Y otra vez el mes de abril
Reina sobre la alborada
Ceuta se ha despedazado
Buscando cantos y palmas,
Porque barrunta la gloria
Del tiempo de los hosannas,
Ha pasado todo un año
Singladura de fragatas
Y aquí estamos otra vez
Regresando a nuestra casa,
Ha sido sin darnos cuenta
De que los meses pasaban
Cuando, ¡de pronto!, hemos visto
Nuestras túnicas planchadas,
Y hemos vuelto a hacernos niños,
Hemos vuelto a nuestra infancia,
Y hemos vuelto a las ausencias
De los cofrades que faltan,
Los que abrieron el camino
Por el que ahora otros pasan
Haciendo de la Hermandad
Evangelio de nostalgias,
Ceuta renace a la vida
Serena y sacramentada
Que reposa en el Sagrario
Como espiguilla temprana
Pueblo de las alegrías
Y de penas repujadas
En el vuelo de unos cantes
Hechos de miel y de fragua,
Tierra de gente sencilla
Con sangre mora y cristiana
Donde saben de Hermandad
Cada calle y cada plaza,
Ha vuelto la primavera
A colarse en las estancias,
Que Dios le ha abierto la puerta
Y nosotros las ventanas…

Se nos anuncia un gozo que se llama Semana Santa. Lo avisa una ráfaga de aire que parece más puro. Lo cantan bandadas de pájaros surcando los cielos. Lo refleja la luz de abril, luz de primavera temprana, que, ilumina y alegra las casas y las soleadas azoteas. Y mientras todo llega se va engrosando en nuestros ánimos el ansia por descubrir una nueva primavera, y mientras todo llega recuerdo vuestros perfiles y me agarro a esa imagen que quedó grabada en mi mente la última vez que pude veros el pasado mes de septiembre. Y desde entonces me enamoró de vosotros la luz cálida de esas tardes de pasión popular, la transparencia de un barrio envuelto en el fervor santo con el que tus gentes moldean altares a la medida de su fe profunda. Me enamoró de vosotros el rastro de pies desnudos caminantes sobre la estela abrileña de la gloria caballa entre callejas y paseos de palmeras endulzados de dátiles y naranjos en flor. Me enamoró de vosotros el azul del Chorrillo impregnado de la túnica planchada con el primor de la delicadeza. 

Me enamoró de vosotros el blanco puro, el blanco del Espíritu Santo y palmas de manos níveas sobre el antifaz del capirote altivo que enfila tu penitencia en la santa tarde del Domingo de Ramos. Me enamoré de vosotros con las brisas de la marea baja y con el salitre en el ambiente refrescando la generosidad de unos hermanos ciegos de amor por los dolores de su Madre de la Palma Reina de los Mártires.

Pero, a pesar del anuncio, hoy no estaré junto a Tí, Padre, en Manzanera; hoy no se arremolinará la gente en tu esplanada para aguardar a la primera Cruz de Guía que nos anuncia la gloria, hoy no serás paseada bajo tu palio recién acabado de bordar, Madre, trendrás que esperar al próximo 28 de marzo para lucirlas paseando por las calles de tu pueblo acompañando en su entrada triunfal en la Gran Vía a tu Hijo, el Dulce Nombre de Jesús. Hoy no estarán las flores y la cera nerviosas esperando salir a la calle sobre vuestros pasos, hoy no le pondré la túnica una vez más a mi hermana Mari Paz con las manos temblorosas por la llegada de lo tan ansiado y esperado, 

hoy no veré a mi amigo Salva con su cámara dentro de la capilla para captar las primeras imágenes de la cofradía, hoy no miraremos al cielo para ver si brilla el astro rey, hoy no subiré la cuesta del Otero para acompañarte una vez más hasta la Santa Iglesia Catedral, hoy no ayudaré a Francisco a las cinco en esa misa de nazarenos que nos va preparando el alma para hacer estación de penitencia, hoy no verán mis ojos vuestras sagradas imágenes esperando salir a la calle tras un año de espera, hoy mi cuerpo no se enfundará en esa túnica que mi hermana Susana ya ha vuelto a guardar en el armario para sacarla por el mes de febrero, hoy el esparto no ceñirá mi cintura, ni mis pies se descalzarán para volver a cumplir con esa promesa… Pero hoy si recitaré esos versos a las seis menos algún minuto para ir calentando motores, tendré vuestros perfiles en la mente hasta bien entrada la madrugada del Lunes Santo, me acordaré de mis hermanos que hoy no te acompañarán en la calle, y empezaré la cuenta atrás hacia el próximo Domingo de Ramos.

Mañana de Domingo de Ramos
De estrenar zapatos nuevos
El barrio huele a azahar
No hay túnicas y ni revuelo
El sol soñando una gloria
De palmas cerca del cielo
Y el paso poquito a poco
No sale costero a costero.
Un borriquillo no trota
Al son de tambores nuevos
Yo en mi capilla no estoy
Y yo no estoy en mi pueblo.
Un murmullo se levanta
Corazón a corazón
Madre de Dios de la Palma
Hoy no sale en procesión.
Sobre los pies de sus hijos
No se asomará esa Flor
Para bendecir las calles
Que esperan su resplandor
Los reflejos de su palio
Los bordados del amor
Que César con tanto esmero
Ha dejado hecho un primor.

Como iba diciendo, hermanos, hoy es un Domingo de Ramos diferente, muy distinto a como lo había soñado, hoy estoy saliente de guardia, ni siquiera podré salir a pasear para visitar los templos en Sevilla, sólo nos queda el recuerdo de lo vivido años atrás, sólo nos quedan las imágenes grabadas a fuego en nuestra memoria de la pasada tarde de procesión y estación de penitencia. Sólo nos queda esperar a la tarde del próximo 28 de marzo para llegar a la gloria de una nueva Semana Santa. Estas circunstancias expresan una especial llamada del Señor a estar unidos a Él mediante la oración. Son momentos en los que se deben poner de manifiesto la fortaleza y la paciencia, sin devolver nunca mal por mal. Es más, nuestra vida interior necesita incluso de contradicciones y de obstáculos para ser fuerte y consistente. De esas pruebas, el alma, con la ayuda del Señor, sale más humilde y purificada. Gustaremos de una manera especial la alegría del Señor y podremos decir como San Pablo: Estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones.

 

Queridos hermanos seguid a ese Dios vivo que se paseará por las calles de Ceuta a lomos de una borriquilla, aceptad el camino de confianza y sencillez que abre, aprended de El la realización y el cumplimiento. No desesperéis nunca, porque siempre hay un Dios que espera. No sirváis a quienes no son dignos de ser servidos, mirad que cada uno es esclavo de quien triunfó en el. Dejad que sea Cristo quien triunfe en vosotros, porque la dignidad de la persona deriva de aquello a que sirve, de aquel a quien ama y para quien vive.

 

Y al final de vuestra andadura comprended que el Hacho no es el Hacho, sino un vergel de vida, que el olor a verdes pinares, es su pueblo, empujado por estar un poco mas cerca de sus santo querido y admirado y de cómo deposita su Niño en los brazos de la Mujer que lo engendró. Y de un súbito golpe de timón cual revirá airosa, en su paseo por el campo y sintiendo el oleaje rompiendo en los acantilados que lo circundan, entended que finalmente amaneceremos en el puerto seguro de su regazo de Madre Acogedora, La Reina de la Salud que tanto añoramos, Santa María de África. Y pensad para vuestros adentros que este capricho de Dios no lo describe un poeta ni lo refleja un pintor…

…Aferraos siempre que naufraguéis en vuestras vidas a su Bendita Imagen, sea la que sea, la de vuestra devoción… Es un mástil del que ninguna fuerza os podrá arrancar. Y cuando nos pesen las amarguras recordad que está siempre ahí, esperando siempre en su capilla. Y el que no tenga su imagen todavía que se la vaya buscando llámese África, Palma o Esperanza…Y ya lo sabes mi hermano…

No te avergüence llorar
Delante de la Señora
Que los hombres cuando lloran
Algún motivo tendrán
Y con el llanto mejoran.

…Porque no se entiende Ceuta sin su Cristo a lomos de su borriquilla, bendiciéndonos desde su trono de suave pelaje gris. No hace falta nombre ni más señas de identidad, no hacen falta siquiera evangelios escritos ni con tinta, ni con cera. El Evangelio se escribe a lo largo y ancho de de la Cuesta del Otero, cualquier día del año, pero más, este domingo soñado, esperado, anhelado por todos sus pollinicos. No se entiende Ceuta sin su Dulce Nombre entrando triunfalmente en la Gran vía de nuestros corazones. Ceuta quiere ser nazarena, para buscarle, para pedirle, parar rezarle, para llorarle, para andar descalza detrás y delante de El; pero este año tendremos que conformarnos con verlo caminar por los surcos de nuestra imaginación seguido por el llanto suave y elegante de Nuestra Madre de la Palma.

Recordad, queridos hermanos pacientes, y guardad los buenos consejos que os intento hacer llegar en esta enrevesada historia que os voy contando.

La lucha por la verdad sigue siendo una larga paciencia, como largo ha sido el año de espera, que largo y tortuoso ha sido el camino, que largos han sido los días, y que largas serán de nuevo las cuentas para llegar a la Semana Prometida.

Pero llegará ese día soñado, en que todos volveremos a ser niños otra vez…

Pero sabed que aunque larga sea la paciencia, al final del camino conoceremos la Verdad a la Luz de ese Sol que nace de lo alto y lo reflejará desde su paso de misterio el domingo 28 de marzo, cuando entre triunfalmente en la carrera oficial de nuestros pobres y podridos corazones por la maldad, la soberbia, la altanería, el desprecio al hermano y la falta de caridad para con ellos.

Por eso, sabe Dios y su Santísima Madre que volveré, sí, podéis estar seguros de ello, queridos paisanos, hermanos y amigos. Volveré a sentir que mi pobre y cansado corazón se vuelve a desbocar en un trote parsimonioso cuando se acerque a tus playas, cuando todo mi ser se impregne del fuerte olor a salitre, de verde de primavera en los Pinos del Hacho o en los magnolias de África, del intenso olor a café recién tostado que nos envuelve desde la Marina Española…

Volveré en cuerpo y alma, eso será por la nueva primavera, cuando los campos se vistan de los más bellos colores, cuando los vientos amainen su fuerza al llegar a tus playas, cuando el aire tibio de la tarde se pierda entre los naranjos del Revellín intentando dar vida a esos botones blancos que estarán a punto de reventar. Volveré a espabilarme en mitad de la noche soñando con un cortejo de nazarenos blancos que abren el camino a su Triunfal Entrada en la Gran Vía. Volveré a estar nerviosito como un nazarenito de tu cortejo horas antes de salir de nuevo a la calle. Volveré a sentir como se eriza mi piel al escuchar ¡O Bendita Estrella! detrás de su palmera. Y volveré a sacar nuestras mortajas del viejo baúl, a quitarles el alcanfor, a colgarlas en una percha y volverán a presidir la larga cuarentena que nos llevará al ansiado 28 de marzo. Cada vez se me pasan mas rápido los días, las semanas, los meses, los años. Cuando queramos darnos cuenta nuestras calles estarán adornadas con guirnaldas de luz multicolor y adornos con motivos navideños, Baltasar pasará ante nuestros cuerpos abatidos por la resaca navideña y le estará dando paso a las comparsas y chirigotas que en un abrir y cerrar de ojos nos pondrán frente a la puerta del consistorio para tras recibir la ceniza en nuestras frentes nos tomemos la torrija y el vinito dulce de rigor después de ver quien gana el fallo del jurado del cartel anunciador de la Semana más corta del año y de escucharlas palabras emocionadas del nuevo pregonero y del o los posibles homenajeados con el escudo de oro del Consejo de Hermandades y Cofradías de esta Noble, Leal, Fidelísima y Africana ciudad Autónoma de Ceuta.

Que nunca dieran las seis
En los relojes del tiempo
Que la tarde no acordase
Besar tu último aliento
Que volvieran a buscarte
Saliendo en tu cortejo
Nazarenos con sus niños
Y tus buenos costaleros.
Un ángelus africano
Está llamando a la puerta,
Treinta monedas de plata
Se posan sobre la tierra,
El Espíritu del mundo
Enciende su Luz Eterna
Acunándose en la gloria
De la pasión nazarena.
En tus calles, Manzanera
El verbo se hace promesa
Y la ceniza del Miércoles
Es semilla en nueva senda,
Llegó la hora esperada
La eternidad que comienza
Una voz estremecida
Te está diciendo, ¡Despierta!
Has sido tú la escogida
Tú Niña, mi Manzanera
Tú con la savia bendita
De tu cielo en primavera.
Te han soñado en las alturas
Moldeando tus fronteras
Coloreando tus playas
Y abriendo tus ventoleras
Haciendo que se iluminen
Las plazuelas y callejas.
Porque el cielo así lo quiso
Ceuta, levanta y despierta
Dios se queda en su capilla
Bendita gloria en la tierra…

– Por Miguel Ángel Villodres Morales

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