Desde la puesta en marcha de los nuevos protocolos que rigen en el ‘Tarajal II’ tras su primera reapertura se determinó que tanto el Cuerpo Nacional de Policía (UIP) como la Policía Local (UIR) permanecerían en el exterior de los polígonos y que sería una responsabilidad de la vigilancia de seguridad de los propietarios el mantener el orden dentro del recinto privado, mientras que la seguridad privada contratada por el Ayuntamiento lo haría en el paso y filtro de mercancías. Sin embargo, la realidad es bien distinta desde entonces y en la jornada de ayer se produjo una prueba. Nada más que tienen que ver el vídeo colgado por FAROTV donde se puede ver a los vigilantes de seguridad contratados por el Ayuntamiento superados por esa avalancha de hombres y mujeres que se produjo alrededor de las doce de la mañana. No daban a basto para cerrar la puerta donde se accede desde los polígonos al propio paso de mercancías. No se volvió a producir una desgracia porque Dios no quiso, pero volvemos a repetir que lo mismo cualquier día nos encontramos con que la suerte no nos visita en esa jornada. No es normal que Policía Nacional y Policía Local permanecieran viendo como los vigilantes de seguridad eran superados sin mover ni un dedo. No es normal. Los agentes no tienen la culpa, pero sí quienes les ordenan comportarse así. Los protocolos y las órdenes están para cumplirlas, pero han de ser flexible y en el caso de la Unidad de Intervención Policial indicar que si esa avalancha no era un desorden público que venga Dios y lo vea. Todo viene porque se ha diseñado un protocolo que no tienes ni pies ni cabeza, porque el primer fallo es que no existe seguridad privada dentro de los polígonos contratada por los empresarios. A partir de ahí, el castillo de naipes se deshace con una facilidad pasmosa.