Categorías: Sucesos y Seguridad

150 subsaharianos intentan su pase a Ceuta por la playa del Tarajal

La población subsahariana que espera al otro lado de la frontera el momento propicio para intentar su entrada en la ciudad quiso aprovechar el supuesto descontrol y la merma de efectivos derivado de la celebración de la Nochevieja y la entrada del nuevo año para acceder de manera clandestina.

Y lo hizo en bloque, como de manera ya habitual lleva haciéndolo en el último año. Así, pasadas las cuatro de la madrugada, los búhos de la Benemérita que controlan con las cámaras térmicas la presión ejercida sobre la frontera, detectaron el intento de entrada en bloque de un centenar de subsaharianos. A diferencia de los asaltos más recientes, la población subsahariana volvió a apostar por la vía marítima para intentar bordear el espigón fronterizo del Tarajal y llegar a Ceuta. Desde el pasado 18 de septiembre no se había intentado esta vía de pase, pero los subsaharianos que ayer protagonizaron el primero de los intentos de pase de este estrenado 2014 pensaron que esta forma les iba a resultar exitosa.
No fue así. Las fuerzas marroquíes consiguieron rechazar a todos los inmigrantes incluso a los que, desesperados, llegaron a arrojarse al agua tras ganar en la carrera por la arena a los agentes alauitas. En el grupo según informa la Wilaya de Tánger había ocho mujeres.  De nada les sirvió, ya que Marruecos echó mano de una de sus embarcaciones para interceptar a los que ya estaban en el mar nadando en dirección a Ceuta. A solo unos metros tenían garantizada su estancia en España, pero la presión marroquí vetó sus expectativas.
Ahí no había terminado esta madrugada de alarmas en la frontera. Tan solo diez minutos después de que las fuerzas marroquíes hubieran frenado a los alrededor de cien inmigrantes, otro grupo de unos 50 quiso su entrada por la misma vía: el espigón. Todos ellos fueron rechazados y ninguno consiguió cruzar al otro lado.
Mientras las fuerzas marroquíes se empleaban con contundencia en su lado fronterizo, patrullas de Guardia Civil y Policía Nacional organizaban una barrera de control en la playa del Tarajal ante la posibilidad de que los inmigrantes consiguieran zafarse de la presión alauí. No fue necesaria su intervención ya que Marruecos pudo frenar a todos.
Algunos de los inmigrantes fueron detenidos por los agentes marroquíes pero la amplia mayoría se escapó hacia los montes. La presión migratoria sobre Ceuta ya es conocida. Según manifestó el propio delegado del Gobierno en anterior comparecencia oficial, se baraja la existencia de unos 10.000 inmigrantes entre la zona Tánger-Tetuán cuya pretensión sería la de intentar el acceso a Ceuta por el paso fronterizo. La pasada madrugada Marruecos frenaba la salida de dos embarcaciones con treinta y tres subsaharianos en la costa entre Castillejos y Tánger.
En el ya pasado 2013, se registraron más de diez intentos de entrada protagonizados por más de un centenar de subsaharianos, en su amplia mayoría por la frontera o el espigón del Tarajal aunque también se registró un intento de pase por la Bahía de Beliones mucho más reducido. El de la pasada madrugada es, pues, el primero de un 2014 en el que la presión migratoria permanece como una de las problemáticas más importantes ante la que la coordinación España-Marruecos resulta clave. Sobre este intento de entrada destaca un dato significativo: los inmigrantes tenían información de sus compatriotas que ya se encuentran en Ceuta, acogidos en el CETI, del momento más propicio para intentar una entrada exitosa, precisamente el cambio de año en el que hay una menor presencia de fuerzas de seguridad, ya que hay que garantizar una cobertura extra en los lugares de ocio nocturno como el Poblado debido a la aglomeración de personas que estaban celebrando el pase a 2014.

 

Variaciones en los sistemas de pase en bloque

La población subsahariana que malvive al otro lado de la frontera presionada por las batidas cada vez más duras de las fuerzas marroquíes y la imposibilidad de regresar al África del que marcharon, explota diferentes vías de pase dentro de ese abanico de entrada en bloque que se ha convertido en habitual. Así, a los intentos por mar cruzando el espigón del Tarajal, se han sumado otros en todo este tiempo. Por ejemplo, la entrada a la carrera por la misma frontera o por las obras, sin concertinas, que se están desarrollando para disponer de una alternativa al Biutz. También, el pase a la carrera aprovechando la entrada de los porteadores y trabajadores transfronterizos, buscando así causar un mayor caos; o el pase trepando por los edificios policiales que hay en el propio paso fronterizo. Hasta allí por ejemplo trepó el camerunés Samuel, antes de que sufriera graves lesiones y la pérdida de un ojo al recibir un impacto cuando ya estaba en el techo de las oficinas del COS. Todas estas vías tienen algo en común, que vienen marcadas por la desesperación de hombres que quieren a toda costa entrar en la ciudad autónoma y que se enfrentan con violencia a todos los que le pongan algún freno.

Menores, drogados, buscan la escapada

Las imágenes las puede ver cualquiera todas las noches en el puerto. No se esconden. Vagan por los callejones y aparcamientos completamente drogados, enganchados al pegamento y al disolvente. Se trata de menores magrebíes cuyo número va en aumento, que han tomado el puerto como su punto de estancia hasta que consigan colarse en alguno de los ferrys o buques que atracan en el puerto ceutí. El asunto, por denunciado hasta la extenuación por este medio, no obtiene respuesta. Los MENA siguen vagando por la zona portuaria, sin que nadie los intercepte siquiera para trasladarlos al albergue de Hadú y sin que haya un control sobre ellos.
Este grupo, que ya supera la veintena, consume cualquier tipo de sustancia para drogarse y lo hace a la vista de todos. Así, sin saber siquiera qué están haciendo, se entremezclan con otros argelinos adultos que buscan el mismo objetivo, se cuelan en vehículos, saquean otros e intentan hacerse con comida y objetos en los comercios y establecimientos cercanos.
La población menor de edad no se esconde y manifiesta a este medio que su idea es la de colarse en algún camión o en algún barco para escapar de Ceuta. No quieren acudir al albergue de Hadú, instalación que algunos conocen pero que otros ni siquiera han visitado.
La situación de delincuencia, por un lado, y de indefensión por otro es evidente en plena zona portuaria. Hay menores que pueden ser explotados por adultos -y que de hecho lo están siendo en el caso de los más pequeños-, y los hay que alimentan cada vez más la ya normal práctica de hurtos en establecimientos, algo que se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza para empresas que, a pesar de contratar seguridad privada, no pueden hacer frente a tanta presión.

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