Ceuta y Melilla son las regiones de España en las que los inquilinos deben hacer un mayor esfuerzo para vivir de alquiler. Ese es el régimen en el que tiene su casa el 16% de los residentes en las ciudades autónomas, que de media deben dedicar el 35% de sus ingresos a pagar la renta, seis puntos por encima de la media nacional (29,1).
Con esas cifras ambas se sitúan por encima de Euskadi (33%), Baleares (32,6%), Madrid (31,8%) o Cataluña (31,7%), según los datos recogidos en el estudio titulado ‘¿Cuál el esfuerzo por vivir de alquiler en España? Evolución y diferencias por comunidades autónomas’ que firma el catedrático de Economía Aplicada Desiderio Román en el último número de los Cuadernos de Información Económica de Funcas.
Las comunidades con esfuerzo “bajo” son Castilla y León (24,9%), Galicia (23,3%), La Rioja (21,9%), Murcia (21,6%) y Extremadura (20,2%).
La opción del alquiler es más intensa en hogares con un nivel de gasto medio y medio-bajo (entre 12.000 y 25.400 euros anuales de gasto), entre 1.000 y 2.100 euros mensuales. El porcentaje de hogares que en esos dos quintiles vive de alquiler es de alrededor del 22%.
“Es probable que una parte de esos hogares resida en viviendas compartidas, especialmente en el caso de los más jóvenes y en aquellas ciudades donde los precios están más tensionados como Palma de Mallorca, Barcelona, Málaga o Madrid. Para hogares con menos de 1.000 euros de gasto, el uso de la cesión de vivienda alcanza un máximo del 9,7% que prácticamente duplica el promedio del 5,8% de todo el territorio español”, contextualiza el autor.
Por tipología de hogar, el alquiler se polariza en jóvenes que viven solos —alcanza cerca del 40 % en menores de 30 años— y en hogares donde hay hijos, sean parejas (20,1 %) u hogares monoparentales (15,1 %). Asimismo, el alquiler es un fenómeno más intenso en zonas urbanas que rurales alcanzando el 22,3 % en núcleos urbanos de más de 100.000 habitantes, duplicando la incidencia en los municipios con menos de 10.000 habitantes (11,1%).
Por último, el alquiler alcanza su máxima intensidad en hogares de origen inmigrante. Con un peso situado en el rango 42% a 45% si son de origen europeo, alcanzando el 66,3% para personas del resto del mundo.
En general, los resultados expuestos confirman que el esfuerzo del alquiler es muy superior en los hogares unipersonales. En hogares con niños, el sobreesfuerzo alcanza el 30,8% en el caso de parejas, mientras que en los monoparentales es del 37,6%.
Por tanto, puede concluirse que “las economías de escala en el gasto resultan relevantes en la salud financiera de los hogares que alquilan”. En los menores de 35 años que viven solos, el sobreesfuerzo se acerca al 41%. Esta cifra es ligeramente superior al 36,9% de los hogares de inmigrantes.
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