Llegará un momento en el que habrá que poner límites a esa cobardía que ha crecido al abrigo del anonimato de las redes sociales. El fallecimiento de Bimba Bosé ha hecho saltar todas las alarmas por las barbaridades de los comentarios que se han publicado, quizá ha sido la línea roja que ha hecho despertar a algunos, pero otros llevamos tiempo advirtiendo del descontrol nacido en torno a estos foros. Dicen que la Fiscalía va a actuar de oficio, pero no es solo esta quien debe intervenir, somos todos los que debemos empezar a marcar topes y a apartar a aquellos que se ocultan tras perfiles falsos o no para iniciar una competición sobre quien expone la mayor de las burradas. Tan condenable es quien expone esos comentarios como quienes les aplaude y hemos llegado ya a un límite que debería causarnos sonrojo.
Las redes sociales mal utilizadas pueden convertirse en el peor de los instrumentos. Tenemos casos en Ceuta de ataques de tal magnitud que han provocado que incluso se difundieron advertencias y comenzaran los bloqueos de aquellos que consideraban que la opinión es tan libre que hasta el insulto continuado debe ser permitido. Del insulto al odio, del odio a las emboscadas asoman líneas tan débiles que son demasiado fáciles de burlar.
Lo grave de las situaciones de las que estamos siendo testigos radica ya no solo en la mera exposición de tanta mezquindad sino en el ejemplo que estamos dando a nuestros hijos, quienes van a terminar viendo como normal esa campaña de agresión verbal descabellada que encuentra en este espacio virtual un campo sin límites.
Todo no puede valer, tampoco la indefensión actual que permite vetar una imagen de una madre dando el pecho a su bebé y no las amenazas, menosprecios continuados, llamadas al odio y críticas que encuentran cabida y aplauso.