El expediente abierto por Medio Ambiente sobre los ruidos que ocasiona el Hospital, afectando de manera directa a los residentes de las 170 VPO cercanas, sigue su curso. Ya ha habido precedentes de sanciones a entidades de peso por ocasionar ruidos que han afectado de manera importante a la población. Si nos creemos las palabras del consejero Emilio Carreira vertidas no hace mucho en una sesión plenaria, todo apunta a que en esta ocasión habrá sanción contra Ingesa.
La institución sanitaria se defiende argumentando que ya ha puesto en marcha medidas correctoras. Nos gustará más o menos, pero cierto que es que pone el dedo en la llaga al cuestionar por qué se autorizó la construcción de las viviendas justo al lado del Hospital, a sabiendas de los ruidos que se emitían y sin llevar a cabo una construcción con las mínimas medidas de protección. La pelota se pasa de una administración a otra sin que corra la sangre, simplemente porque son del mismo signo político. De no ser así, hace tiempo que se hubieran presentado denuncias en toda regla.
La forma en la que actúan las administraciones resulta desastrosa. Proceden sin estudios por delante, hacen y deshacen sin tener en cuenta sus consecuencias posteriores. ¿Cómo se puede entender que trasladaran a un núcleo poblacional a un lugar en el que no se iba a poder vivir con la mínima dignidad? Porque así llevan años, con vecinos que soportan unos niveles de ruido atentatorios contra su salud, que en verano no pueden siquiera abrir las ventanas, que se ven obligados a compartir vida con una constante presión a la que no se le pone remedio.
Seamos serios. Aquí se actúa cuando las consecuencias a los problemas afectan directamente a determinados núcleos poblacionales. Mientras no sea así, sencillamente les da igual. ¿No se ha permitido que una administración ordene la ocupación de una playa hasta arrebatársela a sus vecinos? Claro, esto ha pasado en el Tarajal, no en la Ribera. ¿No se ha eliminado vías de comunicación claves como se hizo ordenando el derribo de la famosa carretera de la frontera? Claro, esto pasó en el límite de Ceuta, impensable hacerlo en el centro de la ciudad. ¿Se imaginan el ruido constante del Hospital soportado en la Gran Vía? Imposible, la administración no lo hubiera permitido nunca. Los aros no están hechos para todos los pasadores.