Categorías: Carta al director

129 Aniversario de la Academia General Militar (I)

La existencia de establecimientos docentes de esta índole es relativamente nueva tanto en España como en las demás naciones, pues lo habitual ha sido durante mucho tiempo que la formación de los aspirantes a oficiales de los Ejércitos se hiciese en el seno de los mismos regimientos. El primer antecedente de academia militar moderna para todas las armas, es la Academia Real y Militar de Bruselas -también llamado Colegio de Flandes-, fundada en 1675 por Sebastián Fernández Medrano. A ella acudían no sólo jóvenes españoles que querían seguir la carrera de las armas; sino también, los extranjeros que aspiraban a vivir como soldados, dada la fama que el Centro había alcanzado. En territorio español, el primer Colegio General Militar fue fundado en 1809, por el teniente coronel de artillería Mariano Gil de Bernabé, tomando como base el Batallón de Honor o Batallón Universitario de Toledo. Lugar que se constituyó en un centro común de enseñanza para la formación de todos sus oficiales y en el que los alumnos siguiesen un mismo plan de estudios e hicieran vida en común, con el objeto de conseguir entre ellos una mayor cohesión y camaradería, tan necesarias para quienes iban a compartir las fatigas de la guerra y a depender unos de otros en los momentos más delicados. Fue instituido inicialmente en Sevilla; pero la presión napoleónica hizo que pasase a la guarnición de Cádiz y, posteriormente, a la Isla de León  (San Fernando), donde se formaron los cuadros para la fuerza fijada por La Junta Central, destinados a la lucha contra el invasor francés.
La ciudad de Segovia acogió el segundo Colegio General Militar en 1825, cuando el general Francisco Javier Venegas lo estableció en el Alcázar de dicha Plaza. En la primera guerra carlista, las tropas de Carlos María Isidro de Borbón pusieron sitio a la ciudad de Segovia, marcando así el final del Colegio Militar (1837), si bien se permitió a su personal trasladarse al convento de los Dominicos de Atocha y, luego, al de los Trinitarios, ambos en Madrid. En 1842 se crea el Colegio General de todas las Armas, con emplazamiento en Madrid (antiguo cuartel de Guardias de Corps) y luego en Toledo bajo la dirección del general conde de Clonard. La evidencia apuntaba a que el problema de la formación común de oficiales quedaba resuelto pero no era así, porque el corporativismo de las Armas y Cuerpos y el enfrentamiento por el control de la enseñanza entre las Inspecciones de las Armas y el director del Colegio, provocaron su disolución en 1850, convergiendo en la creación de un colegio para cada una de las Armas y Cuerpos.
Se entra en la “Primera Época de la Academia” cuando tras el Pronunciamiento de Sagunto, el general Arsenio Martínez-Campos Antón restaura a la dinastía de Borbón en 1882 y, a propuesta de éste, el Rey Alfonso XII firmó el real decreto fundacional por el que se creaba en el Alcázar de Toledo la Academia General Militar, consolidándose de este modo un sistema unitario de enseñanza militar que finiquitaba los anteriores de Cadetes de Cuerpo, Colegios particulares de las Armas y otras diversas procedencias. Martínez Campos, que en esta época ostentaba por segunda vez el cargo de Ministro de la Guerra (gobierno de Sagasta), justificaba así esta decisión: “La urgencia de esta medida es evidente, no sólo por la necesidad de la simplificación de estudios, sino también por la conveniencia de crear y fomentar el espíritu de compañerismo en el Ejército, que fácilmente se obtiene en Oficiales procedentes de un centro común, que han hecho la misma vida; que tienen los mismos recuerdos de la primera edad, que no se borran y se conservan después de muchos años y a pesar de las vicisitudes de la carrera.”
Toledo acogió a la Academia General, que absorbió a la de Infantería, mientras el resto de las Armas y Cuerpos conservaron sus respectivas Academias, convertidas en Especialidades. En el mes de septiembre de 1883 tuvo lugar la inauguración oficial del curso, en el que el primer director del Centro, el general don José Galbis Abella, resumía en una corta frase el espíritu de la General: “El ideal que perseguimos es unir con lazos indisolubles a todos los que pertenecen a la gran familia militar.” El mayor logro del general Galbis fue el conseguir una enseñanza práctica, hasta entonces reglada en las academias militares, y para ello instituyó en el plan de estudios la fase de campamento, en la que se practicaba en plena naturaleza lo que se había aprendido de forma teórica en las aulas. El primer campamento tuvo lugar en 1885 en las proximidades de Toledo, y a él asistió don Alfonso XII.
Continuará...

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