Seguimos sin saber sacar provecho del Día de la Autonomía. La Ciudad, tal y como ha venido haciendo en los últimos años, juega a disfrazar una serie de actos para incluirlos en la agenda del Día de Ceuta, sin que haya ni conexión entre ellos ni sentido vinculante alguno. Hubo un año que utilizaron hasta el aniversario de los Scouts para hacerse la foto. Ahora nos entremezclan una degustación con una exposición de fotografías y un espectáculo cultural además de un taller de abanicos para que, a toda prisa, dispongamos de un esqueleto de actividades que engorde, de cara a la galería, el día de la Autonomía.
Y a una le da por pensar, ¿existirá alguna relación fantasma entre todos ellos?, ¿algo de lo que solo se entere el Gobierno? Esto es como pretender que nos creamos lo del éxito turístico gracias a un certamen de tunas o que las cifras de visitantes han sido la pera por medir la afluencia al Parque en un verano marcado por la suciedad y las algas en las playas. No. No nos lo tragamos.
Seguimos perdiendo la oportunidad de dotar el Día de Ceuta con una jornada con sentido, con una jornada didáctica en la que la población pueda entender lo que fue la lucha autonómica, lo que se luchó y cómo se luchó, las batallas perdidas y abandonadas, los retos del futuro. Si no explicamos esto a nuestras generaciones actuales, ¿cómo pretendemos que se impliquen en el debate de desarrollo estatutario sí o no? Llegará un momento en el que el debate deje de interesar porque nadie ha querido que forme parte de la agenda. Una agenda artificial que no es más que un engañabobos, una manera de vender lo que no se ha cuidado.
No digo que con actos de este tipo podamos atraer a la gente que ha huido de Ceuta aprovechando el puente. Eso no lo vamos a conseguir nunca porque tiene más relación con la manera de sentir y querer esta tierra que con lo que las autoridades organicen. Pero sí que al menos conseguiremos hacer una cadena de actos que tengan sentido, que tengan relación con lo que se está celebrando y no ofreceremos una burda estafa envuelta en papel de regalo sin que nada tenga que ver con el sentido del día 2. Luego, eso sí, nos peleamos en el pleno para cambiar de fecha cuando somos incapaces de celebrar el sentido de la misma de una manera inteligente.