La presencia de una manada de perros abandonados en el monte ha terminado por convertirse en un problema de gravedad, después de que varias colonias de gatos hayan sido atacadas, además de otros canes que paseaban con sus dueños por el Hacho. Gatos que buscaban su protección en colonias, entre los que se incluyen varias crías, han muerto después de una actuación salvaje. Tampoco se salvan las mascotas atacadas o las personas que daban la vuelta al Hacho y tuvieron que hacer uso de piedras para escapar de cualquier agresión. A los que tenemos mascotas, a los que sufrimos por los abandonos que se producen, nos apura las consecuencias que puede tener el hablar de los ejemplares asilvestrados, pero la situación a la que se había llegado no podía llevar a otra solución más allá de capturar a los perros y evaluar si alguno de ellos será, después, recuperable.
Detrás de esta situación (no es nueva y lo sabemos) hay un problema mucho mayor, no es otro que el del abandono y el escaso castigo que se aplica en estos casos. Los perros que se crían en el monte son producto de un abandono previo, un abandono que les ha llevado a esa situación y que es culpable de las consecuencias sufridas en estos días. Castigando con sanciones más duras este tipo de actitudes (por cierto, cobardes, porque tener un animal es adquirir un compromiso hasta el final) es como podremos evitar que este tipo de situaciones se repitan en el tiempo. Porque se van a repetir, desgraciadamente va a ser así desde el momento en que no se adopte un tipo de actuación mucho más dura y ejemplarizante contra los que equiparan tener una mascota con un juego más, sin medir las consecuencias y el sufrimiento posterior que generará.