La historia de la Semana Santa Ceutí tiene en el año 1913 un momento crucial, cual fue la creación de la Venerable y Real Cofradía de Penitencia del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Soledad. Atrás quedaban las trayectorias pasionistas de hermandades como Dulce Nombre de Jesús, Santísimo Sacramento o Misericordia, perdidas entre los vaivenes propios de carencias de hermanos y fondos económicos, y los procesos desamortizadores que comenzaron a finales del siglo XVIII y dieron al traste con cofradías y conventos en la primera mitad del siglo XIX.
No hay recuerdo documental, ni transmitido oralmente, de pasos de misterio en nuestra Semana Santa de su época histórica, salvo las banderas que portaban los miembros de la Santa y Real Hermandad de la Misericordia en la procesión de Jueves Santo. Pero ninguna escenificación con imágenes de bulto.
Así, la aparición en la calle, el 10 de abril de 1914, del denominado Paso del Calvario, fue una sorpresa, aunque no podemos decir que fuera una representación importante, pues no se contaban con las imágenes secundarias necesarias para darle forma. Eso sí, la idea fraguó. Hubo personas que comenzaron a acariciar la idea de contar con un verdadero paso de misterio, aunque faltaban fondos para llevarlo a cabo.
Un año más tarde, la Venerable y Real Hermandad daba la campanada poniendo en la calle el paso del Descendimiento. Una escena magníficamente lograda por la Casa Aranda de Zaragoza, en la que el cuerpo de Cristo era bajado de la Cruz por José de Arimatea y Nicodemo, mientras que San Juan lo recoge ante la mirada de las Santas Mujeres: María, madre de Jesús, María de Cleofás y María Magdalena. Las imágenes eran de taller, y no de una gran calidad, pero el efecto estaba bien conseguido y, sin duda, éste sería durante años el gran paso de Misterio de nuestra Semana Santa.
Pero nosotros queremos referirnos a otro grupo, el que apareció en la Parasceve de 1916. En esta historia fue providencial contar con una persona, Dolores Mesa y León, esposa de José Pacheco Calvo, que contaba con una notable fortuna propia, al pertenecer a la familia propietaria de la Almadraba y de otros negocios importantes en la Ceuta del siglo XIX. La memoria de la familia Mesa está ligada a la financiación del retablo del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en la Iglesia de los Remedios, claro está, el antiguo, que está a la entrada del templo, luego reemplazado por el magnífico crucificado de Castillo Lastrucci. En esta ocasión, la donante fue Emilia Cano Fiallo, esposa de Andrés de Mesa y León.
Expiracion en la Iglesia de África. Años 10.
Fueron José Pacheco Calvo y Dolores de Mesa y León los donantes del conjunto formado por el Santísimo Cristo de la Expiración y la Magdalena, en recuerdo de la primera esposa de José Pacheco, Magdalena Barona, madre de los hermanos Pacheco Barona: Africa –madre de los hermanos Alvarez-Arenas Pacheco-; Josefa, madre de los hermanos Sánchez de León Pacheco; Pilar y Paz, siempre vinculadas a cofradías como la del Cristo de la Buena Muerte, Nuestra Señora de Africa y sociedades como San Vicente de Paúl o las Josefinas; y los militares Baltasar y Diego Pacheco Barona, este último, teniente de caballería que moriría ese mismo año 1916 en el combate del Biutz del 29 de junio, y por quien lleva su nombre el antiguo Pasaje Gironés.
El grupo que pagaron y donaron a la Cofradía del Santo Entierro lo formaban el Crucificado y una imagen de la Magdalena arrodillada al pie de la Cruz. Sencillo, pero estéticamente importante en la Ciudad de los años diez, de calles angostas, que hacían difícil su recorrido, entre los estrechamientos, los bajos balcones y los tendidos eléctricos.
La procesión del 21 de abril de 1916 salió de la Iglesia de Africa a las siete de la tarde, rodeando la plaza de Africa, para continuar por O’Donnell y Jáudenes, bordeando el foso de la Almina hasta atravesar el puente, y subiendo luego por el Revellín y la actual Camoens hasta la plaza de los Reyes, donde dio la vuelta, y volvió a bajar el Revellín para enfilar la calle Méndez Núñez, donde suponemos que hizo parada ante la puerta de la Comandancia General, y siguiendo luego por la Marina, el Puente de la Almina, plaza de San Juan de Dios y el actual Paseo de las Palmeras hasta la Iglesia de Africa.
Cayetano González Novelles, archivero-bibliotecario del Ayuntamiento de Ceuta y corresponsal de prensa para La Vanguardia, destacó que en la Estación de Penitencia estuvo presente la corporación municipal bajo mazas, aunque no estuvo encabezada por su alcalde, José Trujillo Zafra, sino por el tercer teniente de alcalde, en función de alcalde accidental, Miguel González Suárez, acompañado por los concejales Alfonso Gironés Martínez, Demetrio Casares Vázquez y Francisco Alcántara Contreras.
Pero lo que de verdad causó sensación fueron los 17 centuriones romanos a caballo, con trajes y arreos de la época, que el periodista alabó, por su propiedad histórica y artística. Eran nuestros Armaos, que rara vez hemos visto en fotografías, pero que quedaron en la memoria local de varias generaciones.
Expiracion en 1938.
La centuria formada gracias al apoyo del comandante general de Ceuta, Joaquín Milans del Bosh y Carrió, estuvo acompañada por dos bandas de música, y dirigida por el capitán de Regulares y afamado acuarelista Hilario Omedes Hernández, quien cuidó no sólo de los atalajes y monturas de los caballos, sino también de la formación de los jinetes. Como todo tiene su punto anecdótico, la Cofradía, en sus actas, no sólo reconoció al General de la Plaza con el nombramiento de Hermano Bienhechor y al Capitán Omedes con el de Hermano de Honor, sino que hizo lo mismo con el coronel de Artillería Luis Blanco Pérez, que cedió los acumuladores eléctricos para llenar de bombillas los pasos del Descendimiento y Expiración, que tanto nos sorprenden en las fotografías.
En 1928, el Gremio de Albañiles y Carpinteros de la Ciudad solicitó la imagen del Cristo de la Expiración para formar una nueva cofradía, lo que se formalizaría en la creación de una sección con esta dedicación en 1929. La crisis cofrade producida durante la II República finalizaría con la reorganización que se produjo en 1939, en la cual el Sindicato de Estudiantes Universitarios, SEU, con Valentín Cabillas Cabas a la cabeza, se hizo cargo de la misma, para iniciar una nueva andadura.
Expiracion y las Penas en el año 1945.
Hoy en día, el primitivo grupo está en la capilla del Cementerio de Santa Catalina, al ser reemplazado por nuevas imágenes y la Cofradía continúa su andadura con nuevas imágenes.