidades conocidas, como podría ser el entorno del viejo continente, o de alianzas y tratados, que nos otorgan el establecimiento de relaciones recíprocas fundamentadas en el respeto mutuo.

Pero si existe una ocasión excepcional entre los días que atañen al período anual, esta es por antonomasia, la celebración del Día de las Fuerzas Armadas.

Una jornada de puertas abiertas que ni mucho menos nos hace ser diferentes del resto de gentes de otras procedencias, porque indistintamente, esta festividad también se realza en sus calendarios, al objeto de impulsar el conocimiento e integración de esa colectividad, al percibir el compromiso de sus Ejércitos y de los hombres y mujeres que lo forman.

Pero, lo que salta a la vista y éste quizás sea el matiz cardinal en lo preliminarmente expuesto, que ninguna otra nación puede exhibir una historia militar tan pródiga de episodios memorables, como la española.

No me refiero exclusivamente a los hechos acontecidos y documentalmente probados siglos después, sino, porque la unión de ambos factores, se fraguó en sus mejores hijos y en la mejor de su sangre, que con generosidad fue esparcida.

Como, del mismo modo, no hay tierra que atesore inigualablemente a tantos de sus héroes sepultados en cualesquiera de los rincones del mundo, consecuencia del valor perdurado, y hoy, conservado en el Soldado de todos los tiempos de los Ejércitos de España. Indicios e indicativos, así como destellos del amor patrio que ha llegado sano hasta nuestros tiempos, para hacerse aún más glorioso y que ni mucho menos forma parte de una memoria cualquiera.

Las Fuerzas Armadas han sabido introducir los cambios tecnológicos precisos, prosiguiendo con la misión de defensa a las agresiones exteriores y contribuyendo con desvelo en misiones humanitarias

Por lo tanto, las Fuerzas Armadas se establecen en unos de los puntales básicos del Estado, erigiéndose en el medio más efectivo y preparado que nos facilita la seguridad que deseamos.

Su inquebrantable profesionalidad y esmerado adiestramiento están fuera de toda duda, por ello, la elevada capacidad de servicio que proporciona a España, merece una seria reflexión, porque lo realizado es el resultado de un itinerario atribuido a la voluntariosa ejemplaridad.

De ahí, que los valores intrínsecos atesorados en el colectivo castrense, no pueden ni deben ser contrarios a los de la ciudadanía que defiende, porque no habría mayor desdicha para el Ejército y la sociedad, que esto sucediera.

En un Estado de Derecho Soberano como España, es lícito que no todas las personas lo compartan y lo ejerciten por igual.

Sin embargo, la adhesión a la Bandera Nacional, el Escudo y el Himno Nacional, encarnados en los símbolos del Estado Español y en los poderes constitucionales del Estado, es un deber irrevocable de la que ninguno debería quedar exento.

Siendo incongruente dar silencio a una festividad en la que se recapitula la imagen de un pueblo complacido y airoso en su idiosincrasia; que se engrandece, festeja y ensalza con el desfile conmemorativo; en reverente calma y el corazón henchido atiende la melodía del Himno Nacional, y, respetuoso implora por el Soldado de todos los tiempos, y por aquellos otros, que paulatinamente se han unido a su presencia.

Pero, si a nuestros Soldados le imploramos a diario desprenderse de consecuencias incalculables, lo menos que podemos concederles es la gratitud y el agradecimiento infinito, sobre todo, que se sientan retratados como una parte irreemplazable de la Nación.

Ellos, como Soldados de los Ejércitos de España, tienen que percibir al igual que nosotros, como ciudadanos que lo asistimos, que salvaguardamos los mismos valores y que lo aceptamos como abanderados en el modelo obrado de audacia, valor y entereza por el bienestar de todos. Las Fuerzas Armadas vigorizan el icono de una gran Nación, en un entorno de guerras asimétricas y en los que, como telón de fondo, debe maniobrar con audacia en los escenarios futuros.

Por ende, es razonable admitir, como la intervención de las Fuerzas Armadas de España, tanto dentro como fuera de nuestros límites fronterizos, hacen del trazado profesional una hechura que proporciona solidez, integridad, responsabilidad, seguridad, innovación y deber con la comunidad internacional y las posiciones donde dignamente realiza las misiones encomendadas.

Subrayándose, que, en los últimos treinta años, el Ejército de España ha sido el ministerio donde se han producido numerosas variaciones en cuanto a la modernización, sabiendo interpretar la evolución del contexto de seguridad y adecuando las estructuras a las demandas actuales.

Todo ello, a pesar de las insuficientes condiciones presupuestarias habidas. Recuérdese al respecto, que la historia de nuestro Ejército, una de las más largas entre las milicias contemporáneas, comprendió cinco siglos de abundantes reseñas testimoniales en todo tipo de contiendas, en las cuales, las unidades lucharon con bravura tanto en Europa, África, Asia y América del Norte, Centro y Sur. En los prolegómenos de las acciones, supo perfeccionar con destreza nociones innovativas de combate y organización, constituyéndose durante un amplio periodo de tiempo, en la potencia hegemónica terrestre de Europa y América.

Si bien, durante la Guerra de la Independencia, emprendió una etapa de guerras fratricidas y coloniales y de intromisión del Ejército en la política, que no concluyó hasta la última etapa del siglo XX con la restauración democrática. Desde entonces, las Fuerzas Armadas han sabido introducir los cambios tecnológicos precisos, prosiguiendo con la misión de defensa a las agresiones exteriores y contribuyendo con desvelo en misiones humanitarias. Habría que remontarse al año 1989, en cuanto al nivel operacional exhibido y a la reputación proveniente de la intervención militar en misiones internacionales.

Por aquel entonces, las acciones materializadas en el Kurdistán Iraquí, como el primer despliegue internacional español, fue considerado como un ejemplo a seguir en el enfoque operativo.

Desde aquella operación convertida en precedente sobre el uso de recursos y de la fuerza, la estimación de las Fuerzas Armadas de España en misiones internacionales, ha ido terciándose básicamente como la política exterior del Estado.

No soslayándose, que nuestras Fuerzas Armadas concurren como socio destacado de la Alianza Atlántica y de la Unión Europea, en marcos estratégicos ampliamente enrevesados y como territorio colindante con el continente africano.

De manera, que el elemento militar se hace uno más en las manos de la dirección administrativa del Gobierno de la Nación, para operar directamente o incorporarlo con algunos de los aliados en el apoyo prioritario de la seguridad y de la estabilidad en el mapa internacional.

En estas misiones, España, allí donde ha sido inexcusable su ayuda, ha dejado confirmado que es un socio eficaz, solidario y plenamente competente con la seguridad internacional.

Por lo tanto, hacer una valoración en este día tan significativo, antes, ahora y en el futuro inmediato, hace ostensible el prestigioso papel conjugado y altamente demostrado por los militares españoles.

Un extenso reconocimiento internacional y local reiterado, que no se queda atrás por parte de los habitantes a los que los contingentes españoles han socorrido en numerosas ocasiones con destreza, fundamentalmente, con la empatía y el aplomo en el aspecto de la integración, refrendándose con lo dicho, la gran virtud puesta en escena, como ha sido la capacidad de entendimiento.

No es necesario mencionar algunas referencias que justifique los elogios constatados en la operatividad desplegada y en el encargo cristalizado como embajadores del espíritu de sacrificio, acogiendo sin reservas enormes dificultades y esfuerzos dilatados.

Toda vez, que es justo y obligado declarar, que ha quedado hilvanada la estela rojigualda, allí donde han operado los contingentes españoles, definida con la profesionalidad, empeño y constancia con los deberes encomendados.

Sin lugar a dudas, atraerlos con cordura y brindarles el calor humano con el que se caracteriza el Soldado de los Ejércitos de España, se convierte en uno de los propósitos principales de las operaciones y de su consecución, sobresaliendo excepcionalmente, por la efectividad desplegada en la observancia de las misiones.

La actuación de los militares españoles en las numerosas misiones de paz o humanitarias llevadas a término, quedan descubiertas en sus uniformes ataviados con las distinciones que hacen identificar que han sido ellos y no otros, los que han guiado con honor la defensa de los valores más loables, bajo la Bandera de España. Gracias a nuestros Soldados, el orden y la protección que esperábamos para estos territorios devastados por conflictos armados o desastres naturales, se han repuesto los sentimientos de paz y la cohesión social, hasta devolver la serenidad en la vida de hombres, mujeres y niños.

Otra vez, como en muchas tantas ocasiones, tributando no solo el alto precio del sufrimiento y de la voluntad soportada, sino, con la propia sangre, dignificando la usanza militar y la historia de los Ejércitos de España. Allí, donde se han llevado a cabo estas misiones, ha existido acuerdo unánime en catalogar que la oficialidad y las tropas españolas, han hecho gala de la sensibilidad humanitaria y gran habilidad, adquiriendo un altísimo porte de entrega a la población.

Interviniendo en entornos de uso de la fuerza en desiguales coyunturas operacionales, como, del mismo modo, disponiendo de un alto grado de ejecución general en el avance operativo y en el éxito de los objetivos establecidos.

Esencialmente, las Fuerzas Armadas españolas han desplegado competentemente acciones encaminadas a la defensa de infraestructuras, instalaciones, convoyes y desplazamientos de personas en comarcas de luchas. La amplia capacidad de adaptabilidad, resistencia y agudeza demostrados, hacen indicar una vez más, la excelencia puesta en escena en las formas de operar.

Es por ello, que el Día de las Fuerzas Armadas nos hace caer en la cuenta del comportamiento firme, valeroso y honrado de ese Soldado Siempre Solícito, que admite disciplinadamente por el amor al servicio y la obediencia debida, la vigilancia permanente ante el flagelo de los enemigos y la protección del Estado de Derecho que juntos hemos construido.

Por esto y por muchas otras cuestiones inspiradas en la consagración exclusiva al servicio de España, nos congratulamos y nos sentimos correspondidos en esta jornada cargada de actos, en los que inigualablemente se perpetúan férreas tradiciones y una rica semblanza militar que se colma de grandeza. Rememorando como españoles, la responsabilidad tantas veces justificada de hacernos herederos de la Defensa Nacional y coherederos de la Soberanía de España.

Poniendo en valor la fortaleza sublimada en el sacrificio y la gratitud infinita que, con pequeños ejemplos y hazañas provenientes del espíritu de cuerpo, nos han llevado a comprender que el patriotismo es algo más que un sentimiento.

Porque, en cierta manera, estaríamos vacíos si declinásemos de los valiosos privilegios e inmensos derechos obtenidos, por el simple hecho, de sentirnos identificados como españoles y encomiar con admiración a nuestro Ejército.

Desde el primoroso ejercicio en misiones humanitarias como defensores de los derechos humanos a la alta estima que le aguarda el pueblo español, hoy caminamos entre pertenencias culturales cargadas de historia, hasta percibir la sensibilidad revelada en las almas de sus miembros que hacen de estas Fuerzas Armadas, las únicas en la Tierra.

Día memorable que nos libra la batalla de tomar conciencia, aún mayor, de lo que encarna el quehacer diario de los miembros de las Fuerzas Armadas y el encaje escrupuloso de los Ejércitos con la Nación que celosamente cuida. Un encargo deudor de responsabilidad y de servicio empeñado con el pueblo e instituciones, a la que han profesado sin fisuras, lealtades sublimes.

La dilatadísima y destacada historia de los Ejércitos de España divulgada a lo largo de los siglos, ha dado como fruto un acervo histórico, artístico y cultural al que están reservados importantes recursos humanos y materiales.

No cabiendo rehúso, de ninguna de las piezas de este puzle inacabado, por los éxitos que frecuentemente cosecha y que refunde la esencia atareada de los valores castrenses. Multiplicidad de actividades complementarias repartidas por la geografía española, encuadradas en el Día de las Fuerzas Armadas y enfocadas en hacer visible lo que en ocasiones se hace invisible, como es el trabajo esmerado y virtuoso de los militares españoles.

Como no podía ser menos, la Ciudad Autónoma de Ceuta, representada por las Unidades de la Comandancia General, junto a su primer Soldado de esta Guarnición, ejemplificado por el Excmo. Sr. Comandante General y Comandante Militar don Javier Sancho Sifre, durante estos días como el resto de días que comprende el año, anhelan realzar la filiación leal de los Ejércitos con su pueblo.

Porque todos, sin excepción, somos parte integrante de esta gran Nación a la que nos entregamos sin reservas, vigorizándose el vínculo inseparable e indisoluble que concurre como sublime cadencia entre el Soldado de los Ejércitos de España y los ciudadanos de pleno derecho.

Difícilmente, podemos resistirnos en poner el acento con nuestra presencia en algunas de las actividades programadas y como no, en colocar decorosamente la Insignia Nacional en ventanas o balcones, que, en cierta medida, nos enorgullece, como deferencia a la Conmemoración Anual de una fiesta de carácter nacional.

Gratitud y profundo cariño a una Institución que prende con lucimiento a las Fuerzas Armadas de España, establecidas por hombres y mujeres hechos cómplices en el cumplimiento del deber, ofreciendo lo más valioso que poseen, la vida, si así fuera preciso, como el mayor de los tesoros, bajo el inconfundible cobijo de la Bandera que los envuelve, para que permanezcamos seguros y en paz, pero, sobre todo, al regazo de la Madre libertad.

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