Una vez finalizada la crisis política que ha llevado a este país a estar durante casi doce meses con un Gobierno en funciones, se abren otra serie de incógnitas que se hacen necesario resolver para el buen funcionamiento de uno de los actores principales de la vida política según la propia Constitución español: los partidos. Me estoy refiriendo, en este caso, al Partido Popular. Grupo político que ya ha anunciado que celebrará su Congreso el próximo mes de febrero. Para ello, este martes tendrá lugar en Madrid una Junta Directiva Nacional, máximo órgano entre Congresos, donde se decidirá de manera definitiva el lugar y fechas concretas del cónclave. Y a partir de ahí será el pistoletazo de salida para las convocatorias de los Congresos regionales y provinciales.
En otra época en nuestra ciudad, el Congreso Regional del Partido Popular hubiera sido una simple reunión de militantes para la elección de Juan Vivas como presidente. Pero en esta ocasión se abren dos melones que habrán de ser catados. Por un lado, si al final Vivas quiere seguir al frente de los destinos del partido o al final se echará a un lado y dejará que sea otra persona de su confianza quien coja las riendas de la formación, como podría ser el caso de Yolanda Bel. Y la otra incógnita será si al final habrá una lista alternativa a la oficial y que desde hace varios meses se viene preparando. Pero ya sabemos como son estas cosas en Ceuta, al final, hay muchos globos que se desinflan.
Sin embargo, considero que tanto en el Congreso nacional como en los regionales y también en los principales, el Partido Popular tiene una asignatura pendiente por aprobar y es que la elección de sus líderes sea por decisión directa de todos sus militantes. En España, las formaciones políticas, que se han ido anquilosando con el tiempo, deben comenzar a abrirse no digo ya a la sociedad, pero sí a quiene están dentro de puertas hacia adentro. No valen medias tintas como los compromisarios, no valen las vías interpuestas. El PP es de los partidos que menos se ha remozado. Lo hizo el PSOE en su día y lo practican también las nuevas formaciones que tienen representación importante en el Congreso de los Diputados. Fórmulas hay miles, pero lo cierto es que quien esté al frente de los destinos del partido debe contar con el apoyo de la militancia, lo demás, es un fraude. Un fraude que una formación como el Partido Popular no puede permitirse, ya que suficientes antecedentes de no ponerse al día tiene como ya para despreciar la modernización.