Volvieron a apedrear a los Bomberos. Volvieron a organizar una emboscada para agredirles; emboscada protagonizada por menores que se divierten de esta forma, dañando a los que solo van a ayudarles. Ayer el presidente de la asociación de vecinos del Príncipe se solidarizaba con los agentes del SEIS y criticaba a los que están detrás de estas agresiones porque están atentando contra quienes trabajan para garantizar la seguridad de las personas cuando se producen incendios. Y es que esa es la clave de toda esta historia, que hay un grupo de niñatos que se divierten yendo contra quienes están ahí para garantizar que los incendios no se tornen en desastres. Resulta ilógico, pero es la diversión de unos pocos.
Los apedreamientos no son nuevos. Ni han surgido en las últimas semanas. Los bomberos son los primeros sorprendidos de que ahora sean ‘más reconocidos mediáticamente’ porque, como ellos mismos reconocen, se trata de un fenómeno con el que están obligados a convivir y que se mantiene en temporadas sufriendo repuntes como los ocurridos recientemente. Pero siempre han estado ahí, porque desgraciadamente estas agresiones no tienen un culpable con nombre y apellidos concreto, sino que son el resultado de un abandono gradual en el que todos hemos colaborado. Abandono porque cuando empezaron la única solución inventada fue ‘crear escoltas’ en vez de actuar en origen, porque el único remedio fue generar enfrentamientos acusando a una barriada de oscurantista y protectora cuando los propios vecinos del Príncipe son quienes están más hartos que nadie por lo que está sucediendo pero, ¿qué hacemos?, ¿los convertimos en policías de la noche a la mañana?
Ahora todo se enturbia, asoman críticas sindicales, se mezclan intereses políticos... pero lo cierto es que si miramos hacia atrás no podemos estar nada orgullosos de lo que tenemos porque a este nivel de degradación hemos llegado nosotros solitos, al dejar que una problemática de índole social y policial no tuviera una respuesta como debía.
Hay quienes se creen más listos que nadie y reducen lo sucedido a un asunto de ceses o críticas oportunistas. Quizá no estaría de más leer la hemeroteca y acudir años atrás para intentar entender qué está pasando y, sobre todo, a dónde nos va a conducir todo esto.