1521: El capitán Vasco Fernandes César y el combate en el Estrecho de Gibraltar contra una flota inglesa

Transcurría el año 2014 cuando publicamos, en el Jornal do Baixo Guadiana, un brevísimo artículo informativo titulado “Vasco Fernandes César – um aventureiro nas costas do Algarve Quinhentista”, que tuvo como objetivo dar a conocer algunas de las extraordinarias hazañas de este capitán portugués perteneciente a la Armada del Estrecho. Después de siete años topándonos con constantes referencias al respecto sobre este personaje, comprobamos que en el presente año se cumple el V centenario de un episodio bélico casi desconocido y poco habitual entre reinos tradicionalmente aliados. Nos referimos, por supuesto, al combate naval sucedido entre el capitán Vasco Ferrnandes César, que entonces patrullaba el Estrecho de Gibraltar, y una flota inglesa compuesta por cuatro naos.

Realmente, fueron varios los cronistas de los siglos XVI y XVII los que dejaron constancia de la batalla sobre la que ahora vamos a tratar, como Manuel de Faria e Sousa, Pedro de Mariz o D. Jerónimo Osório, el obispo del Algarve. Sin embargo, es Damião de Góis quien se presenta como la fuente más creíble, no solo por encontrarse cronológicamente más próximo a este episodio, sino también por haber podido consultar varios documentos que después, con el paso del tiempo, se perdieron. En efecto, el gran humanista portugués nos dice en el Capítulo LXXVIII de la Chronica do Serenissimo Senhor Rei D. Manoel que era 1521 cuando el capitán Vasco Fernandes César, que iba de camino a Ceuta, tuvo conocimiento de que al este de Gibraltar había cuatro navíos artillados que el día anterior habían tomado una carabela mercante portuguesa, remolcada por la nao principal. El capitán portugués, al saber lo sucedido, zarpó con su carabela al encuentro de dicha flota. Fue entonces cuando, al encontrar la nao capitana apartada de las otras, “que eram todas inglesas mui bem equipadas, & artilhadas dartilharia de bronçe”, se aproximó y mandó preguntar de qué nacionalidad eran. Los ingleses, seguramente indignados por la desfachatez con la que una pequeña carabela venía a pedir satisfacciones a un navío bastante mayor y acompañado por otros tres, respondieron izando su bandera y ordenando a Vasco Fernandes César que amainase, es decir, que arriase sus velas y su bandera bajo amenaza de hundimiento. Pero el belicoso capitán portugués, poco dado a intimidaciones, no se dejó avasallar y, dando instrucciones para posicionar su carabela frente a la zona de la nao con menos artillería, abrió fuego sobre los ingleses, lo que dio inicio a un vigoroso combate.

"Aprovechando la confusión de la batalla, la carabela mercante que había sido tomada cortó el cabo de remolque y se puso a salvo, mientras los demás navíos ingleses intentaban socorrer a la nao capitana"

Aprovechando la confusión de la batalla, la carabela mercante que había sido tomada cortó el cabo de remolque y se puso a salvo, mientras los demás navíos ingleses intentaban socorrer a la nao capitana. Después de dos horas de combate, Vasco Fernandes César ya contaba en cubierta con seis o siete hombres fallecidos y más de veinte heridos, cuando su condestable de artillería, un alemán corpulento e intrépido que sangraba por quince heridas causadas por la metralla, gritó que aunque muriese, conseguiría que aquella nao se rindiese, al igual que cualquier otra que se aproximase. Cargó al hombro un falcão-pedreiro (pieza de artillería portátil) y, apuntando al navío inglés, pidió a otro artillero que lo disparase, consiguiendo tres tiros certeros que, entre los muchos daños que ocasionó, destruyó parte del mástil y provocó el pánico entre los ingleses. Finalmente, otro artillero dio el golpe de gracia disparando una esfera (pieza de artillería de gran calibre) que la carabela traía en la proa y que barrió toda la cubierta de la nao, provocando muchos muertos y heridos entre los adversarios. Con la nave seriamente dañada y con veinte hombres muertos, además de muchos heridos, el capitán inglés no tuvo más remedio que rendirse, dando la orden para que su navío arriara las velas, instrucciones que también siguieron las otras tres naos que no pudieron ayudar a la nao capitana al encontrarse con el viento en contra.

Vasco Fernandes César, al terminar el combate, ordenó a la nao inglesa que enviase a un emisario a bordo para dar explicaciones sobre lo sucedido y para esclarecer el motivo por el que había sido tomada una carabela mercante portuguesa. Los ingleses así lo hicieron y, enviando un bote con el respectivo portavoz, se disculparon con un argumento bastante astuto. Aseguraron que su intención no era otra que proteger a la carabela portuguesa de los ataques de los corsarios moros que, usando las palabras de D. Jerónimo Osório, “devassavam aqueles mares”, por lo que “a atoaram a uma sua”, pero nunca con la intención de apresarla (Da vida e feitos de el Rei D. Manuel, Livro XII). Como Portugal e Inglaterra estaban en paz y eran reinos tradicionalmente aliados, el capitán portugués aceptó (o fingió aceptar) las explicaciones del emisario inglés, dando el caso por zanjado y autorizándolos a continuar el viaje. La flota inglesa, incrédula ante lo sucedido, se dirigió a Cádiz para llevar a cabo las reparaciones necesarias, mientras Vasco Fernandes César regresó a Ceuta, puerto desde el que volvió a partir para continuar el ejercicio de patrullamiento de la armada portuguesa en el Estrecho de Gibraltar. Ad perpetuam rei memoriam.

* Fernando Pessanha es historiador y Adela M. Sevilla, traductora.