-
Los hechos ocurrieron en la calle Mendoza
-
Al intentar recoger las monedas del cambio, su mano quedó atrapada en el interior
Para L.B., el pasado sábado será una fecha que no olvidará fácilmente. Porque ese día, sobre las 00.30 horas, la joven perdió uno de sus dedos en una máquina expendedora ubicada en la calle Mendoza número 9.
L.B. introdujo un billete en la citada máquina para adquirir uno de los artículos que allí se expenden, pero que, sin embargo, no llegó a caer en la bandeja. Sí recibió el cambio del billete, cinco euros en monedas, que la joven intentó coger introduciendo la mano en el espacio habilitado para tal fin. En ese momento sintió un “fuerte calambre”, acompañado del aprisionamiento del dedo corazón de su mano izquierda. “No podía sacar la mano aunque tiraba con todas mis fuerzas”, explica.
Fueron momentos de angustia para la joven, que notaba como “el calambre me recorría todo el cuerpo y no podía hacer nada”. Los escasos viandantes que en ese momento circulaban por la zona intentaron liberarla sin éxito, hasta que una joven lo logró “dándome un empujón que permitió soltarme”.
La pesadilla acababa de comenzar para L.B., quien al comprobar el estado de su mano se percató de la amputación de uno de sus dedos. “Me quedé mirando. Sangraba mucho y entonces me di cuenta de que me faltaba un dedo”.
El shock inicial dio paso a un frenético intento de rescatar la extremidad amputada para su implantación en el Hospital. Los propietarios de un establecimiento hostelero cercano lo recuperaron e introdujeron en hielo para su traslado al centro hospitalario. Sin embargo, el estado en que quedó el dedo no permitió la implantación.
L.B. sufrió la amputación total de la falange distal de su mano izquierda y ahora se recupera de las heridas. Más difícil será reponerse a nivel psicológico. “Tengo ansiedad, estoy con tranquilizantes y ansiolíticos y me paso todo el día llorando”.
Las noches son aún peor. Tras el suceso apenas puede conciliar el sueño y tras las pocas horas en que lo logra “me despierto muy nerviosa y llorando”.
Ahora pide justicia por lo que le ha ocurrido porque, asegura, la máquina no ha sido clausurada. “Sigue abierta al público y es un peligro. Lo que me ha pasado a mí puede volver a pasar”.
Totalmente consternada, se pregunta por su futuro. “Llevo cinco años parada y ahora así ¿cómo voy a poder trabajar?”, se pregunta. “Porque soy zurda y el dedo afectado es de mi mano izquierda”, añade.
L.B. ya ha interpuesto la correspondiente denuncia en la Comisaría y confía en que sirva para evitar que sucesos como el que vivió hace unos días vuelvan a repetirse.