En estos días de reclusión forzosa, más que nunca son necesarias palabras de ánimo, de ilusión y de esperanza en los días que han de venir, que seguro serán llenos de vida y bullicio como corresponde a la recién estrenada primavera. En primer lugar, quiero transmitir desde aquí un mensaje de confianza en nuestro sistema de salud y en nuestras autoridades, al tiempo que compartir con vosotros mi admiración por todos aquellos que continúan trabajando para que esta sociedad no se detenga.
A mis hermanos del Silencio, los de inquebrantable voluntad nazarena y costalera y a los que con ilusión esperaban salir este año por primera vez, les digo que no tengan inquietud por esta ausencia en la madrugada, pues habrá otras; y que este tiempo tan nuestro, de testimonio público de Fe como hermanos del Sgdo. Descendimiento que somos, ahora lo debemos concretar en solidaridad y colaboración con los demás. En esta madrugada nuestros vecinos tampoco podrán estar en las plazas y calles de Ceuta, pero recordad que siguen aquí y que muchos van a necesitar de nuestro apoyo y ayuda; por ello os animo a descubrir en qué nos necesitan y a encontrar la forma de contribuir en la medida de nuestras posibilidades.
Muy pocos tendrán recuerdo de un tiempo sin Semana Santa procesional, pero no por ello este año habrá de ser menos santa que otras, ya que la podemos vivir a través de los medios de comunicación y la lectura, tanto para su cumplimiento litúrgico como para buscar el mensaje que siempre esperamos encontrar en nuestras benditas imágenes. Y aunque sea una semana diferente, de sensaciones extrañas, tenemos ahora la oportunidad de vivir como cristianos, a través de nuestra Fe, este tiempo santo de una forma más íntima y reflexiva. Así que aprovechar la oportunidad que la reclusión nos ofrece, ponedle ilusión y vivid plenamente esta Semana Santa tan inusual para todos.
A todos los que nos lean, los aliento a mantenerse fuertes y animados en estos días, en la confianza de que la enfermedad pasará y que habremos de salir de este trance mejorados como personas. Ojalá este tiempo nos sirva para tomar conciencia de la fragilidad de la vida y lo inesperado del destino, pero en la certeza de que el cumplimiento de las normas, la buena convivencia y la ayuda mutua son la mejor vacuna para protegerse contra el infortunio y la calamidad.
Hemos celebrado la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, día habitualmente lleno de vida y exultación y, en pocas fechas -a través de la pasión del Señor- llegaremos a la madrugada del Viernes Santo. En esa noche el Santísimo Cristo del Buen Fin no estará sólo, pues la Hermandad pondrá al alcance de sus hermanos el Ejercicio de las Cinco Llagas, en su honor y rememoración de su sacrificio, oración que se podrá seguir a través del teléfono en nuestra hora habitual de salida. También la televisión nos traerá esa noche recuerdos del pasado año.
El Domingo próximo (D. m.) celebraremos la Resurrección de nuestro Señor, y mi deseo, que quiero compartir ya con vosotros, es que, con la misma fe, confianza y esperanza, deseemos el resurgir de nuestra sociedad a otra más justa, solidaria y sana -tanto en lo espiritual como en lo corporal-. Por sí sólo ya nos compensaría de este tiempo aciago que estamos viviendo.
Para no desfallecer animo a todos a vivir cada día con ilusión desde el amanecer, a tener fortaleza de espíritu aun comprendiendo la gravedad del momento, y a resistir los embates de la pereza y el egoísmo manteniendo una posición activa y solidaria; todo ello fortaleciendo los lazos familiares y de amistad. Algo así nos transmite el pensamiento del pacifista y activista que fuera en 1921 Premio Nobel de la Paz: “Concordia, solidaridad y ayuda mutua son los medios más importantes que permiten a las especies animales sobrevivir.”
¡Ya sabes, si tienes ocasión cumple tú parte! Y como decimos en el fervorín a los hermanos que van a salir, y aplicado al caso… “sin hablar, sin mirar atrás, siempre con la vista puesta en la Santa Cruz que nos guía, y que nadie en Ceuta pueda decir jamás, que ha visto a un hermano del Silencio “echarse” atrás.
¡Que el Cristo del Buen Fin y María Santísima de la Concepción nos protejan y guarden siempre!
– Por Carlos A. Torrado López
Hermano Mayor del Sgdo. Descendimiento