Los jóvenes no están pasando por el mejor momento en Ceuta. Varias son las piedras que se encuentran en el camino para que vean como solución factible la de ir a la Península para perseguir sus sueños, abrirse paso en el mercado laboral, así como en los estudios y, en cierto modo, en lo que respecta al ocio y tiempo libre. Este es un mediodía donde varios amigos, en este caso familiares, pasan una jornada en la playa y comienzan a charlar sobre cómo sobrevive la juventud en la ciudad autónoma. El adelanto a todo lo que continúa no es demasiado halagüeño.
Ignacio Coloma, 28 años, ha estudiado Sociología y Ciencias Políticas. Él es caballa y comenta que “he tenido que estudiar y trabajar en la Península, mi ciudad no permite que me quede. No hay empleo y del que disponen no está relacionado con mis necesidades”. Además, añade que “esto le ha ocurrido a casi todo mi grupo de amigos, deben marchar al otro lado del Estrecho para buscarse un futuro laboral”.
“Esto le ha ocurrido a mis amigos, deben marchar para buscarse un futuro laboral”
Igual le sucede a Yolanda Hernández, 23 años, recién graduada en Arquitectura y con la vista puesta en un máster que comenzará el próximo mes de septiembre. “Mi carrera no se encuentra en Ceuta, me he tenido que ir de casa”, dice esta joven caballa. A su vez, adiciona que “de mi oficio, en esta ciudad está todo muy limitado y lo que sale lo lleva la misma empresa o el Ayuntamiento con sus contratos”. Las oportunidades se esfuman, desaparecen por completo, pese a que ella no le disgustaría residir en el lugar que ha crecido. “Este sitio es cómodo, lo tienes casi todo a la mano y te puedes desplazar andando”, afirma.
En medio de la conversación sale a relucir la palabra “emancipación”. Los cuatro jóvenes se miran y ríen a la misma vez. Quizás sea un modo de evadir el tema, no quieren pensarlo demasiado porque las oportunidades para dar ese paso son complicadas. En el último informe que recoge el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España se descuelga el dato de que el 15,6% de los jóvenes en nuestro país vivían independientes en la segunda mitad de 2021, lo que supone un aumento de 0,7 puntos con respecto al primer semestre de ese mismo año.
Algo de optimismo se deja entrever, pero, “tengo casi 30 años y sigo compartiendo piso. Cierto es que esto lo decido yo, pero no tendría la capacidad de meterme en una hipoteca o un piso de alquiler porque esto supone dar en un principio el 20% del total para acceder a una vivienda”, explica Ignacio Coloma. Los salarios no dan para sufragar todos estos gastos y menos en tiempo de inflación. Asimismo, Cristina Serrante, 27 años y graduada en Psicología, matiza que “en Ceuta es menos viable teniendo el precio de los alquileres por las nubes”.
La temporada estival lleva a que muchos caballas vuelvan a su ciudad de origen. Encontrarse con la familia y amigos es necesario para recargar pilas, pero esta se convierte en otra asignatura pendiente para Ceuta. El ocio queda huérfano para este sector de la población. “Durante el año, los jóvenes nos sentimos abandonados”, manifiesta Ana Coloma, de 26 años y estudiante de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Sevilla. A esta afirmación, lo acompaña Ignacio, quien suma que “tenemos las actividades que ofrenda el Instituto Ceutí de Deportes (ICD), pero la vida cultural escasea y más para nosotros, que no traen apenas algo afín a nuestra edad”.
Eventos, pero igual ocurre con el ocio nocturno. “Solo tenemos varios locales que son los que manejan la ciudad”. Sin duda, “Ceuta no mira a la juventud” corroboran estos veinteañeros. La solución queda en marchar a la Península. Por ejemplo, “vives en Algeciras, tienes tu coche y te desplazas a donde quieras”, remata esta conversación Ana.
Muchos jóvenes, cuando estudian una carrera o formaciones profesional, se ven en la tesitura de adaptar su horario para compaginarlo con un puesto de trabajo. En algunos casos, es la propia situación económica la que los llevan a buscar una vacante en un bar o, por ejemplo, una oficina. Esta realidad sigue al alza, ya que el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud en España, en sus últimos datos ofrecidos hace unos días, revela que son un 32% los que sí trabajan y sí estudian (“sísís”) simultaneamente. En cambio, los “nini” han quedado reducido en un anecdótico 3%.
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