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1937 Se prohibe el Carnaval

Cuando las murgas y máscaras ceutíes guardaron sus tipos y disfraces en sus baúles al finalizar los carnavales de 1936, nadie pensó que estos no volverían a salir a las calles hasta 47 años después. La prohibición se hizo evidente, el 6 de febrero de 1937 cuando el diario El Faro hace pública una nota enviada por el Gobierno militar. Aunque no se hubiera prohibido estaba muy claro que los ceutíes no estaban para fiestas tras la represión llevada a cabo después del 17 de julio del 36.  En el decreto se podía leer: “Debido a la contienda que libran nuestras fuerzas nacionales para erradicar de la patria la corrupción y para restablecer los valores morales, a partir de esta fecha queda prohibido las fiestas de carnaval en todo el territorio nacional”.
Tras la proclamación del estado de guerra, Ceuta se convierte en una ciudad llena de miedos y recelos; desde la misma madrugada del 18 de julio las fuerzas sublevadas, con la ayuda de patrullas de falangistas, comienzan las detenciones selectivas y asaltos a las sedes de los sindicatos y partidos políticos. La represión desencadenada fue tan intensa y extendida que no sólo la sufrieron los que habían defendido la República con su labor política y sindical, también cayó la misma sobre aquellos que eran simplemente más abiertos, los incrédulos por cualquier motivo, los que habían destacado en empresas culturales y actividades públicas, o simplemente, aquellos denunciados por rencillas personales, odios y deudas, de los que se nutrieron las cárceles ceutíes. En uno de los cientos de consejo de guerra que he investigado para otro trabajo, me encontré con la acusación a un miembro de la UGT de que además de los cargos habituales se le acuso de cantar en la comparsa “Las niñas Republicanas”.
Los murguistas tras la terminación de la guerra a escondidas cantaban sus coplas entre el almacén de las gaseosas de Alba, en el callejón del Lobo, el patio de la Tahona, en la Plaza de Azcarate y sobretodo se reunían en la bodega “La Alicantina” muy cerca de donde vivía el gran director y autor de murgas Roque Guerrero del Peñón. Seguro que en esas tertulias volvieron a recordar aquellos grupos que sacaron desde los años veinte…  “Marineros en seco con los ases de la pantalla” ,“Los representantes del yoyo”, “Los profesores del baile”, “Los jugadores del Golf” ,”Los del Wonder-Bar”,  los “Rumbistas mexicanos” y tantos otros grupos junto a otros directores de murgas como Corinto y Pepe Benítez sin faltar tampoco los miembros de estas agrupaciones como Francisco Navarro, Enrique Lara, Juan Pozo, José Moreno,  y también se reunían en la carpintería de Antonio  Vilches, junto a la tintorería La Catalana
En 1972, nuevamente el director de Murgas Roque Guerrero del Peñón recorrió las calles de Ceuta, con su grupo con motivo de la elección de Maja de España en nuestra ciudad. Pero tuvieron que pasar muchos años de silencio ya que estos murguistas una vez terminada la contiendan y pese a la prohición, a escondidas continuaron cantando sus coplas en diferentes lugares de la ciudad, pero sin que trascendiera a la calle.
Hace unos años pude hablar con una persona que había vivido este entresijo de coplas en voz baja, me refiero a ese gran chirigotero que fue Mariano Puig: “Recuerdo que estando trabajando en una bodega que existía en el callejón del Lobo, allí se reunían muchos componentes de los que en los a los treinta sacaban murgas como Roque, Pozo, Lara, Moreno, Vilches, Navarro y tantos otros. Tras las barricas de vinos y tocando con los nudillos en ellas a modo de caja, cantaban aquellas coplas que yo he aprendido de escuchárselas. También recuerdo que Roque Guerrero siempre venía con una copla nueva que había sacado a tal o cual motivo, pero estaba claro que estas no salían de las cuatros paredes de la bodega. También se reunían en el patio de las gaseosas, el patio de la Tahona, en la Plaza de Azcarate y sobretodo se reunían en la bodega donde yo trabajaba “La Alicantina” y esto era debido a que el gran director y autor de murgas Roque Guerrero vivía muy cerca”.
Otro lugar de reunión de los murguistas era la tienda de comestibles-bar de la viuda de Sánchez, lo que después fue Púb. Chaplin, según me comentaron, los sábados al mediodía era el día que se reunían. Se organizaban verdaderas veladas de carnaval entre coplas y algún valiente que se disfrazaba de lo que primero encontraba en la tienda. A buen seguro que existieron muchas más bodegas, tascas y reuniones carnavaleras. Quede esta pequeña semblanza como testimonio de lo duro que tuvo que ser para estos autores y directores de murgas dejar de cantar por las calles llegado el mes de febrero y limitarse a pequeñas tertulias, por supuesto, con las puertas cerrada. El legado cultural del Carnaval Cada febrero, durante una semana, cientos de ceutíes viven la fiesta del carnaval, primero son las agrupaciones, tras muchos meses de duros ensayos, ofrecen sus mejores repertorios y puestas en escena con una enorme teatralidad, sus coplas están llenas de crítica y buen humor. Compiten en buscando la gloria, los premios y el reconocimiento a través del concurso oficial que se celebra en el teatro Revellin. El fin de semana siguiente al concurso, los grupos callejeros toman la ciudad inundándola de disfraces originales para parodiar la realidad. Los más apasionados del carnaval preparan sus disfraces, letras satíricas y músicas desde que acaba el verano.
Según los datos que se tienen actualmente los primeros apuntes sobre el carnaval ceutí, lo tenemos a mediados del siglo XIX. Nos tenemos que retrotraer a 1886, que es cuando tras consultar diferentes hemerotecas hemos podido encontrar algún dato sobre estas fiestas. Los bailes de máscaras se celebraban en el teatro Principal, situado en la calle Galea. En este lugar las diferentes sociedades recreativas se alternaban para celebrar sus fiestas. El primer dato referido a una agrupación carnavalesca se remonta a 1886, “las viejas ricas”. Sólo se tiene constancia de esta agrupación, pero serian muchos más los grupos que salían a recorrer las calles de últimos de siglo con sus máscaras y coplas del momento.
Las sociedades culturales y recreativas que organizaban los bailes de máscaras en estos últimos años del siglo XIX eran: El Casino Africano, fundado en 1871, El Liceo de Ceuta, La Peña, Ateneo de Sargentos, Circulo Africano, La Juventud Africana, Circulo Popular, Club Abilense, Peña Africana y las musicales, de las cuales a buen seguro salían grupos de calle, Sociedad Filarmónica, El Instituto Popular de Música ó la Peña Musical. . Según los diarios, la ciudad se entrega a estas fiestas y son varios los grupos que se han inscrito en los diferentes concursos. Como representación de todas estas destaca la denominada “Tuna Abilense”, que estaba integrada por alumnos del colegio Santa Ana, centro escolar que entre sus materias sobresalían la música y el alto grado de aprendizaje de sus alumnos no en vano el mismo estaba dirigido por el médico gaditano Celestino García.
Como buen testimonio histórico de que el carnaval ceutí tuvo un gran auge en siglos pasados fue la publicación de unas bases para regir el concurso de 1892, el alcalde Ricardo Cerni tras reunirse con la comisión de fiestas del Ayuntamiento hizo público una nota oficial: “Deseando el cuerpo capitular que presido que durante dicho carnaval se patente una vez más, por este vecindario, el alto sentimiento de cultura que le distingue y que en todas las fiestas públicas ha sabido siempre demostrar; he acordado como estimulo y afín de que no decaiga el justificado concepto que merece por tan preciada como honrosa cualidad establecer los premios siguientes. Se adjudicara un premio de 500 pesetas para aquella comparsa compuesta de seis o más personas que durante los tres primeros días de carnaval próximos, se distinga llamando más la atención general por el lujo o ingenio que despliegue en sus disfraces y coplas. Así mismo se adjudicara otro premio de 150 pesetas, a la mascara sola o comparsa compuesta de menos de seis personas que reúna iguales condiciones que la anterior señalada. También se adjudicara otro premio que lo constituirá un precioso objeto de arte propio para obsequiarse a la señora que se presente en los paseos públicos o en los bailes de sociedad con el mejor o más ingenioso disfraz”.
También anuncia la corporación municipal que se formara un jurado censor compuesto por dos concejales, representantes de las asociaciones organizadoras de los distintos bailes y cuatro vecinos que reúnan conocimientos artísticos adecuados. Los premios se entregaran el ultimo día de carnaval y el jurado tendrá un lugar fijo, y, para tal efecto, se construyó una tribuna en el Paseo del Rebellin, en la fachada del teatro Variedades, donde también se daban bailes, este se construyo en 1888 y era un local amplio con sala de butacas, platea, bar y un foso para los músicos. El jurado anunció que estará en esta tribuna los tres días que dura el carnaval entre las 14,00 y 16,30 horas, así como en los distintos bailes de máscaras. La tradición oral como patrimonio Las coplas anteriores a la guerra civil, se han trasmitido por tradición oral, extraídas de la memoria de los veteranos murguistas, algunos de ellos hoy desaparecidos. Con su interés por la conservación de las tradiciones de Ceuta contribuyeron a esclarecer una época histórica carente de referencias documentales sobre los carnavales. La aportación fue primordial ya que sirvieron, además de para rescatar esas coplas, para dar a conocer la idiosincrasia de los carnavales de Ceuta y hechos acontecidos que marcaron varias generaciones de murguistas. La importancia de recurrir a la tradición oral radica en que es un elemento básico y referencial al mismo tiempo. Determinan una forma de ver la realidad en cada momento, y son, de alguna forma, los cronistas que nos permiten conocer y entender cómo han ocurrido los hechos de aquellos años que las coplas de las murgas no se reflejaban en ninguna publicación.
Las sociedades y los grupos humanos están en una permanente dialéctica entre el cambio, necesario para la supervivencia, y la reserva de las tradiciones como elemento de referencia. La creatividad de aquellas coplas, enriquecedora de sensaciones, técnicas y pensamientos, nos transmiten acontecimientos hoy en día olvidados. La mayoría de los trabajos sobre el carnaval de los años veinte y treinta del siglo pasado, han sido posibles gracias al cúmulo de información que se transmite de unas a otras generaciones. Todas esas noticias de aquellos carnavales fueron son posibles gracias a la transmisión oral.

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