La bandera blanca y verde. Como en todos los estandartes, los del norte dominan, controlan y gestionan los recursos para decirnos, a los del sur, cómo tenemos que vivir. Además, ellos y ellas se reparten las oportunidades a su manera para que las sobras nos las quedemos, nuevamente, los de sur, con la consecuencia dramática de pelearnos nosotros entre nosotros mismos; y así nos va. Asimismo, después de más de cuarenta años de democracia, somos cuarenta veces más pobres. En el caso español, los miserables somos las y los verdiblancos, los que vivimos cobijados entre los cuatro puntos cardinales del sur de España que van desde el Cabo de Gata hasta el Golfo de Cádiz; y de manera vertical desde Despeñaperros hasta el Estrecho de Gibraltar.
Vuelve tras siglos de guerra. Aunque ahora, declararán que desde la transición esta región no es más desgraciada e, incluso, parece ser que somos más modernos. Asimismo, faltaría más que después de tantas subvenciones venidas de la Unión Europea siguiésemos escribiendo con máquina de escribir, viajando por caminos sin asfaltar y condujésemos carros empujados por mulas, por dar solo algunos ejemplos. Aún así, los datos socioeconómicos actuales no engañan ya que seguimos teniendo los municipios con peores datos en desempleo con respecto a Europa; los salarios medios con menor remuneración nacional; trabajamos más horas laborales que cualquier comunidad autónoma, subrayando que somos los menos absentistas en el trabajo, aunque luego nos tilden de vagos; y poseemos la misma dependencia tecnológica, energética (petróleo, gas y energía) y política (tanto desde Madrid como comunitaria) que décadas atrás. Por lo que, tras muchos siglos que pasen, seguimos con los mismos problemas socioeconómicos endogámicos que caracterizan a la región.
A decir paz y esperanza. Jamás tendremos paz ya que Marta del Castillo, una de nosotras, sigue sin aparecer debido a la maldad de un asesino que le sesgó la vida. El feminismo, que me incluyo, debe de buscar la igualdad entre el hombre y la mujer pero, también, la justicia y sororidad por encontrar, en este caso, sus huesos contra sus huesos y sus polvo entre sus polvos porque es nuestra hermana, nuestra amiga, y nuestra hija y pudo haber sido nuestra madre, y, cuando la luna plateada empezase acariciar su cabello, nuestra abuela; y no podemos permitir su paradero desconocido por las manos de un cobarde. Esa luna que sigue triste al igual que las palabras de los sonetos, teatros y rimas del poeta Federico García Lorca, ya que no podemos homenajearlo como merece debido a otro cuerpo desaparecido por culpa de unos actos criminales de un bando en blanco y negro. Es cierto que prefiero las bibliotecas a los ataúdes para recordarlo, pero eso no quita tener el derecho de saber dónde está. Mientras sigamos con la esperanza de que aparezcan sus cuerpos, por muy poco que quede de ellos, más grande será su memoria y eterno su cometido para un mayor feminismo y apuesta por la cultura andaluza.
Bajo el sol de nuestra tierra. Parece ser que la estrella que más brilla del firmamento sólo alumbra económicamente, en Andalucía, al sector turístico y hostelero. Un turismo y una hostelería que refleja, en parte, las miserias del trabajador debido a unos horarios interminables, un convenio colectivo de cachondeo, unas nóminas mal pagadas y una cotización a la seguridad social que no siempre muestra lo realmente labrado. Estas condiciones laborales, en el sector terciario, hacen que la persona no llegue a final de mes, proyectando un nuevo concepto de pobreza; es decir, ejercer una profesión sin tener posibilidad de cubrir sus necesidades, ni siquiera, fisiológicas. En este sentido, diversifiquemos nuestra economía, planteemos, también, otros tipos de turismo con mayor conciencia medio ambiental, y apoyemos e incentivemos otros sectores. De lo contrario, nos volverá a suceder como nos ha ocurrido con la pandemia actual; es decir, cuando tu economía depende tanto de una actividad económica para el funcionamiento de la región, en el momento que se para ese sector, la sociedad cae estrepitosamente como nos ha sucedido con el COVID. Simplemente, son las verdades del barquero. Quizás los del norte pretenden que los del sur, únicamente, nos dediquemos al turismo sirviéndole vino y mostrándole el sol para que ellos, a cuerpo de rey, gestionen nuestro porvenir de camareros y cameras del mundo que, con su ridículo eslabón jerárquico, lo único que nos espera es un futuro sin toma de decisión propia, perpetuando una realidad que burla los intereses propios de nuestra patria; condenando así a la próxima generación con una inserción laboral de bandejas y terrazas. ¡Rompamos estas cadenas!
¡Andaluces, levantaos! Quitémonos la careta de ser los bufones del país ya que nosotros no sólo producimos chistes. No obstante, no podemos seguir contemplando los peores indicadores en matemáticas, ciencia, lectura y números de alumnos y alumnas por aula de toda la península, ya que corremos el peligro de instaurar el analfabetismo del nuevo siglo; que es aquella sociedad que ni entiende lo que lee ni sabe expresarse al escribir. Por ello, levantémonos hacia una ciudadanía andaluza que edifique una actitud crítica suficiente que haga romper los estereotipos de una, presumible, indolencia por nuestra parte para que así nos dejen de mirar, desde el otro lado del valle del Guadalquivir como una nación de panderetas. Demostremos que nosotros y nosotras tocamos las panderetas sólo en Navidad. Levantémonos ante la cara injusta de una Andalucía, supuestamente, haragana.
¡Pedid tierra y libertad!. Habitan unos terratenientes del siglo XXI que se disfrazan de intermediarios y de grandes almacenes de alimentación que le ponen el yugo al cumplimiento de las necesidades básicas de los agricultores y agricultoras debido a los precios ridículos que deben venderles sus rubros agrícolas. Esta situación asfixia quienes nos proporcionan alimentos y si no encontramos la fórmula que facilite una comercialización donde ellos y ellas logren el mayor margen comercial, finalmente, terminarán por perecer. De esta manera, los campos serán abandonados y todo quedará en propiedad de unos pocos con la llama de la concentración de la riqueza dejando en jaque el futuro alimenticio de nuestras hijos e hijas. Así que no mancillemos las manos manchadas de tierra de los jornaleros y jornaleras puesto que en su proceder agropecuario reside nuestra soberanía alimenticia y empieza nuestra libertad.
Sean por Andalucía libre. Después de regar, constantemente, una rosa que nos ha proporcionado más espinas que pétalos y que ha servido para que alimente una gaviota que a su vez a echado unos huevos que son de extrema derecha, de lo más rancia, imponiéndonos pines parentales, autobuses de “hazte oir” y en nuestro escudo nos lo decora con una corona cuyo rey no se sabe muy bien donde reside debido que anda escondido por casos de corrupción. Además, ambos grupos han fomentado que una globalización, con permiso del mercado y del progreso, convierta a generaciones enteras en unos miserables verdiblancos y verdiblancas sin oportunidades para vivir en su tierra. Pues votando lo mismo en vez del sufragio universal seguiremos practicando el naufragio universal en cada una de nuestras calles. Por lo que tenemos tres opciones: dar el paso a otros grupos con, supuestamente, otras miradas más honestas; crear un grupo nuevo sin las malas prácticas de las demás; o, simplemente, darnos cuenta que para lograr la utopía de una Andalucía libre no necesitamos la política sino a nosotros mismos ya que ellos y ellas con sus privilegios andan demasiado ocupados. En esta línea, la política que nos gobierna no tiene la CLASE adecuada para suministrarnos de herramientas suficientes para poder salir adelante; de ahí, el incremento de la brecha entre las CLASES sociales, el hundimiento de la CLASE obrera y el arrinconamiento de una educación que no bajan la ratio del alumnado en las CLASES de colegios e institutos ya que consideran la enseñanza como un gasto en vez de una inversión. Así, con éste panorama clasista, cómo vamos a ser “libres”.
España y la humanidad. Menos banderas patrióticas, golpe de pecho nacionalistas y aplausos en los balcones de España y más cumplimiento con la Constitución española relacionado con una vivienda asequible, un trabajo digno y una educación y una sanidad de calidad. En el caso andaluz, pues lo mismo, menos estatutos autonómicos que con sus leyes incumplidas se chanza de su ciudadanía, y más protección en aquellas familias que se ven en el disparadero injusto de los desahucios; no mirar con desprecio al inmigrante que viene en patera para mejorar su nivel de vida al igual que haces tu desde un aeropuerto con billete “low cost”; y más conciencia con los sanitarios cumpliendo con las medidas que nos aconsejan ya que son los verdaderos héroes y heroínas de esta pandemia. Entonces, partir de ahí, habrá más humanidad.
Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos. No hay ninguna duda de la vetusta historia de Andalucía ya que poseemos tener ciudades que son las más antigua de occidente. Esto nos da la razón de ser los pioneros en dotar cultura al viejo continente convirtiéndonos en el faro de la civilización europea. Sin embargo, la atalaya lumínica se apago y ya no somos pionero de mucho aunque el signo podría cambiar y apostar, en función de nuestros maravillosos recursos naturales y nuestra situación geográfica que nos dota de unos elementos naturales únicos, por la energía renovables ya que también existen lugares para su ejecución como las zonas francas. Así que una posible reconversión industrial en esos sectores no estaría mal para volver a estar en la vanguardia y, además, lograríamos dejar de ser dependiente con la energía y no que siempre nos vemos ahorcados con unos precios leoninos que los modifican cuando más faltan nos hace (olas tanto de calor como de frío). En este sentido, acabaríamos con la pobreza energética que la sufren un numero importantes de casas andaluzas y, por supuesto, empezaríamos a ser lo que fuimos.
Hombres de luz, que a los hombres alma de hombres le dimos. Sin solidaridad y con competencia feroz entre nosotros jamás tendremos un alma suficiente para pintar una identidad andaluza que plante cara a los desafíos y retos del nuevo milenio. No existe unión entre las ciudades de la región y no se realizan proyectos socioeconómicos comunes que contribuiría en mejorar nuestro bienestar social. Nos creemos que lo nuestro es único y no hay nada mejor más allá de nuestras fronteras locales y eso precisamente hace que nos hagamos más daño y nuestra alma caiga en la luz de los más poderosos convirtiéndonos en sus dóciles siervos. Por ello, creemos lazos y vínculos entre todos los pueblos andaluces para sentirnos orgullosos de nuestras raíces y así converger en una luz blanca y verde tan potente que haga neutralizar la desigualdad societaria andaluza.
¡Andaluces, levantaos! ¡Pedid tierra y libertad!. Una tierra que tiene su techo en las lágrimas nevadas de la cima del Mulhacén, coronando la sierra helada de Granada; con unos campos jienenses de aceites y olivos con principio pero sin fin; unas estremecedoras noches sevillanas en los Patios de los Naranjos; cactus a cactus decoran el desierto embriagador almeriense; para sumergirnos en esta región que mejor entrada que cualquiera de las que engalana la Mezquita cordobesa con olor al-Ándalus; doradas caballas acompañan a la arena tostada de las playas malagueñas; un puerto marítimo onubense que nos recuerda que fue allí donde partimos para descubrir el Nuevo Mundo; y unas costas gaditanas que sirven como mirador antes los atardeceres que te regala el Atlántico; siendo éste escenario de tu primer beso que provocan el sonrojo de tus cachetes del mismo color cárdeno del cielo cuando el sol se despide de la jornada allá en el crepúsculo oceánico. Además, estas orillas de Cádiz va dando continuos guiños al continente africano donde se vislumbra nuestra hermana Ceuta que con su mujer muerta nos escribe un horizonte morado y feminista. Pues en esta tierra sureña de múltiples paisajes, colores y sabores de lo mas variopinto, es hora de añadir en el himno andaluz, con letra de Blas Infante, el término de “andaluzas” que ya empieza a chirriar tanto hombres y hércules.
Sean por Andalucía libre, España y la humanidad. No podemos ser libres unida a una España tan apostólica, románica y católica, entre otras razones, por que en esa religión los miserables y la mujer o la mujer y los miserables no pudimos escribir ningún párrafo de sus sagradas escrituras y/o libros sagrados. En este caso, creer en oraciones donde no hemos sido partícipe de su elaboración no tiene mucho sentido y, además, nos han convertido prisionero de unas imágenes, cruces, y credos que ya no nos representan ya que su elite está al servicio de otras élites. Busquemos otros templos para declarar nuestras confesiones más sinceras y así resucitar en otro paradigma más justo con el desamparado y con mayor humanidad. Por ello, menos hombros en procesiones paganas y más codos en libros para el resurgimiento de una ciudadanía con inquietud.
Una vez que he cantado el himno andaluz con más pena e impotencia que gloria aunque con mucho orgullo ya que es la cuna que me vio nacer así que un respeto. Ocho son sus provincias; ocho es un número que cuando se acuesta tiene forma de infinito como la cantidad de inefables acentos que posee esta nación pero existen descuidados que la critican; ocho es el cuerpo de una guitarra que es el instrumento esencial de esta tierra, con su flamenco y sus carnavales, pero que hoy suena en “sordo” esperando que nos sublevemos ante esta situación de inequidad para que empieza a sonar la música libertaria; y ocho son las puntas de una estrella con signo mozárabe y mudéjares que nos recuerdan que tenemos vestigios musulmán así que más criterio a la hora de demonizar toda su cultura. De lo contrario, que converse con la indescriptible Alhambra, patrimonio de la humanidad.
Andalucía no es mi madre sino Cádiz ya que fue la que me parió, crecí, me enamoré e hizo que mi entretela estallase debido a los besos más hermoso que me di entre sus callejones pero ella es su hermana; es decir, mi tita. Una tita es una mujer que lleva una madre infinita en sus entrañas, te cuida como tal y se hace más grande ante la ausencia materna. Por eso, te quiero mucho y nunca dejes de apretarme la mano hasta que nuestros caminos se separen debido a la caprichosa eternidad.
Andalucía es un corazón verdiblanco con ocho latidos que vive en un pulso lento casi en paro cardiaco. No obstante, despertará, con aires revolucionarios de Caparros, y a golpe taticárdicos de combate donde la sangre correrá sin pausa a toda premura en cada uno de los municipios de nuestra región. Vivificando cada órgano vital de todas sus plazoletas, con la consigna asociativa de labrar una región que piense, hable y sueñe en andaluz. Para ello, no te ancles, Andalucía mía, solamente, en la espiga de la jarana de un pito de caña chirigotero, unos farolillos feriantes, una cuadrilla de penitentes y un griterío animoso de un evento deportivo. Abraza, además, a la gran cantidad de ríos culturales que emanan de tus avenidas que van desde los versos de tus poetas, pasando por los profesores y las profesoras que educan con una tiza diferente y culminando con los académicos que, desde su multiplicidad de disciplinas, buscan “otra” Andalucía.
Se es igual de miserable teniéndolo todo o nada. Sin embargo, los miserables verdiblancos y verdiblancas sin tener materialmente demasiado sabemos salir adelante porque sabemos plantarle cara, en posición vertical, al propio problema y con ese empaque hacemos lo que nos da la gana con la sonrisa descalza, la alegría inmortal y nuestro habito canalla de vivir al día. Somos unos miserables verdiblancas y verdiblancos con el ropaje mitad de escamas marineras y marineros y la otra mitad de jornalero y jornalera con sombrero de paja que nos enseña que con nuestras manos podemos ser capaz de lograr lo imposible: una Andalucía libre y autónoma para no verse en la necesidad de tener que “vender al mejor postor”, en favor de nuestra supervivencia, nuestras tierras convirtiéndose sus compradores en amos y señores de nuestros limítrofes geográficos.
Andalucía date prisa en cambiar tu rumbo que hay familias que llevan lustros tiritando con la miseria de la barriga vacía, la cartera bajo mínimos y los sueños rotos; y todavía andamos creyendo que la vida es tan larga como un popurrí y, sin embargo, es tan efímera como un estribillo de versos libres, rima asonante, ritmo con romances y de repetición constante. Por todo lo anterior, miserables verdiblancas y verdiblancos luchemos, luego galoparemos…
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