Si hay un rasgo diferenciador de la Ferretería El Cruce es que sus clientes siempre salen con una solución y una sonrisa. Llevan desde el 28 de marzo de 1995 atendiendo al público en el número 28 de la Avenida de África y se han ido adaptando a los cambios en la demanda a una velocidad de vértigo.
“Vi que era el momento de dar el salto. Vimos mi mujer y yo este local y gracias a un amigo mío que iba buscando unos tacos para poner unos tornillos en la pared, le preguntamos al hombre que tenía esto y nos dijo que lo traspasaba. A raíz de aquí, pues ahí estamos que ya llevamos 25 años aquí con la tienda por culpa de unos tacos de la pared”, bromea Antonio Villatoro Ballesteros, propietario de la Ferretería El Cruce.
Una ferretería de las de toda la vida en las que apenas podías ver el género porque te despachaban desde el mostrador y todo estaba en el almacén. Esa era la idea con la que abrieron este pequeño negocio Antonio Villatoro Ballesteros y África Muñoz Sánchez.
“Esto era una ferretería antigua y aprovechando que ya estaba pues seguimos con la ferretería, pero a mí me vuelve más loco la pintura. Entonces, pues metimos también pinturas porque yo anteriormente estuve en una empresa de pinturas 25 años y la verdad que es lo fuerte nuestro”, continuó.
Un negocio que cumple 25 años y que ha querido transformar ese concepto para que el consumidor se familiarice con lo que tienen y si no lo encuentra que pregunte. El objetivo: que se sienta como en casa ya que para ellos es el verdadero motor del negocio.
“Esto es una tiendecita que se puede comparar con una tienda de comestibles porque vendemos muchas chispitas de todo. Lo mismo tenemos un trozo de cadena, que un cable, un enchufe, bolsas de cemento, yeso, clavos, tornillos, cuerdas para tendederos y el fuerte que es la pintura, pero todo para hacer cositas de bricolaje en la casa. Abrimos de 9 a 2 por la mañana y de 5 a 8 por la tarde”.
Pocas cosas han cambiado a lo largo de los años en este local, que permanece casi intacto desde que se abrió, pero sí que han ido trayendo más productos según las demandas de los clientes. “También tengo algunos pequeños electrodomésticos como taladros y sierras caladoras, y luego también mi hija nos ha metido en el mundo de las manualidades del scrapbooking (libro de recortes) y tenemos algunas cositas también para estas manualidades de papel. Entre mi hija, mi mujer y yo vamos llevándolo todo”.
Una pequeña tienda en el Morro a la que han afectado mucho estos meses de pandemia y que durante el confinamiento estuvo cerrada. “Cuando ya abrimos, estuvimos unos 15 días atendiendo a través de la reja de la puerta hasta que se fue suavizando la cosa y tengo una especie de muro de bidones y con esto hago la distancia”.
Durante el confinamiento surgieron arreglos que los ceutíes necesitaban hacer y eso ha hecho que pudieran seguir adelante. No solo venden artículos de ferretería, sino de cerrajería, fontanería, menaje, iluminación, jardinería o pequeños electrodomésticos. Aunque en estos meses, este negocio familiar ha notado mucho la bajada en las ventas.
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