Este jueves se ha despedido al último fallecido por
coronavirus en Ceuta.
El agente Manuel Reyes se convirtió en la víctima mortal número 13 de este maldito virus y hoy todos sus seres queridos, sus compañeros y la Delegación le han dado el último adiós. Reyes era una persona admirada y querida por todos que no pudo hacer frente a un virus que tanto daño está haciendo en esta segunda oleada en nuestra ciudad. A las puertas del
tanatorio, a primera hora de la mañana, acudían sus compañeros entre lágrimas en sus ojos para dar el pésame a los familiares. No podían creer que estaban despidiendo a Manuel Reyes, una persona que fue valorada por todos sus compañeros y que en la noche del martes dejaba un gran vacío en el Cuerpo.
La
Policía Nacional está de luto, y así se reflejaba tanto en la Jefatura Superior como en el puerto. En este último punto estaba destinado Reyes y aquí era respetado por todo aquel que coincidió en el trabajo, bien sea como policía o en el propio puerto. Reyes fue una persona que no pasó desapercibida porque siempre tenía buenas palabras para todo aquel que se cruzaba en su camino, y siempre estaba el primero para echar una mano a todo aquel que lo necesitara. Era de esas personas que son difíciles de olvidar, y de las que sus compañeros recordarán cada día, porque con su adiós ha dejado un gran vacío en sus corazones.
El coronavirus ha hecho mucho daño a nuestra ciudad porque ha provocado que, sin motivo alguno, se tuviera que despedir a grandes personas antes de tiempo. Este agente de la Policía Nacional era uno de ellos, y ahora sus compañeros tienen que seguir a duras penas. Un Cuerpo que ha sido castigado muy duramente en esta pandemia. Junto a Manuel Reyes, han fallecido otros 3 agentes: los dos amigos jubilados que perdieron su vida en pleno estado de alarma, y otro compañero más en activo.
Ceuta llora y despide a su última víctima de este maldito virus. A las 12:00 horas se guardaba un respetuoso minuto de silencio a las puertas de la Delegación del Gobierno, a la misma vez que sus compañeros con lágrimas en los ojos lo guardaban en la Jefatura y en el puerto.