Tribunas

Era una niña, por Carmen Echarri

Diallo dejó su vida de adolescente, su escuela, su futuro... se ha marchado demasiado pronto

Diallo. Así se llamaba una de las fallecidas en el naufragio que tuvo lugar el pasado sábado en Benzú. Ayer fue enterrada, rezada, llorada y recordada. Lo hicieron los familiares que se desplazaron a Ceuta, pero también los que quedaron en Guinea Conakry. Era una niña.

Su mirada, la alegría de sus ojos plasmada en una fotografía entregada por sus familiares rompe cualquier corazón. Según su pasaporte no había cumplido todavía los 18 años. Pero ya había dejado tras de sí a tres hijos, dos fallecidos y una, de solo tres años, esperándole.

Su vida fue complicada: dejó la escuela a los 7, fue casada a los 14, no paró de tener hijos y decidió que era el momento de marchar a Europa. Y lo hizo, pero en ese camino de elecciones apostó por la opción perdedora: por una travesía en pleno temporal que nunca debió ser ofrecida y que terminó con su vida.

Diallo murió aferrándose a su otra compañera de destino fatal. Las dos, agarradas, se ahogaron mientras sus compañeros eran rescatados en medio del pánico.

Sé que la historia de Diallo no llegará a todos los corazones, sé que habrá quienes considerarán que no es nuestro problema, que ellos se lo buscan. Pero para mí sigue siendo un drama que mueran personas en el mar o que lo hagan en la valla.

Que mueran niñas como Diallo, que pierdan todo en el camino, que sean explotadas, que sean engañadas para montarse en una zodiac y morir. Los ojos de Diallo, todavía viva, expresaban la alegría de quien tenía sueños. Sus familiares dicen que quería ir a Europa a toda costa, que ellos intentaron orientarle una elección más segura.

Pero como ella, a diario, son muchos jóvenes los que abandonan sus países, los que a pesar de las muertes siguen intentando escapar.

Solo esa opción nos debería hacer recapacitar: ¿cómo alguien es capaz de arrojarse a una muerte segura?, ¿no será quizá que atrás dejen una muerte en vida y sea el único salvavidas al que pueden aferrarse? La fatalidad no asusta, las muertes no frenan la escapada de estos hombres y mujeres que luchan por dejar unos países destrozados y saqueados.

Ayer incongruentemente se celebraban actos por el Día de la Mujer en la misma ciudad en la que enterraban, sin ella buscarlo, a Diallo.

Ella fue una mujer luchadora, que tuvo que perder su vida de adolescente, que solo quería marchar. Ayer terminó todo, descansa ya bajo tierra, en Sidi Embarek, cerrando un capítulo demasiado triste, al que nunca una puede acostumbrarse. No hay calma para tanto dolor. Es imposible que exista.

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