A sus dos años y medio de edad, Rania Amar viajaba cada semana hasta mediados de marzo a Sevilla para que su neurocirujana pediátrica ajustase milimétricamente su halo cervical, el aparato que se le colocó hace seis meses en el Hospital Universitario Virgen del Rocío con la expectativa de poder colocarle, a la vuelta de un año, una vértebra de titanio que corrija uno de sus problemas de salud.
Hasta mediados de marzo. El estado de alarma por la crisis del coronavirus que lo ha cambiado todo también obligó a la pequeña ceutí, residente en una ciudad sin neurocirujano, a alterar sus rutinas médicas por meticulosas y periódicas que fueran.
“La especialista nos dijo que en las condiciones extraordinarias del confinamiento podríamos reducir las visitas a una cada quince días”, explica la madre de la niña, Dalila Mohamed.
Su siguiente cita estaba programada para este miércoles a primera hora de la mañana. Sus progenitores obtuvieron el preceptivo permiso por escrito de la Delegación del Gobierno para desplazarse con Rania en su vehículo hasta Algeciras y desde ahí a Sevilla. Ida y vuelta “el 8 de abril”, estipula el documento rubricado por Salvadora Mateos.
Sin embargo, las condiciones en las que han programado sus rotaciones las dos navieras que siguen operando para el transporte de mercancías y el traslado excepcional de pasajeros (Baleària, adjudicataria del contrato de servicio público, y Armas-Trasmediterránea) hacen imposible cualquier plan de viaje para la familia.
Dalila Mohamed lo constató este martes rebotando de ventanilla en ventanilla por media ciudad. “Baleària únicamente tiene prevista una salida desde Ceuta a las 8.00 horas con regreso a las 10.30 y otra rotación sin vuelta hasta las 23.30 horas del Viernes Santo que partirá desde la ciudad a las 16.45 horas”, relata la madre, “indignada” y estupefacta por la falta de capacidad de las instituciones “para dar soluciones a un problema de primera necesidad”.
Según precisa, ante la imposibilidad de realizar un viaje de ida y vuelta a la capital hispalense en tan corto espacio de tiempo, “la única solución” que se les ha sugerido en el Servicio de Evacuaciones del INGESA es “que nosotros solicitemos a la neurocirujana del ‘Virgen del Rocío’ que deje ingresada a la niña durante casi tres días, con lo que teóricamente yo podría dormir con ella, pero mi marido se tendría que quedar dos noches en el coche en las circunstancias que todos conocemos actualmente” y que mantienen todo cerrado, empezando por los hoteles.
A la madre tampoco le parece “razonable” que se plantee, en las condiciones en las que se encuentran los centros sanitarios en plena crisis del coronavirus, “que una pequeña de dos años y medio con cardiopatía y la defensas muy bajas sea internada cuando viaja para recibir una atención que no se demora más allá de cinco minutos, pero que es imprescindible para que todo el esfuerzo realizado hasta ahora no se frustre, ya que si su aparato no se ajusta periódicamente la columna no generará el espacio necesario para sustituir su hemivértebra por una entera de titanio”.
“La neurocirujana nos explicó que solo habilitaría su consulta, suspendida como el resto de las ordinarias en todo el país, mañana [por este jueves] para casos de urgencia como el nuestro, pero no sabemos si podrá volver a hacerlo la semana siguiente o dentro de dos o de tres”, lamenta Dalila Mohamed, a la que tampoco se ha ofrecido como viable la opción del helicóptero, supuestamente reservada únicamente para pacientes oncológicos pese a que ‘Hélity’ realiza varios viajes cada jornada con su aparato vacío para prestar el servicio. Aún así la pondría en Algeciras “sin posibilidad de llegar hasta Sevilla”.
“La solución sería que los barcos del contrato público estuviesen obligados por la Administración a dar una conectividad mínima diaria a los ceutíes, con una rotación temprano y otra tarde, porque no creo que tener aquí unas horas antes o después las mercancías pueda ser más importante que las personas”, argumenta.
