Las concertinas que blindan la playa de
Marruecos próxima a la frontera con Ceuta no disuadieron a Hamza Mozarkat de arrojarse al mar con las primeras luces del día 4 de agosto con el fin de alcanzar la costa española. Desde entonces, este argelino permanece
desaparecido. Este hombre nacido en 1996 –27 años– se enfundó un traje de neopreno, se calzó las aletas y se adentró en las aguas que separan la
frontera entre ambos países aprovechando la oscuridad de las 6:00-7:00 de la mañana. Como tantos otros que con anterioridad han nadado esta misma peligrosa travesía de los espigones, y todos aquellos que lo harán en el futuro, Hamza Mozarkat envió un mensaje a sus amigos para avisarles de que su intento de pase por vía marítima estaba en marcha. Eso fue lo último que supieron de él.
Un amigo del desaparecido, también argelino, explica que su compatriota llegó a Castillejos después de recorrer cientos de kilómetros desde su país natal hasta Marruecos pasando por Túnez. Pocos datos más tiene sobre su compañero en paradero desconocido: solo que es soltero, tiene a toda su familia en Argelia y que su periplo migratorio responde a motivos económicos. "Quería llegar a Ceuta para buscarse la vida. Después su intención era ir a la Península y encontrar un trabajo", recuerda su amigo en conversación telefónica desde (Fnideq, Castillejos). Su amigo lo busca ahora y pide que cualquiera que lo haya podido ver se ponga en contacto con él a través de este medio de comunicación.
Presión en el espigón del Tarajal
Quien ha hecho pública la desaparición ya ha contactado con conocidos en la ciudad autónoma y, por desgracia, nadie lo ha visto todavía. Temen que esa ilusión que lo arrastró al mar, y un día lo llegó a abandonar su país, se haya apagado en el mar. La fecha de su salida desde Marruecos coincide con el triste hallazgo del último cadáver localizado en aguas ceutíes,
a quien identificaron como Ahmed Yellouli. Aunque las cifras del balance migratorio que el Ministerio del Interior publica periódicamente
no lo reflejen, el espigón del Tarajal está sometido constantemente a la presión de nadadores que aprovechan cualquier oportunidad para cruzar a Ceuta.