Hace unos días, la consejería de Economía de la Ciudad Autónoma de Ceuta anunciaba una de sus medidas estrella para intentar reactivar el turismo local.
Se trata de entregar un cheque de 22 euros a cada visitante que saque un billete de ida y vuelta cerrado. Al parecer, de esta cantidad, 18 euros la asumirán las Navieras (es decir, los viajeros cuando les suban el precio del billete). El resto, a partes iguales entre los comercios y la Ciudad (también los viajeros, después de que les suban los precios de los productos, unos, o les cobren los impuestos, los otros). Una medida bienintencionada, que junto a otras, como la rebaja de imposición local, podrían servir para reactivar el comercio local si no tuviéramos el serio problema del comportamiento irresponsable de las Navieras a la hora de fijar los precios y los horarios de las travesías.
La pasada semana me disponía a embarcar desde Algeciras con mi coche en uno de los buques de Balearia. El billete de ida y vuelta me había costado 93,5 euros. El empleado que realizó las operaciones para darme la tarjeta de embarque me indicó que no era posible embarcar con ese billete en ese barco. Le pregunté por qué no y me respondió que sólo podía hacerlo en el “Pasión por Formentera”. Le respondí que debía ser un error, que ya me ocurrió la semana anterior, pues yo no había sacado la tarifa barata del barco grande, sino la más cara, precisamente para dejar la vuelta abierta y poder embarcar en cualquier buque. Me respondió que no, que yo no podía embarcar, de forma seca y con evidente enfado. Faltaban 5 minutos para embarcar. Le mostré el recibo de haber pagado 93,5 euros y le sugerí que llamara a la oficina de Balearia, como ya hicieron la semana anterior, pues debía haber algún fallo informático. Su respuesta fue tajante. Usted no puede embarcar. Y si quiere algo de la oficina, vaya usted y lo aclara en la Estación Marítima. Le seguí pidiendo por favor que llamara, que iba a perder el barco. Pero nada, volvió a meterse en el sistema informático y me mostró una pantalla. ¿Ve usted?. ¡Si quiere embarcar ahora, tiene que abonar la diferencia de tarifa, que es 3,5 euros!. Bueno, pues se los doy y ya reclamaré, le respondí. No. Yo no estoy aquí para cobrar, sino para emitir tarjetas de embarque.
En vista de la actitud del empleado, aparté el coche comencé a correr. El corazón se me salía, pues no podía perder el barco bajo ningún concepto. Cuando llegué a la ventanilla de Balearia, había dos personas delante, que también tenían algún problema parecido. Cuando, por fin me tocó el turno, les expliqué el problema y me dijeron que, efectivamente, la tarifa que me habían dado era una que te permitía volver a cualquier hora, pero no cambiar de buque. Les dije que debía ser un error, pues yo compré la tarifa más cara. Me contestaron que no, pues la más cara era 3,5 euros más. Accedí a pagar la diferencia. Volví corriendo y me coloqué en la cola de vehículos. Me extrañó que hubiese tantos, pese a que la hora de embarque pasaba ya varios minutos respecto a la fijada. Bajé del coche y pregunté a un empleado de Balearia. Me dijo que Capitanía Marítima de Algeciras había decidido hacer una inspección al buque a esa hora y que mientras no salieran, no podían dar la orden de embarque. Curiosa hora de hacer inspecciones, pensé.
Por fin embarcamos, aunque con un cuarto de hora de retraso. Cuando llegamos a Ceuta, observé que empezaban a salir los camiones antes que los coches. Le pregunté a un empleado si esto era habitual. Me contestó que no, pero que tenían una avería en los baños y habían tenido que hacer la operación al revés. Casi una hora de retraso llevábamos acumulada.
A estas alturas, mi cabreo estaba llegando a unos niveles peligrosos. Pero como ya llegaba tarde, decidí aparcar en la Estación Marítima y acercarme a la ventanilla de Balearia, a la persona que me vendió el billete, para pedirle explicaciones. Después de darle muchas vueltas al tema, consultar durante bastantes minutos el ordenador y comprobar que yo no me iría de allí hasta que me aclararan lo ocurrido, accedieron a hacerlo. Previamente, una persona que estaba allí, que parecía ser encargado, se quitó de en medio, dejando solo al empleado de la ventanilla conmigo. Me dijo que había una tarifa muy barata, pero si embarcabas a las 6 de la mañana y cerrabas la vuelta (73 euros). Otra más cara, para el mismo buque grande, pero que te permitía dejar la vuelta abierta y embarcar a una hora distinta de las 6 de la mañana (93,5 euros). Era la que a mí me habían vendido, pese a que les dije que quería volver a cualquier hora y en cualquier buque. Para esto hubiese sido necesario venderme la tarifa de 97 euros. Es lo que al final pagué, abonando la diferencia en Algeciras. ¿Y por qué no me vendieron esta tarifa, que era la que yo quería, desde el principio?. Pues muy fácil. Como cuando embarqué en Ceuta el buque que salía a esa hora era el Pasió, el sistema informático emite automáticamente la vuelta en el mismo, que es más barato (¡3,5 euros!), salvo que se “engañe” al sistema. Y eso sólo lo hacemos si el cliente lo dice, me indicaron. Es decir, que lo hicieron por mi bien, velando por mi economía.
¿Alguien sigue pensando que va a ser posible reactivar el comercio y el turismo en Ceuta con un cheque de 22 euros?. Yo no lo pienso. Aunque deseo sinceramente equivocarme.