Escribir sobre la Legión el año del Centenario de su fundación, es tarea no exenta de dificultades, sobre todo, si quien pretende hacerlo ni es legionario, ni es militar, y además el intento se produce en Ceuta, lugar de tantos expertos sobre esa materia .Pero no se trata de glosar aquí toda la historia completa del viejo Tercio, sino solamente de poner de manifiesto lo que es público y notorio, la estrecha vinculación que existe entre Ceuta y sus legionarios, que hunde sus raíces más lejanas en los propios orígenes de la fundación del Cuerpo, en cuyas primeras normas que constituyeron el régimen jurídico de su creación, ya se ve de forma inequívoca e indubitada el empeño firme y decidido de Millán Astray de hacer de Ceuta la cuna de la Legión.
Ello viene a acreditarlo la Real Orden Circular de 4-09-1920, firmada por el rey Alfonso XII, por la que se regula la organización, el reclutamiento y la puesta en funcionamiento del Tercio. En ese texto llama poderosamente la atención el hecho poco usual de que el nombre de una ciudad, en este caso Ceuta, aparezca nada menos que hasta cuatro veces en una disposición normativa. Así, en la Norma 7ª de dicha Orden, textualmente se dispone: “Este Tercio tendrá su cuartel permanente en Ceuta, en la cual plaza y en edificio adecuado que se le señale radicarán las oficinas, almacenes, la representación y depósito y en él se verificará su organización”. Fue aquí donde Millán Astray, su fundador, recibió personalmente a los primeros legionarios que se alistaron, a los que arengaba: “Combatiréis siempre en vanguardia, la muerte se convertirá en vuestra inseparable compañera. Moriréis muchos, quizá todos...”, etc.
Otros hechos que reflejan la unión y el mutuo atractivo que siempre Ceuta y La Legión desde su fundación han tenido, se tienen en que el primer legionario que el 20-09-1920 se alistó en el nuevo Cuerpo, fue hijo de Ceuta, habiendo sido después esa fecha la que se tomaría como referencia del inicio de la puesta en funcionamiento del Tercio y de la celebración del aniversario que este año se conmemora. ¡Qué pena que ahora su centenario venga unido al maleficio del letal coronavirus!. Y es de esperar, no obstante, que el mismo no reste a dicho Cuerpo de élite el protagonismo y la notoriedad celebrativa que en justicia corresponde por poseer tan glorioso historial.
La Legión tuvo luego su primera sede en el viejo cuartel del Rey de Ceuta. Aquí en 1950 se instaló también la Subinspección del Tercio hasta que en 1959 se trasladó a Madrid. Y también en esta Plaza lleva ya ubicado el Tercio Duque de Alba, II de La Legión, de brillante historial militar, durante más de cuarenta años, tras su repatriación desde Dar-Riffien cuando en 1961 se puso fin al Protectorado mediante la repatriación de todas las tropas españolas. En el mismo, han prestado y continúan prestando sus servicios numerosísimos hijos de Ceuta. Todo ello significa que al menos tres generaciones de ceutíes y de legionarios se han relacionado juntos y han compartido aquí en común el mismo solar patrio.
Tuve la suerte de estar agregado al II Tercio de la Legión y de prestarle mis servicios el año 1959. No como legionario, sino como cabo de Transmisiones responsable de cuatro soldados radiotelegrafistas y de una estación de radio y sus comunicaciones radiotelegráficas de Dar-Riffien con Ceuta y otras emisoras de radio que formaban una red, entonces instaladas en las localidades marroquíes de la Condesa, Restiga, Kudia Taifo y Rincón del Medik, cuando ya la repatriación de nuestras tropas estaba casi tocando a su fin.
Entre aquellos legionarios de 1959 todavía quedaban algunos que habían sido de los primeros fundadores. Mandaba el II Tercio el coronel Luis Campos de Retana, y como segundo jefe, el teniente Coronel Rodríguez Culler. ¡Qué contento se puso ete hombre cuando 40 años después lo saludé en Málaga!, porque decía que si, después de tantos años de haberlo visto en Dar-Riffien lo seguía reconociendo, sería porque él no habría envejecido tanto.
Y Ceuta, que es una ciudad agradecida, y sus gentes de talante noble, hospitalario y acogedor, pues en aquel mismo siglo XX honró ya a Millán Astray al declararlo su Ayuntamiento hijo adoptivo de la ciudad. Además, dio nombre del fundador a una de sus calles más céntricas, que va a desembocar en la Plaza de los Reyes, en la que tuve mi domicilio. Y también puso a otra calle próxima a la anterior el nombre de la Legión. No cabe duda de que todos esos hechos, tan significativos y relevantes, no hacen sino poner de claro manifiesto el hermanamiento y el cariño que siempre el Tercio y Ceuta se han tenido.
Yo creo que, si La Legión no hubiese sido creada en 1920 por su mítico fundador Millán Astray, necesariamente tendría que haber sido después inventada por alguien, dados los excelentes servicios que desde su creación ha realizado. A poco de ser creada, diversas autoridades reconocieron el gran acierto que había supuesto el nacimiento de un Cuerpo de choque que se encargara de acudir a resolver cualquier problema militar que surja.
Es bien conocido que Millán Astray, como militar, fue un inteligente e intuitivo conductor de hombres y un gran psicólogo. Sólo considerándolo así se concibe que pudiera crear un Cuerpo de élite, tan disciplinado y tan unido como una piña, con gentes de procedencia tan heterogénea y de la más diversa y variada condición. Y lo consiguió con su talante carismático, inculcándoles un rígido código de conducta, su Credo Legionario, con el que logró fusionar a todos los que se iban incorporando al Cuerpo bajo un solo espíritu: el espíritu legionario; y con un solo ideal: el amor a la Patria. Y fue capaz de conseguir tal espíritu y tal amor a España, pese a que los extranjeros que se alistaban ni siquiera eran españoles.
Mas hay luego una faceta en Millán Astray que se cree que todavía no se le ha reconocido; y es la de haber tenido una visión tan anticipada de porvenir como que se adelantó a su tiempo en unos 80 años en lo que hoy es ya una realidad que se impone en los ejércitos modernos, como es la profesionalización de las Fuerzas Armadas, que al fin y al cabo fue lo que él ideó y puso en práctica al crear la Legión. Fue, pues, algo así como el precursor del ejército voluntario y profesionalizado.
Ese acierto de Millán Astray se ve mejor si se tiene en cuenta el problema que en su época arrastraba el entonces el Ejército de África. España tenía que hacer frente a la misión que tenía encomendada de administrar el Protectorado. Por haberse sublevado numerosas kábilas contra la presencia española, hubo urgente necesidad de contar con refuerzos de tropas. Y el problema que se tenía era que la recluta de entonces se formaba con soldados del reemplazo, entre los que se daba la tremenda injusticia de que sólo iban a África a hacer la guerra y en muchos casos también a morir en ella, quienes no tenían dinero, porque a los llamados “soldados de cuota” sólo les bastaba con que sus padres pagaran cierta cantidad para poder librarse de ir a la guerra y a morir.
Por eso se desataron tan acerbas críticas y discusiones políticas en el Parlamento, en la prensa y entre la población contra tan injusto sistema de alistamiento, que fueron la causa de que se produjeran retrasos en los refuerzos y de que bastantes unidades estuvieran incompletas y con escasa operatividad. Y, ante tal carencia de fuerzas suficientes que estuvieran bien adiestradas y pertrechadas, y estando las que había tan bajas de moral, pues eso fue lo que propició el relajamiento de las defensas de Melilla, el llamado “Desastre de Annual”, la muerte del general Silvestre y los de 3.000 españoles muertos en el sitio de Zeluán.
Fíjense que en 1920 se crea La Legión. Y como en 1921 estaba ya disponible, salió corriendo en auxilio de Melilla que, junto con los Regulares, fueron las tropas que la salvaron. Allí estaba ya un Cuerpo voluntario y profesional. De manera que, a poco de llegar, luchando heroicamente los legionarios, junto a los Regulares y, de inmediato, empezaron a recuperar, entre otras posiciones importantes, Nador, Monte Gurugú, Tahuima, Tres Forcas, Monte Arruit, Dar-Hamed, etc. De 1922 a 1925 la Legión se hizo con las posiciones de Ambar, Tizzi-Hazza, Tifaruín, Side Mesaud, Afrau, Cobba-Darsa, Gorges, Aforit, Kudia Tahar, Monte Malmusi, etc.
En resumen, la entrada en acción del nuevo Cuerpo contribuyó decisivamente para que se ganara el territorio perdido, se pacificara la zona del Protectorado y se recuperaran la moral y el prestigio de las fuerzas españolas, que siempre han sido su principal aureola. Y en las demás contiendas que la Legión ha intervenido, siempre se ha destacado, de manera que con su sola presencia los legionarios han infundido confianza y seguridad a sus mandos y al pueblo, y respeto y temor al enemigo.
Pero la Legión no sólo ha prestado excelentes servicios en campaña, sino también en misiones humanitarias y de paz. Ahí están las de Onuca (Nicaragua), Onusal (Salvador), Ouven (Angola), o en Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Split (Croacia), Macedonia, Albania, Afganistán y Dawiniya (Irak), y otras posteriores que ya no le he seguido la cuenta. Pero ha tenido que pagar por tan excelentes servicios una alta contribución a España, no sólo en entrega, sacrificios y sufrimientos, sino también en la pérdida de muchas vidas humanas.
Más de 10.000 fallecidos y más de 40.000 heridos en campaña ha tenido desde su creación. Y en misiones de paz, también dieron la vida en la antigua Yugoslavia los tenientes Arturo Muñoz y Francisco Aguilar, y los legionarios Francisco Jiménez Jurado, José León Gómez y José Gómez Chinea. Y ha realizado numerosos servicios humanitarios y de ayuda a la población, como salvamentos en riadas, en incendios, en otras catástrofes, y también donaciones colectivas de sangre y otros numerosos gestos de humanitaria generosidad.
Es un Cuerpo que siempre arranca vítores, suscita entusiasmos y despierta gran reconocimiento y admiración en la población. Todos quieren estar en primera fila para ver a los legionarios pasar en los desfiles por su destreza y marcialidad; o en las procesiones de Semana Santa en las que el pueblo se agolpa y vibra de emoción al ver el paso que los legionarios sacan en procesión; o en los Sábados Legionarios, donde al rendir respeto y honor a sus muertos, con el Cristo de la Buena Muerte alzado con los brazos en alto, pocos hay que al presenciar tan sublime acto no se les ponga un nudo en la garganta, el bello de punta y el corazón acelerado.
De todos esos servicios prestados por La Legión a España, dan buena prueba las muchas y altas condecoraciones recibidas: 22 laureadas individuales de San Fernando y 7 colectivas, más 210 medallas individuales y 21 colectivas fueron ganadas por legionarios, que sólo por el hecho de haberlas conseguido bien que se merecerían que aquí fueran honrados citando a cada uno por sus nombres y apellidos; pero como no es posible en tan corto espacio, voy a citar en representación de todos sólo al que alcanzó el más alto grado militar en el escalafón legionario, a un paisano mío de Extremadura.
Domingo Piris Berrocal, que ganó la medalla militar individual, fue dos veces propuesto para la laureada de San Fernando y ascendido hasta 7 veces por méritos de guerra, por haber intervenido en más de 300 hechos de armas, haber evacuado él solo a varios oficiales heridos y haber recibido él mismo hasta 8 heridas de guerra. En 1958, por tan altos servicios prestados a España, el Jefe del Estado le concedió el grado de teniente coronel, pese a que en su escala legionaria sólo podía llegar a comandante. Vayan nuestra admiración, reconocimiento y gratitud para tan valientes soldados. ¡Muchas felicidades a La Legión en su primer centenario!.
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