El tribunal de la Sección VI de la
Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta dejó visto para sentencia un juicio seguido por delito de agresión sexual y
lesiones psíquicas cometidos supuestamente por un padre a su hija cuando esta era menor de edad. El acusado se enfrenta a la pena de 15 años de prisión por el
delito de agresión sexual, así como a 4 años más de
cárcel por el de lesiones. Además, tendría que cumplir con una orden de alejamiento, así como medida de libertad vigilada y prohibición de trabajar con menores. En un juicio que se celebró durante 10 horas en la jornada de este martes, la primera en declarar fue la hija que dijo haber sido víctima de los hechos cuando era menor de edad. Declaró que, de lunes a viernes, tanto ella como su hermana eran llevadas a casa de su abuela materna mientras sus padres trabajaban. Apuntó que el progenitor la recogía solo a ella antes, ofreciendo un relato estremecedor en el que dio detalles de lo que habría ocurrido que este medio evita reproducir por respeto. La hija narró que tras los episodios que dijo haber sufrido no se lo relató a su madre, buscando excusas para justificar, por ejemplo, por qué lloraba. La
denunciante indicó que esos hechos ocurrieron cuando era menor de edad, con entre 12 y 15 años, pero que lo dio a conocer años más tarde cuando su madre denunció a su padre por violencia doméstica. “No decía nada porque él siempre ha tenido comportamientos violentos tanto con mi madre, como con mi hermana y conmigo. No veía la situación en mi casa para decirlo”, argumentó.
Una vez su madre denunció por violencia doméstica fue cuando se atrevió a contárselo a la psicóloga del Juzgado. “Me dio la confianza, sintió que me pasaba algo más y cuando me preguntó específicamente se lo dije”. La denunciante, ya mayor de edad, explicó que esta situación ha tenido repercusión en su vida diaria, con problemas para dormir, ataques de ansiedad y pocas relaciones personales.
El acusado niega los hechos
El acusado, por su parte, negó haber realizado algún tocamiento a su hija. Relató que era el que ponía las normas en la casa, que siempre era él el que las castigaba y que cansadas de eso le han podido denunciar. “Es desproporcionado lo que me está pasando. No es lógico”, apostilló. Señaló que mientras vivía en la vivienda familiar nunca ha tenido problema con sus hijas. “La única discusión que teníamos en casa era por los estudios. Yo era más exigente y mi mujer no, lo entendía de otra manera, y por eso se discutía”. A preguntas de su letrado, ya que no quiso contestar a la Acusación Particular, habló de los diferentes procesos judiciales en los que se encuentra y la orden de quebrantamiento que le pesa sobre su hija.
La madre de la víctima cree a su hija
El relato de la madre fue en la misma línea que la denunciante. Señaló que en muchas ocasiones encontraba a su hija llorando en el salón pero que siempre le daba evasivas de lo que había ocurrido. “Mi marido siempre les estaba regañando y castigándolas, por lo que no me parecía extraño”. Relató que era una niña expresiva, que se comunicaba mucho con ella, pero que poco a poco fue “haciéndose su coraza”. “Siempre le ha tenido mucho miedo a su padre, en realidad las tres”. La hermana de la víctima indicó que la violencia en la casa era “diaria” pero que a ella nunca su hermana le contó los abusos. “Mi padre siempre nos castigaba de manera excesiva, nos daba tirones del pelo, pero nunca imaginé eso”.
"Se atrevió a contármelo a mí"
La psicóloga a la que la víctima fue la primera persona en contárselo detalló que la primera sesión no fue nada fácil. “La estaba tratando por un caso de violencia doméstica, pero lejos de la agresión sexual”. Explicó que tras estar hablando con ella y ver sus reacciones, fue lo que le llevó a que le preguntara si había sufrido abusos. “Se derrumbó, agachó la cabeza, entró en estado shock. Le di su tiempo para que pudiera verbalizarlo. Ahí vi que podía haber algo más, por su reacción. Señaló que no había contado a nadie, que se sintió que habían abusado de ella”. La médico forense, por su parte, señala que una vez analiza a la denunciante puede apreciar y así lo indica en su informe que era una persona “triste”, que no paraba de llorar y que “era congruente con lo que ella contaba”.
En su informe indicó que tenía síntomas de un trastorno de estrés postraumático con “nerviosismo, miedo de encontrarse con su padre y no querer salir de casa”.
La edad de cuando ocurrieron los hechos
La Defensa hizo hincapié en el juicio en varias ocasiones en la duda sobre el cambio de la víctima en torno a la edad en la que ocurrieron los hechos. En sede judicial mantuvo que fue entre los 12 y 15 años, aunque a algunos peritos les dijo entre los 9 y los 12. En este sentido, el psicólogo del Juzgado señaló que a su juicio ese hecho no quita credibilidad a la víctima ya que todas las personas cambiamos el relato cuando lo contamos en muchas ocasiones. “Lo importante es que el núcleo de los hechos, siempre se ha mantenido y siempre ha relatado lo mismo”. Además, sobre la tardanza en denunciar los hechos, el psicólogo señaló que era normal que en este tipo de delito se tarde en denunciar, sobre todo cuando se produce siendo la víctima menor de edad. “Tienen miedo a no ser creídos y se sienten culpables de la situación. Hasta que no hay una conciencia clara o el entorno es seguro no se denuncia”. La trabajadora social, por último, también coincide con la víctima en que esos hechos ocurrieron entre los 12 y 15 años. “Se pone a llorar y me relata que le tenía mucho miedo a su padre, entonces es cuando habla de agresión sexual. Ella al principio no tenía esa concepción negativa, y cuando fue creciendo se fue dando cuenta que no era normal”. Una vez terminada todas las declaraciones,
Fiscalía y Acusación siguieron pidiendo una sentencia condenatoria, mientras que la Defensa pidió la libre absolución de su representado. El juicio quedó visto para sentencia.