Tal día como hoy, un 21 de agosto de 1415, los portugueses llegaron a Ceuta. Un hecho que marcó la historia del lugar. Todo esto ocurrió antes de que Ceuta se incorporase a España a mediados del siglo XVII, momento hasta el cual los portugueses dominaron, durante más de un siglo, el enclave en el norte de África. Portugal logró expandir sus dominios por Ceuta gracias a una breve y fácil batalla ante los musulmanes de la que hoy se cumplen 600 años.
Los cuarenta y cinco mil hombres que viajaron en doscientos buques portugueses sorprendieron a los defensores de Ceuta desprevenidos y el ataque, que se inició por la mañana, terminó con la captura de la ciudad por la noche. El príncipe Enrique se distinguió en la batalla, siendo herido durante la conquista de la ciudad, que se conocía como la 'Llave del Mediterráneo'.
Ceuta fue la primera conquista norteafricana de Portugal. Tiene un valor simbólico, ya que ayudó a la expansión de ultramar del imperio luso y sirvió como escuela de armas para futuras batallas, tal y como explica el historiador João Gouveia Monteiro, especialista en historia antigua y medieval y autor del libro '1415. La conquista de Ceuta'.
En esta obra, Gouveia Monteiro relata junto al también historiador António Martins Costa la ofensiva, que además de iniciar la expansión colonial de Portugal supuso un prolongamiento de la reconquista cristiana de la Península Ibérica.
El rey João I buscaba una nueva gesta que reforzase su posición internacional.
Fruto de este anhelo y de una joven nobleza ávida de combatir, los portugueses decidieron avanzar sobre la ciudad de Ceuta, ocupada por el pueblo musulmán.
En aquel momento, sobrevivía en la Península Ibérica un bastión musulmán en el reino de Granada, por lo que una conquista en territorio moro reforzaría además la posición de los cristianos y las relaciones de Portugal con la Santa Sede.
La posición estratégica de Ceuta, muy próxima a la Gibraltar musulmana y la Algeciras castellana, permitiría igualmente a Portugal ejercer cierto control sobre el estrecho.
Con esta hazaña en mente, cerca de 20.000 hombres partieron de las costas portuguesas a bordo de 200 navíos en dirección a Ceuta, donde desembarcaron en la madrugada del 21 de agosto y se enzarzaron en una plácida batalla que culminó esa misma noche con la toma del castillo, ya vacío tras la huida de los musulmanes.
“No puede dejar de ser vista como un intento de expansión del territorio portugués al otro lado del estrecho de Gibraltar a costa de los musulmanes”, consideró el historiador Gouveia Monteiro, quien destacó que Ceuta representó durante cuatro décadas la única posesión lusa en el norte de África.
La ofensiva no afectó las relaciones entre Portugal y Castilla, que, por aquel entonces, “estaba sumida en sus propios problemas políticos, con un rey menor de edad, y más preocupada por los musulmanes que resistían en Granada que por el papel de Ceuta”, explicó Gouveia Monteiro.
Precisamente fueron los españoles los que terminaron controlando Ceuta dos siglos después sin necesidad de presentar batalla y conquistar la ciudad mediante las armas como hicieron los portugueses. En 1580, una crisis de sucesión en suelo luso dejó el trono de Portugal en manos del rey español Felipe II, de madre portuguesa, lo que unificó los dos países ibéricos durante sesenta años. Portugal recuperó su independencia de España en 1640, pero la ciudad de Ceuta decidió no reconocer como rey al luso João IV y permanecer bajo los dominios de España, lo que quedaría oficializado en el Tratado de Lisboa firmado por ambos países en 1668. El reino portugués perdió así una ciudad que no le había ofrecido tantos beneficios como esperaba, ya que su manutención generó elevados costes a la corona lusa.
Pero los años de dominio portugués dejaron una huella que todavía hoy pervive en Ceuta. “Existe una herencia afectiva, una conciencia de un pasado común. La bandera de Ceuta mantiene todavía hoy los mismos colores de la bandera de Lisboa y el blasón ceutí presenta las armas que se utilizaban en Portugal en el siglo XVI”, resaltó Gouveia Monteiro. En la ciudad norteafricana quedan también muchos apellidos portugueses de los descendientes directos y existen calles dedicadas a grandes figuras lusas, como el poeta Luis Vaz de Camoes (1524-1580), padre de las letras lusas.
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