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Adiós a un hombre íntegro

El ex senador por Ceuta, Serafín Becerra, fue despedido en la mañana de ayer de un modo sencillo, rodeado por sus familiares y amigos y con la asistencia de algunas figuras políticas del hoy y del ayer

Cuentan quienes se cruzaron con él a lo largo de sus más de ocho décadas de vida que, cuando él te saludaba, el recuerdo duraba varios días. Por esa particular forma de apretarte la mano que, ayer, más de uno recordaba como parte fundamental del anecdotario personal de don Serafín Becerra. Un detalle más de los cientos que salpicaron la vida de un hombre íntegro que, por encima de político, era padre y abuelo. O, mejor dicho, “un superpadre, un superabuelo y un superbisabuelo”. Así lo aseguraba en la mañana de ayer, a las puertas del tanatorio de San Amaro, el mayor de los nueve hijos que tuvo con la que fue el amor de su vida, África Constantino. Ese es el mayor orgullo de Serafín Becerra ‘hijo’, dormir cada noche con la certeza de que su padre fue un hombre generoso, un ciudadano ejemplar.
“Hemos tenido la suerte de que nos ha transmitido todos esos valores de respeto e interés hacia los demás y ha conseguido que su familia esté siempre unida, que seamos una piña”, aseguraba. Esa era la otra cara de Serafín, la de puertas para adentro, que no distaba mucho de la que los ceutíes se cruzaban por la calle o conocían cuando regentaban alguno de sus negocios. Él siempre estaba ahí. Saludando, interesándose, charlando. Porque le gustaba el contacto con la gente, la cercanía con los demás.
Una sencilla ceremonia en la capilla del tanatorio, oficiada por el padre José Manuel González, reunió a toda su familia y un buen puñado de amigos en torno a su féretro. Un encuentro emotivo en el que los rostros compungidos de sus nietas, se mezclaban con la entereza de otra parte de la familia que, ante una pérdida tan dura, se agarraba a la fe para sobrellevar tan duros momentos. “Estamos rotos”, confesaba el primogénito, ejerciendo de portavoz, “pero aún, como él era muy creyente, nos queda el consuelo de que allá donde esté se sienta feliz”.
Porque, de lo que nadie duda, es de que si existe el cielo él ha entrado por la puerta grande. “No conozco a nadie en esta ciudad que diga que hizo algo mal, ni como convecino ni como político. Fue un hombre cabal”, comentaba Ramón Cutillas. A su lado Alfonso Conejo y Jesús Fortes coincidían en tal reflexión y resaltaban la importancia de su esposa y sus hijos, siempre arropándole en todos sus proyectos y decisiones. “Nos ha dado clases a buena parte de quienes hemos estado en política en esta ciudad, nos enseñó la importancia de la faceta humana en ese ámbito”, consideraba Conejo. Ni siquiera los bedeles del Senado olvidaban a Becerra, a pesar de haber pasado ya muchos años desde su retirada del mundo de la política y, cada vez que un representante ceutí pasaba por allí, la pregunta siempre era la misma: ¿Cómo está Serafín? “No te preguntaban por ningún otro, sino por él, porque trazaba amistad con todo el mundo y se paraba a hablar con casi todos”, rememoraba Conejo.
Posiblemente haber conseguido todo lo que logró partiendo desde un bajo nivel moldeó de esa manera su carácter afable y cercano. “Hay que tener en cuenta que, cuando llegó a Ceuta, mi padre era prácticamente analfabeto y fue su interés y la constante ayuda de mi madre, que es maestra, quien tuvo la ‘culpa’ de su vida posterior”, explicaba su hijo. Sí, porque a pesar de considerarse caballa al 100% -era de los que defendía que ‘el hombre no es de donde nace, sino de donde se hace’- Serafín era valenciano. Era un marinero que llegó a Ceuta casi por casualidad, después de haber recorrido medio mundo y haber pasado por trances tan duros como una detención en Holanda por su condición de inmigrante. “Cuando llegó se enamoró de mi madre y, rápidamente, de Ceuta”, contaba su hijo.
Una pasión por esta ciudad que llevó al extremo y que mostró al mismísimo Francisco Franco en su despacho del Pardo. “En aquella entrevista llevó un dossier con un montón de preciosas fotografías de Ceuta pero, al mismo tiempo, le mostró también las chabolas, las necesidades de nuestra ciudad”. En la memoria de Serafín Becerra hijo, que estuvo codo con codo con su padre en momentos tan delicados como el 23-F, persisten todavía varias portadas de este periódico con su progenitor como protagonista absoluto. Serafín era claro y directo. ‘El Gobierno no nos hace ni puto caso’, rezaba una de esas páginas; ‘El Rey Juan Carlos ha prometido visitar Ceuta’, decía otra. “Fue una pena que, por diversos motivos el Rey no visitara nuestra ciudad hasta muchos años después, pero en persona, en su propio despacho, a mi padre se lo prometió”, comentaba Becerra ‘hijo’. No es de extrañar, por tanto, que en sus tiempos le denominaran como un ‘animal político’ porque abría los despachos más importantes de Madrid con Ceuta como bandera. “Ayer me llamó el hijo de Adolfo Suárez para mostrarme su pesar, pues su padre y el mío llegaron a ser grandes amigos. Ambos creían en el centro, no en los extremismos, por eso hacían tan buenas migas”. Opina el mayor de sus hijos que el éxito político de su padre no se debía, a pesar de lo que algunos pudieron creer en un primer momento, a una técnica premeditada: “Simplemente era su forma de ser, actuaba de acuerdo a sus valores y principios, se guiaba siempre por ellos”.
Después de la ceremonia religiosa, los restos del ex senador por Ceuta fueron trasladados, con el apoyo logístico de la Policía Local, hasta el cementerio de Santa Catalina. Allí, entre sollozos y lágrimas, los familiares acompañaron el ataud hasta el crematorio ya que se decidió que fuera incinerado. Sus cenizas serán esparcidas por su querido Monte Hacho desde el cual contemplaba, cada jornada, la inmensidad del Estrecho. De ese mar que le dejó, casi por arte del azar, en Ceuta para fundar una numerosa familia que ayer le lloraba a medio camino entre la pena de su marcha y el orgullo de saberse sucesores de un gran hombre. Una persona íntegra de la que lo han aprendido todo. Ahora el reto es seguir unidos. “Será fácil, porque allá donde esté él no permitirá que separemos lo que él y mi madre tanto mimaron”, concluía Becerra.

Rostros conocidos a las puertas del Tanatorio de San Amaro

El presidente de la Ciudad, Juan Jesús Vivas, la consejera de Educación, Cultura y Mujer, Mabel Deu, o la actual senadora Luz Elena Sanín fueron algunos de los representantes políticos que se acercaron en la mañana de ayer hasta el tanatorio de San Amaro para dar el último adiós al querido Serafín Becerra y consolar a su extensa familia. Rostros de la política actual a los que, como no podría ser de otra manera, les acompañaban también caras conocidas de la actualidad política de hace algunas décadas. Entre los presentes estaba también el ex presidente Jesús Fortes y otras figuras de la política local como Ramón Cutillas y Alfonso Conejo. Todos, sin excepción, destacaron el carácter afable del apellido.

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