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Sergio se ha convertido en el héroe de la historia. El pequeño encontró el abanico que Gloria perdió el pasado domingo durante la procesión del Corpus
La esperanza es lo último que se pierde. Para Gloria Celaya era esa pequeña luz que vivía dentro de ella desde el domingo, un halo con el que soñaba que en algún momento su abanico aparecería, ese ‘pedacito’ de su hija que conserva desde hace 20 años (su hija falleció hace 18). El Faro se hizo ayer eco de la desesperación y desolación de esta ceutí, y los caballas hicieron honor a la fama que les precede. El ayudar a la comunidad se convierte en una actividad con la que se moviliza a toda la ciudad, si hace falta.
Algo similar ocurrió ayer, porque la publicación de la noticia de Gloria elevó el tráfico en redes sociales, había que encontrar el abanico, había que devolverle a esta señora ese trocito de madera impregnado de amor y sentimiento maternal. Y el abanico apareció. El artífice de este final responde al nombre de Sergio González, tiene 10 años y fue uno de los niños que el pasado domingo desfiló en la procesión del Corpus. Pero él se ha erigido como el héroe de una historia cargada de tintes hollywoodenses.
La participación de Sergio en el Corpus fue casual, el calor que asola estos días no invitaba mucho a procesionar, pero a última hora el pequeño se unió a sus compañeros y amigos. Casual también fue que desfiló durante una hora justo detrás de la nieta de Gloria, aunque ellos en aquel momento todavía no se conocían. Y siguiendo con las casualidades, finalizado el acto llamó su atención un abanico depositado en un banco de la plaza de África, casualidad porque, a pesar de la bochornosa tarde que se presentó, el abanico siguió donde Gloria lo perdió.
El pequeño confiesa que al verlo pensó que alguien lo habría perdido y le gustaría recuperarlo. Su madre fue la encargada de custodiarlo y, a quien, al verlo ayer a través de redes, la adrenalina se le disparó. “No podía creerlo”, confiesa Gema Martín. “En un principio me fijé solo en la foto y pensé en el abanico, pero al leer la noticia moví cielo y tierra para que Gloria lo tuviera, y cuanto antes”, explica.
Y así fue. Gloria recibió en las entrañas de esta redacción su amado abanico de mano de un pequeño héroe de 10 años. Protagonistas y familiares crearon una atmósfera cargada de emociones, coincidencias y cruce de historias. Juntos llegaron a la conclusión de que su final, su destino había sido conocerse. Gloria comentaba que Sergio tuvo que hacer la comunión “para devolverme la felicidad”. El pequeño por su parte decía que al final “lo imposible se había hecho posible”. Esas fueron algunas de las frases del reencuentro. Una muestra de que la esperanza es lo último que se pierde y que los finales felices no ocurren solo en las películas.