FaroTv ha querido conocer cuáles son y cómo es su proceso de elaboración. Para ello nos hemos trasladado hasta el obrador de esta pastelería, una de las más antiguas de la ciudad autónoma.

Conforme nos íbamos acercando, se notaba un olor a pasteles. No había duda de que ese era el lugar en el que se estaba creando algo muy ‘dulce’.

Allí se encontraban todos sus trabajadores con ‘las manos en la masa’, elaborando sus productos desde cero. Así, pudimos ver cómo tenían a su alrededor todos los ingredientes que se necesitan para elaborar estos dulces caseros, como harina, aceite, azúcar, crema, chocolate o cabello de ángel.

Y no sólo eso, también los utensilios con los que estaban trabajando, entre los que no faltaban la báscula, los moldes, varillas, rodillos, recipientes de distintos tamaños y cómo no, los hornos. Los dulces de ‘La Campana’ salen recién horneados del obrador para que todos los clientes puedan comprarlos y saborearlos en toda su esencia.

Mazapanes, empanadillas de cabello, pestiños, roscos fritos y la hojaldrina

Centrándonos en los productos que elaboran de forma especial con la llegada de la Navidad, José Manuel Quero, gerente de esta pastelería, cita algunos de ellos entre los que se encuentran “los mazapanes, empanadillas de cabello, los pestiños, los roscos fritos y la hojaldrina”.

De todos ellos, los más demandados por los clientes son, sin duda, “los roscos fritos y los pestiños”, asegura el gerente.

Al preguntarle por su largo proceso de elaboración nos comenta que “es largo. Tiene mucho trabajillo”. Y es que, hay que destacar que todo es casero, una de las claves que hacen que esta pastelería sea una de las demandadas de la ciudad.

Aunque no solo eso, todos sus productos están “están hechos con cariño y podríamos decir que el secreto está en la masa”.

Pudimos comprobar que en estas fechas sus trabajadores tienen una elevada carga de trabajo, ya que además de los dulces habituales y los que hacen con motivo de la Navidad, a partir de mañana empezarán también a elaborar los tradicionales roscones de Reyes.

Esta pastelería se encuentra situada en Calle Real, justo al lado de su obrador, que se comunica con la tienda a través de un montacargas, lo que permite que los productos recién hechos lleguen a la tienda para su venta.

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“Yo con 5 años ya me venía a ayudar a mi padre, a echarle una manita aquí y desde muy pequeño esa era mi profesión en este mercado. Este puesto fue primero de mi abuela, después fue de mi padre y ahora es mío, yo soy la tercera generación aquí en el Mercado Central”, recordó.

Aunque la pescadería de Kike no tiene nombre, así como ocurre con las demás del mercado, muchos la conocen y se detienen a comprar todo lo que ofrece, los productos más frescos.

“Yo tengo clientes de mi abuela, ya son personas bastante mayores, algunos tienen noventa, noventa y tantos años, y de mi padres y también míos. La respuesta ha sido la que hay, no hay otra, la gente tiene que comer”, contó Francisco.

En el puesto de Kike venden pescados y mariscos, pero aparte de eso él se dedica a la salazón, labor que aprendió también desde muy pequeño. Dice que en estos momentos lo que más se vende es precisamente el pescado seco, así como la concha fina, las ostras, el bogavante, las sardinas, el jurel, entre otros, todos traídos desde la Península. “Yo aparte de vender pescados y mariscos frescos también me dedico a la salazón, desde muy pequeño aprendí esta profesión que es salar pescado y secarlo, que es muy típico de esta ciudad y sigo dedicándome, tengo otro negocio aparte de este, que es donde seco todo”.

Comentó que cuando traían el pescado desde Marruecos les salía más barato, pero el cierre de la frontera los llevó a reinventarse con buenos resultados, “el único problema es que ha subido un poco el precio, pero por lo demás estamos trabajando muy bien gracias a Dios”.

El primer mes de pandemia, ante la incertidumbre y el miedo de la gente, decidió quedarse en casa, pero luego retomó sus labores y se siente agradecido porque ha podido salir adelante a pesar de las circunstancias.

“Al principio de la pandemia nos cerraron la frontera y nos prohibieron traer el pescado desde Marruecos, justamente una o dos semanas después, y como aquí en Ceuta hay pocas pesqueras, pues salimos a la Península y empezamos a contactar con proveedores y aquí estamos, trabajando con ellos y la verdad es que muy bien, hemos ganado en calidad, en frescura, en todo, lo único es que se nos ha subido un poco el precio”.

Kike trabaja en el puesto FP 38 de martes a sábado, de ocho y media de la mañana hasta las dos y media de la tarde, siendo las horas de las once y doce las más ocupadas. Los demás días se los dedica a su otra labor: la salazón.

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Es una persona muy conocida y querida en Ceuta, que siempre ha trabajado de cara al público, por lo que conoce el nombre de casi todas sus clientas, aunque a sus 63 años ya solo piensa en su jubilación. Ya en el año 1991 comenzó su andadura en solitario con esta pescadería en el puesto 19 del Mercado Real 90 al coger el relevo del anterior dueño. Pocas cosas han cambiado a lo largo de los años en este local, que permanece casi intacto desde que se abrió, pero lo que sin duda no ha cambiado es la calidad de su pescado.
“Lo que más se vende aquí es sobre todo el pescado chico: los boquerones, las bacaladillas, las pescadillas, los chocos, los calamares, las doradas, las merluzas y las sardinas. El pescado grande, como sale algo más caro, cuesta más venderlo, pero el pescado chico sale mucho más fácil. Tenemos de todo un poquito”, comenta Abselam.

Una pequeña tienda a la que han afectado mucho estos meses de pandemia y que durante el confinamiento estuvo cerrada.
“Yo he estado cerrado porque estuve un poco malo, me operaron dos veces y he estado casi un año cerrado. Pero ya abrimos, volvimos a trabajar no hace mucho y ahora vamos aquí poco a poco e intentando levantar esto con paciencia. Está la cosa un poco más tranquila porque antes se vendía más pescado. Había más mercancía que venía de aquí y de Marruecos, y claro ahora ha subido un poco de precio porque viene de la Península. Entonces, un día viene más gente, otro día menos, pero así vamos tirando”.
Recuperar el ritmo de las pescaderías de Ceuta está siendo un camino lleno de espinas. Ni en época de verano en la que el paladar pide pescaíto el sector remonta ante la crisis y la poca afluencia de compradores influye. Trabajadores como Abselam, que lleva una vida en su puesto tras el mostrador, tienen esperanza de que vuelva a remontar. No llega mucho pescado, pero el que llega de la Península le ayuda a mantener su negocio.
La ‘Pescadería Abselam’ solo ofrece los pescados y mariscos de la mejor calidad. Algo que los ceutíes saben agradecer consiguiendo que sea de los pocos comercios de toda la vida que persisten en el Mercado Real 90.

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“Sobre el año 98 se compró este local y empezamos con esta tienda de electrodomésticos, cocina y algo de puericultura. Después, años más tarde la dejamos solo como de puericultura y se llevó los electrodomésticos a otro sitio. Más adelante al cabo del tiempo compramos el local de al lado y lo ampliamos”, recuerda Mar Arroyo Sanjuan, propietaria de ‘Arroyo Center’.

Mar vio en el mundo del bebé una posibilidad de expansión del negocio familiar que ya tenían sus padres y de especialización en todo lo relacionado con los más pequeños. Con 22 o 23 años terminó sus estudios y empezó a trabajar con su padre, Antonio Arroyo. “Comencé con él en la tienda de muebles y decoración que tenía en el Zurrón. Poco después me vine aquí y me gustó mucho el mundo de la puericultura”, explica.

Siempre se busca lo mejor para los más pequeños de la casa, ya sea en ropa, en complementos, el carrito que va a estrenar o la trona donde comerá sus primeras papillas. Y es que la bienvenida al mundo de un recién nacido está marcada siempre por los detalles: las primeras prendas, las primeras gasas o los primeros chupetes.

“Nosotros abarcamos de todo en 450 metros expuestos para el bebé y los niños porque aquí te puedes llevar hasta el dormitorio juvenil. Pero lo que hacen las mamás es preparar listas con todas las cosas que necesitan y la gente viene a comprarlas por todos los precios: desde los seis euros hasta lo más caro. Pero bueno, las mamás sí que se llevan sus carritos, sus cunas, sus pequeñas cosas de puericultura, biberones, sacaleches y todo porque lo tenemos absolutamente todo, hasta pañales. Ahora hemos introducido leches y cereales, potitos y frutas”.

Como todos los establecimientos de la ciudad, este negocio también se ha visto afectado por el confinamiento y la crisis sanitaria, pero, sobre todo, por el cierre de la frontera. “Estuvimos cerrados y solamente podíamos atender a los clientes que nos llamaban o mensajeaban a través de WhatsApp y llevarle las cosas a domicilio. Nos escribían muchísimo porque estaba todo cerrado y seguían naciendo niños y ya cuando abrió el barco pues ya la cosa aflojó. Pero lo que más hemos notado ha sido la frontera que tenemos muy buenos clientes de Marruecos que este año no han venido”.

Este establecimiento cuida hasta el último detalle y solo ofrece lo mejor. Por este motivo, muchas son las futuras mamás que siguen confiando en ‘Arroyo Center’ para preparar todo lo que va a usar su pequeño en sus primeras horas de vida.

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Desde hace más de 20 años, ella se ha hecho cargo de la frutería, junto con su esposo Munir El Ghamat. El negocio se lo dejó su padre José Trola, a quien se lo pasó Agustín Trola, el abuelo de África. “El que lo fundó fue mi abuelo y mi padre, durante toda la vida, ha estado en la frutería muchísimos años, no recuerdo el año exactamente, pero toda una vida ha estado aquí, toda una vida”, ha recordado África.

El buen servicio y la calidad extra de los productos que siempre ha caracterizado a la Frutería Afri ha hecho que la clientela se mantenga haciendo las compras de frutas y verduras que vienen desde la Península. De hecho, algunos de los compradores son desde que el padre de África atendía el negocio.

“Mi marido y yo desde primera hora tuvimos suerte, la verdad es que la clientela que tenía mi padre decidió seguir comprándonos a nosotros y ya empezamos a hacer clientela nueva que se quedaron con nosotros semana tras semana, que yo les agradezco un montón”, ha señalado la dueña del negocio.

Durante la pandemia, la frutería de África y su marido estuvo en dificultades como la mayoría de los negocios de nuestra ciudad, pero lograron superarlas gracias a la idea de comenzar a entregar las compras a domicilio, algo que siguen manteniendo.

“Gracias a las compras a domicilio, porque nosotros servimos a domicilio, pudimos ir tirando porque aquí a la plaza no venía nadie, la gente tenía miedo y no se acercaba al mercado, entonces decidimos promocionar o decir por el Facebook que servíamos a domicilio, para la gente que no lo supiera y tuvimos una buena respuesta”, ha contado África.

El secreto del éxito de la Frutería Afri, según su dueña, es tener paciencia, entendiendo que hay días buenos y malos. También esmerarse en el buen trato a los clientes, con educación y cariño, para procurar que vuelvan pronto.

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Y es que su dueño, Ángel, empezó con 23 años a dirigir sus propias tiendas, pero prácticamente se ha criado con su padre en la antigua tienda de muebles que la familia tenía en este mismo local: ‘Muebles Antonio Arroyo’.
Desde entonces hasta hoy ha cambiado mucho el sector. A la hora de conseguir un buen reposo, también es muy importante la base para el colchón, incluso la ropa de cama. Y en ‘Mi Deskanso’ se puede encontrar cualquiera de los elementos básicos para conseguir un sueño reparador.
“Estamos trayendo también mobiliario, compactos, cosas de dormitorio que tenemos en varios catálogos y muchas cositas en tienda para las personas que les urge más. Se lo montamos y se lo llevamos, y ahora mismo los colchones se están vendiendo bastante porque hemos pasado tanto tiempo en casa, que nos está haciendo renovar las cositas del hogar”.
Una tienda que durante el confinamiento también tuvo que bajar la persiana. “La tienda la reabrimos en mayo después de haberla tenido cerrada por la pandemia y ahora pues ya llevamos un tiempo funcionando. Tenemos todo lo relacionado con el descanso y últimamente se están vendiendo también mucho los sillones de relax y almohadas porque hay mucha gente que las necesita renovar porque tienen las cervicales mal. Pero la verdad, que vamos bastante bien”.
Sin embargo, la pandemia les ha afectado de una forma diferente: al pasar tanto tiempo en el hogar muchos ceutíes se han dado cuenta de que invertir en un buen colchón es invertir en salud. Eso ha hecho que los encargos a través del teléfono, de su página web o de las redes sociales hayan aumentado.

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El 5 de octubre de 2005 Lidia comenzó su propia andadura vendiendo algunas cosas de mercería en una pequeña tienda en el Ceuta Center. Seis años después, se trasladó a la calle Independencia, número 15, donde fundó la tienda que sigue casi intacta a día a de hoy.
“Con ayuda de mis padres la abrimos cuando tenía yo 19 años y mi madre ha estado siempre conmigo. Llevamos 15 años prácticamente, aunque aquí llevamos unos 8 o 9 porque antes estábamos en Ceuta Center y nos vinimos aquí porque parece que hay más tránsito de personas. Hacemos trabajos de costura, vendemos prácticamente todo lo que es de mercería, hilos para hacer crochet, lana y de todo. Todo lo relacionado con la mercería pueden encontrarlo aquí”, continua.
Desde aquellos tiempos hasta hoy han cambiando mucho las demandas de los ceutíes. Ha cambiado la forma de la costura: antes se cosía más a mano y ahora son pocos los talleres de costura que quedan en nuestra ciudad.
“Aparte lo que más ha subido el negocio ha sido el trabajo de manos porque hacemos los arreglos de costura, moñas a juego con los vestidos, pintados a mano, atrapasueños...cualquier tipo de manualidad la verdad porque para eso tenemos buenas manos”.
Una pequeña mercería a la que han afectado mucho estos meses de confinamiento, pero que hizo una gran labor durante la pandemia dando material y que ha tenido que adaptarse para garantizar siempre la seguridad de los clientes, que ahora no pueden entrar en el interior.
“Estuvimos los dos o tres meses del confinamiento cerrados y durante la pandemia nos llamaban de muchos sitios por el tema de los elásticos para las mascarillas cuando estaba la gente haciendo mascarillas solidarias y estuvimos repartiendo casi todos los días. Además, muchas clientas estaban aburridas y nos pedían cosas para hacer en casa, pero ahora poco a poco vamos bien”.
Algo que los ceutíes han sabido agradecer con su fidelidad y consiguiendo que sea de las pocas mercerías que persisten en la ciudad.

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Y es que su vida siempre ha sido el ciclismo, a pesar de haber sido durante 42 años agente de la Policía Local. “Desde pequeño estuve siempre en el taller con mi padre ayudándole y aprendí el oficio con él, aunque yo fui funcionario. También he sido presidente de la Federación de Ciclismo de Ceuta durante 27 años. Pero el 31 de diciembre de 2020 lo dejé y ya hay un nuevo presidente que es también familiar mío”, relata.
Cuando un negocio se pone en marcha con ilusión y ganas, todo lo demás ya viene rodado. Así empieza la historia de ‘BiciCeuta’, una tienda de venta y mantenimiento de bicicletas y demás artículos destinados al mundo del ciclismo, la última aventura empresarial de Juan José que fue abierta hace tres años con el apoyo ya de sus hijos en la Carretera de Benítez, número 20.
“Esta tienda tiene de todo no solo para la bicicleta, sino también para el ciclista y además tenemos aparatos de gimnasia doméstica. Pero sobre todo lo que nos diferencia es que ofrecemos hasta el más mínimo detalle de repuesto para que una persona no tenga que gastarse un dineral. Por eso, tenemos desde los repuestos y productos más baratos y asequibles a los más caros y si no lo tenemos se lo traemos en un par de días”.

El buen trabajo de su familia y la ilusión puesta por el propio Juan José han hecho que los ceutíes tengan en cuenta este establecimiento para el cuidado de su bicicleta ya que este negocio además de contar con una amplia variedad de productos, tiene servicio de reparación. Aunque para ellos el confinamiento ha sido muy complicado y han tenido “muchas pérdidas económicas que serán difíciles de recuperar”.
A pesar de que ya está jubilado, la cabeza de Juan José no para de dar vueltas y de buscar mejoras para su negocio y ver cómo pueden atraer a más clientes en estos momentos difíciles. Pero como el logo de ‘BiciCeuta’, lleva la rueda de una bicicleta en la sangre y seguirá inculcando a su familia esta afición muchos años más.

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Ella, Luchi, antes de ser dependienta y ahora propietaria, estaba estudiando segundo de Magisterio, pero realmente es algo que le viene de familia. Su madre ha sido toda la vida comerciante y ella considera que prácticamente creció en esta tienda en la calle Beatriz de Silva que su madre abrió tres años después de la pequeña salita que tenían en casa.
“Cuando estaba en segundo de Magisterio mi madre ya llevaba un año con la tienda porque se le había quedada pequeña la casa y buscó este local, y ahí fue cuando decidí dejar la carrera y venirme a trabajar con ella”, relata.

Pero en realidad, esta ceutí lleva más de 30 años en el mundo de la moda. A través de una serie de proveedores de la Península, viste a sus clientas con la última moda durante todas las temporadas. Desde zapatos, cinturones, bolsos y complementos, hasta vestidos y una amplia gama de conjuntos de tallas desde la 38 hasta la 54 se pueden encontrar en esta tienda.
“Las marcas que siempre hemos tenido han sido españolas y muy buenas, aunque ya muchas de ellas lo han dejado. Pero esta tienda siempre ha sido muy personalizada y hemos ido trayendo cosas del estilo de nuestras clientas que llevan con nosotros muchos años. Por eso, a día de hoy cada vez que entra una clienta yo sigo agradecida de que entre y se le intenta siempre ofrecer lo que va buscando”, continuó.
A raíz del comienzo de la pandemia, Luchi tuvo que cerrar su tienda durante el confinamiento, pero ha sabido adaptarse al igual que lo ha hecho su negocio durante todos estos años. Han sido meses duros y en los que ha tenido que reinventarse con los encargos a través de las redes sociales para seguir adelante. Aunque reconoce que aún le quedan ganas de seguir cuidando todo los detalles para que la experiencia de compra sea agradable para sus clientas.

La entrada ‘Luchi Gago’: casi 40 años vistiendo a sus clientas más fieles aparece primero en El Faro de Ceuta.

“Soy instalador electricista desde hace más de 30 años y con el tiempo decidí asentarme un poco y abrir una tienda para trabajar con las nuevas generaciones que hay de electricistas. Le ofrecemos asesoramiento sobre materiales, documentación, permisos de apertura o certificados de instalación a cualquier persona que necesite hacer un proyecto o una instalación”, explicaba Mohamed Abdelah, propietario de ‘Electricidad Dumar’.

Sin embargo, si hay un rasgo diferenciador de ‘Electricidad Dumar’ es que sus clientes siempre salen con una solución y una sonrisa. Llevan desde hace apenas tres meses atendiendo al público en el número 10 de la Colonia Romeu en la Almadraba y se han ido adaptando a la demanda de sus clientes. Aunque la pandemia se metió por medio y tuvo que retrasar el proyecto.

“Hemos abierto hace relativamente poco en plena pandemia aunque el proyecto ya estaba pensado de mucho antes y a contra corriente hemos intentado lanzarlo. Como soy instalador, yo veía que había una necesidad y que hacía falta más material eléctrico. Por eso, hemos intentado traer todo lo que no encontramos en plaza. Trabajamos todos los elementos de electricidad, telecomunicaciones, electrónica, ahorro energético y básicamente trabajamos con los instaladores, pero todavía estamos entrando en el mercado y teniendo también clientes que no se dedican a esto”, continuó.

Una tienda en las que se puede ver el género desde el mostrador y que además cuenta con un gran almacén y servicio de reparación de cualquier electrodoméstico. Todo a unos precios realmente asequibles para ir abriéndose poco a poco en el mercado.

“Aparte de los productos básicos de instalaciones como tubos, cables, hilos y mecanismos, también estamos trabajando mucho sobre todo iluminación led, domótica, cámaras de seguridad, además de los materiales básicos de obra para los instaladores”.

Una pequeña tienda en la Almadraba a la que han afectado estos meses de pandemia porque no pudo abrir antes de lo que sus dueños deseaban, pero que ahora ya trabaja a pleno rendimiento y atendiendo todo tipo de pedidos también por teléfono y redes sociales.

“Además tenemos servicio a domicilio lo que para un instalador es una muy buena opción porque le llevamos las cosas al lugar donde esté trabajando. Estemos haciendo básicamente lo que a mí me gustaría que me hubieran ofrecido cuando era instalador. Y a un cliente que nos haga cualquier pedido también se lo llevamos sin coste adicional”, concluyó.

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