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In memoriam: Fatoma y Mustafa, "se fueron" con un día de diferencia

Un amor para toda la vida, y más allá de esta. Eso eran, son y serán Fatoma Abdeselam Mohamed y Mustafa Ahmed Chellaf, un matrimonio de ceutíes que vivía en la Cuesta Parisiana, en Hadú. Una unión la de este hombre de 75 años y su mujer de 80 que quedó sellada hace mucho en Ceuta, cuando de jóvenes la familia de Mustafa pidió la mano de Fatoma: se conocían de siempre porque eran primos.

Un amor incondicional y puro que ni la muerte ha podido separar. El pasado 4 de marzo Fatoma Abdeselam Mohamed fallecía a las ocho y media de la mañana en Observación en el Hospital Universitario de Ceuta por una insuficiencia respiratoria provocada por el COVID-19. Un día después, el 4 de marzo, pero a la misma hora, lo haría Mustafa Ahmed Chellaf con una neumonía bilateral y en Planta.

Ahora descansan juntos en el más allá como siempre les hubiese gustado, pero dejan atrás tres hijos, diez nietos y dos biznietos que siempre les recordarán, además de sus vecinos y amigos. “Eran mucho de estar en familia. Se desvivían por nosotros, sus nietos y aunque estuviera el COVID nos decían que por qué no íbamos a visitarles y les explicábamos que no se podía. El Ramadán y la Fiesta del Sacrificio las hemos celebrado todos juntos en su casa”, explica uno de sus nietos.

El ‘abuelo’ de los Ahmed Abdeselam era jubilado, pero siempre se dedicó a la ferralla. “Con 18 años se fue a Madrid a trabajar en obras con una empresa y en un par de años volvió a Ceuta y empezó a trabajar aquí construyendo las estructuras metálicas de los edificios. También era un hombre muy creyente y fue presidente de la Comunidad Islámica Masyid Uhud. Además tenía una finca y le gustaba plantar verduras y tener algunos animales”, recuerda.

Sus abuelos le criaron. “Para mí, mis abuelos eran casi como mis padres. Mi abuela fue toda la vida ama de casa. De joven era modista y cosía vestidos, cortinas y ropa de segundas nupcias para la gente; de mayor seguía haciéndolo porque le gustaba, aunque menos. A mis abuelos les encantaba ayudar a los más necesitados, salir al extranjero y conocer culturas nuevas, pero sobre todo eran gente de toda la vida con unos valores que se han ido perdiendo y siempre te daban buenos consejos, aunque mi abuela era muy moderna para su época. Eran muy alegres, con un buen fondo y todos los vecinos los querían”, rememora entre risas su nieto.

Sin embargo, el 13 de febrero Mustafa comenzó a encontrarse mal. “No fuimos al hospital porque tuviera síntomas graves, sino porque tenía infección de orina. Lo llevamos al hospital y dio positivo en la prueba. Directamente le entraron en Observación”.

Tras ponerse toda la familia en cuarentena, el 25 de febrero la ‘abuela’ también se puso enferma. “Todo lo que comía lo vomitaba. Pero nunca tuvo síntomas de COVID. La llevamos al hospital ese día y dio positivo. A ella también la mandaron a Observación, pero por esa fecha él ya estaba en Planta”, explica.

Ese mismo miércoles 3 de marzo la intentaron subir a Planta a ella también, pero algo salió mal. “Se desestabilizó y la volvieron a bajar a Observación. En ese momento, él se dio cuenta porque escuchó la voz de ella en el pasillo, aunque no la vio, pero se puso muy nervioso. A mi abuela la estabilizaron otra vez, pero falleció. Y un día después, a la misma hora, se fue mi abuelo”.

Un matrimonio para toda la vida sí es posible. Cuando una pareja se casa hace un voto con su compañero para toda la vida y, al mismo tiempo, hace un voto delante de Dios. Esta historia de amor comenzó hace más de 50 años y se mantuvo gracias “al respeto, el perdón y la generosidad con la que se trataban”.

A ninguno de los dos les tocaba aún emprender este viaje sin retorno, pero ambos han querido hacerlo juntos. Ese es el pequeño alivio que siente esta familia entre tanto dolor y noches sin dormir. Mustafa y Fatoma supieron superar “con alegría y fe” todos los tropiezos de la vida juntos, incluso el COVID-19, y dejaron un eco en el corazón de toda su familia.

Luchando desde jóvenes por un porvenir | Una historia de amor verdadero, aunque trágica, en plena pandemia del coronavirus

Un amor para toda la vida desde que se enamoraron de jóvenes y decidieron casarse después. Ambos nacieron en Ceuta y pasaron toda la vida en su casa de Hadú, donde nacieron sus tres hijos.

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