Cerramos 2016. Ha sido un año complicado. Informativamente llevamos meses a piñón, sin descanso, con noticias diarias a cada cual más complicada, impactante o compleja de abordar. Mis compañeros han echado toda la carne en el asador intentando ofrecer las informaciones de manera rápida, ajustada a la realidad y recogiendo todos los puntos de vista, dando el primer avance en redes sociales, montando vídeos, haciendo piezas para la web, cumpliendo a diario con nuestras entregas en papel, interviniendo en programas de radio... 2017 está a la vuelta de la esquina y confiamos en seguir abordando nuestro trabajo como sabemos hacerlo, dándolo todo. Tengo la suerte de tener a mi lado compañeros que se entregan a diario a su profesión, constituyen la esencia de la maquinaria informativa que se inició hace muchísimos años y que nunca ha parado.
Dejamos atrás unos últimos meses especialmente difíciles, y lo han sido por los sucesos tan violentos que han marcado el día a día o por los dramas que hemos visto en frontera. Detrás de las noticias, de los datos, de lo que ha trascendido hay personas de las que nada sabemos pero que han merecido todo nuestro respeto porque son tan dignos como cualquiera. No hay diferencias o no debiera haberlas. Marcarlas es un error en el que nosotros, al menos lo tenemos claro, no vamos a caer. Trabajamos por ello, es uno de los miles de motivos que se ponen siempre encima de la mesa.
No sé qué nos deparará este 2017, que pronósticos habrá para nuestra ciudad, pero el año se presenta igual de duro que el que se va, con unos problemas enquistados a los que no se ha dado solución y que no hacen sino engordar. Ahí tenemos la frontera y todo lo que tiene que ver con ella. Algo que nos supera a todos pero que lejos de calmarse termina absorbiendo los recursos de la ciudad y provocando daños que nos afectan por igual a todos los residentes.