Día tras otro, obras
Es curioso. Llega la Semana Santa y asistimos a las mismas obras de remodelación de todos los años: los cambios de las losetas en los mismos puntos donde siempre se levantan, los remates en las zonas que ya fueron rematadas las semanas previas a las celebraciones de 2017.
Quizá es que haya truco o quizá es que los arreglos se hacen con fecha de caducidad. No sería serio pensar que la torpeza se ha adueñado del común hacer de nuestra clase política, hasta el punto de que ejecutar las obras sea más propio de construcciones de niños de guardería.
Pero la realidad nos ofrece el cachondeo anual en forma de ordenar-ejecutar-reordenar y volver a ejecutar, año tras año, previas tras previas. Y no. Lo peor es que no se trata de hechos aislados. El mal hacer se convierte en práctica común.
Quizá hasta haya reuniones para barajar cómo hacer peor las cosas, si cabe. Sin ir más lejos fíjense en el culebrón de las ‘losetas asesinas’. 72.000 euros se van a gastar en la redacción del proyecto para cambiarlas a lo largo de todo el Paseo del Revellín.
Los remiendos en las calles son los mismos que se hicieron el año pasado y el anterior, anterior...
Me gustaría saber la cifra gastada ya en indemnizaciones a personas que han resultado lesionadas por las caídas, siendo condenada como responsable la Ciudad.
Antes de esta decisión hubo otras: se perdieron meses en pensar el tipo de loseta que se iba a colocar, luego llegó el famoso líquido, después la actuación sobre el pavimento... y sí, nos seguimos cayendo cuando llueve.
Pero no se enfaden: la culpa la tiene Ceuta porque hay humedad, llueve y todas esas cosas. No sé, en demasiadas ocasiones nos hacen ver que esta realidad en la que vivimos atrapados no es la verdadera, la que vale es la suya, la idílica de obra va, obra viene con la que nuestros gobernantes nos visionan un mundo de ineptitudes con derecho a gasto público sin que además debamos criticarlo porque entonces supone que somos malos, que vamos en contra de los avances y, si nos pillan sin avisar, hasta que vamos en contra de la bandera.
Porque por criticar que no quede, por ser mal pensados tampoco. Ya saben, toca arreglar todo lo que se arreglo mal el año pasado, periodo en el que a su vez se enmendaron los errores del anterior... y así seguimos dando pasitos, despacito, despacito.