Los trajecitos de bebé decoran las paredes del establecimiento, colocados con mimo y delicadeza como si el infante lo llevara puesto. Las vitrinas, llenas de lazos, gorritos y diademas primorosamente acomodadas, se disponen en el local a la vista de los clientes. Con una imagen moderna, pero con una larga historia en el almacén, ‘La rosa africana’ cuida con detalle el aspecto de su
negocio.
Los hermanos, y socios, Jorge y Elena Muñoz López mantienen a flote el negocio que abrió su padre en 1948 en la calle Real, antigua Falange Española. “Al principio tocaba todo lo que era confección y mercería”, cuenta Jorge Muñoz. Esta aventura familiar empezó en tierras andaluzas, aunque en ese momento no sabían que se haría real. La abuela de estos dos hermanos iba a Sevilla mucho con su hijo –el padre de los actuales dueños–. Allí veían siempre una mercería pequeña que vendía mucho y constantemente funcionando, cosa que llamó la atención de ambos. Esa tiendecita, curiosamente, se llamaba ‘La rosa africana’.
Este padre de familia vio una oportunidad de negocio en Ceuta, pues hacía falta en la ciudad un establecimiento de ese tipo. “Entonces mi padre, decidió ponerle a su mercería el nombre de la tiendecita de Sevilla. Por mi abuela”, señala el propietario. Y, después de 72 años, la tradición de ‘La rosa africana’ sigue presente en el comercio ceutí.
Jorge Muñoz se puso al frente del comercio de su padre hace ya 40 años, aproximadamente. “No recuerdo exactamente cuándo. Sé que yo tenía 20 años cuando entré a ayudar”, confiesa. No sabía nada del tema, pero fue aprendiendo a base de errores. Acababa, prácticamente, de salir del servicio militar cuando, por necesidad, tuvo que incorporarse en la tienda. “Estaba cerrada por el estado de salud de mi padre y tuvimos que ayudar”, recuerda. Por otro lado, su hermana Elena entró más tarde a formar parte de ‘La rosa africana’. “Cuando acabé BUP dejé de estudiar y me uní a ellos”, comenta. Estuvieron trabajando juntos durante un tiempo, hasta que por desgracia estos hermanos tuvieron que continuar hacia adelante con el negocio familiar tras el fallecimiento de su progenitor.
Y así siguen tiempo después, juntos y en una nueva ubicación. Hace solamente 10 años que este negocio cambió de localización. Actualmente se encuentra en la Calle Cervantes, donde siguen ofreciendo a los ceutíes un buen servicio. “Aunque hemos cambiado de sitio, gracias a los años que llevamos muchos siguen viniendo por el buen servicio que hemos dado siempre”, asegura el propietario.
Con el tiempo, este negocio se fue renovando y actualizando a la época. Cuando Jorge entró a trabajar con su padre, aún quedaba algo de mercería. Sin embargo, el comercio empezó a especializarse en ropa infantil, dejando de lado los productos de sus inicios. “El mercado pedía una especialización y nosotros se la dimos”, señala.
Fue, en ese momento, hace ya 50 años, cuando ‘La rosa africana’ empezó a vestir a los niños y niñas de Ceuta. “Había demanda, mucha, porque trabajábamos con clientela local y de Marruecos . Teníamos una cola enorme a las cinco de la tarde”, afirma. “Aunque de eso casi ya que ni nos acordamos”, se lamenta la hermana.
Y es que, la crisis del
coronavirus ha afectado también a este negocio. Un 95% de la mercancía destinada a su venta en verano se les quedó en la tienda, lo que supone pérdidas económicas para el negocio. Este comercio, con el paso de los años, ha seguido especializándose en moda infantil, incluyendo en su catálogo vestimentas para ceremonias. Y no paran. “Ahora también vendemos hasta mascarillas a juego con los trajes de comunión”, se ríe Elena mientras lo comenta.
Estos dos hermanos han ido adaptándose a las necesidades del mercado y a los nuevos mecanismos de ventas. “Tuvimos que adaptarnos a la forma de organizar los escaparates, porque antes se colgaban las ropas en perchas y ya”, confiesa Jorge Muñoz. Incluso, la adquisición de la mercancía es distinta a cuando ellos empezaron. “Yo recuerdo que antes comprábamos la ropa en almacenes y ahora, sin embargo, trabajamos con proveedores y marcas”, señala.
No paran de adaptarse y siguen innovando. A través de las redes sociales estos hermanos venden sus modelos para facilitar las compras a quienes todavía no se atreven a salir de casa. Pero reconocen que las mejores ventas siguen siendo desde el local.