Hay ocasiones en las que las comparecencias es mejor prepararlas bien para no ofrecer valoraciones que, cuando menos, sean inoportunas. Llevamos días soportando una tensión social importante, me atrevería a decir que justificada, después de unos hechos gravísimos. Porque a mí me lo parece que un militar se vaya paseando por Ceuta con una pistola particular en la riñonera para ir de copas. Después, borracho perdido, se meta con unos menores (por fin ahora oficialmente reconocen su existencia siempre negada) y termine hiriendo de gravedad a Hicham, joven a quien sin conocerlo considero todo un ejemplo de lo que es ser PERSONA. Porque Hicham podía haber mirado a otro lado, no haberse metido a proteger a esos menores y hoy estaría en su casa. Pero no. Se comportó de una forma íntegra que debería ser admirada por todos. Así que “un mal beber” no me parece la justificación más oportuna que debería haber dado el jefe superior a la hora de dibujar el móvil de este suceso ante los periodistas. No. Un “mal beber” no lleva a que alguien termine sacando la pistola que ha decidido llevarse de marcha. Un “mal beber” o “una estupidez” como llegó a decir el jefe superior lleva a otras cosas mucho menos graves que jugar con la vida de una persona, como se ha hecho con Hicham.
Las dos últimas comparecencias de prensa en la Delegación han sido para enmarcar. Desastrosas, mal asesoradas y peor organizadas, han demostrado que su único fin era proteger al delegado y al jefe policial que éste mantiene después de la lluvia de críticas vertidas por su silencio. En la primera se olvidaron de lo más importante en toda esta historia: de Hicham. En la de ayer, de los testigos, personas a las que admiro porque la misma madrugada de los hechos bajaron de sus casas o salieron de sus negocios para colaborar, a pesar de haber sido, algunos de ellos, encañonados por este sujeto para que no dijeran nada.
Muy al contrario, delegado y jefe superior han optado por jugar con fuego. Miren, precisamente lo que le echan en cara a Mohamed Alí. Lo han hecho intentando culpar a los demás de criminalizar a las fuerzas de seguridad, cuando resulta que la propia Jefatura es la que ha informado de que se barajó la implicación de agentes de distintos cuerpos hasta dar con la clave. ¿Quién criminaliza, el que informa? Porque aquí nadie ha acusado, sí se ha informado como se hace en todos los lugares: ¿acaso en Pamplona sus medios de comunicación han criminalizado a otros Cuerpos por decir las profesiones de los acusados de una violación en San Fermín? Hay mucho miedo, demasiada torpeza y abundante incompetencia. Ésa que lleva al delegado a usar la imagen de Ceuta para decir que hay quienes la manchan. No, esa imagen la mancha quien no la defiende. Y quien no la defiende es quien no está apto para garantizar que esto funciona. ¿Se reconoce?
Del jefe superior, mejor callar. Que siga buscándose el puesto y cogiendo el barco.